sábado, 16 de septiembre de 2017

La ruptura financiera del Estado / Primo González *

La decisión de la Generalitat catalana de cortar el flujo de información al Ministerio de Hacienda sobre los gastos  de la Administración catalana parece a primera vista  un importante golpe de mano. Son palabras mayores. 

Los gestos y aún los hechos de carácter rupturista se multiplican y estamos entrando en una situación en la que, de hecho, la Administración catalana trata de hacer su propio camino al margen del Estado con plena efectividad, como si la independencia fuera ya un hecho consumado, antes por lo tanto de que un eventual resultado del referéndum de octubre  se haya traducido en  la declaración unilateral de  independencia.

Cataluña no tiene, tal y como sus dirigentes han diseñado  el funcionamiento de la entidad, capacidad financiera propia y  por lo tanto no puede  funcionar sin el auxilio financiero del Estado, que en los últimos años se ha instrumentado a través del  denominado Fondo de Liquidez Autonómico (el FLA), una especie de remedo de plan de financiación autonómica provisional mientras se  concreta el largamente esperado y escasamente negociado nuevo plan de financiación autonómica.

Las insuficiencias financieras de las Autonomías se han puesto de relieve  de forma muy aguda durante la reciente crisis económica, durante la cual los  impuestos inicialmente cedidos para asegurar el funcionamiento de las competencias traspasadas en su día han caído muy por debajo de los umbrales previstos.  La culpa de este desajuste es doble: la crisis mermó los ingresos y las políticas de gasto, lejos de ajustarse a la  baja y a las nuevas realidades, se mantuvieron en alza. 

El resultado ha sido un creciente déficit autonómico que el FLA ha tratado de paliar pero sin conseguirlo de forma satisfactoria. En el caso  de Cataluña, este desajuste ha alcanzado niveles  fuera de control debido a la deriva independentista que la Generalitat ha ido desarrollando en los últimos años y más todavía en los últimos meses, hasta llegar a una confrontación abierta y de difícil vuelta atrás. Los gastos pertenecen ya a una órbita alejada de lo que es el normal funcionamiento de una Autonomía.

La decisión anunciada ahora por la Generalitat, de interrumpir el flujo de información con el Gobierno abre una seria crisis ya que esta exigencia por parte del Ministerio de Hacienda de recibir cuenta detallada de los gastos de la Generalitat estaba estrechamente vinculada a  la continuidad del Fondo de Liquidez Autonómico. Sin los recursos de este fondo, Cataluña tendrá serios problemas para seguir su trayecto, lo que significa que antes o después, la Generalitat  echará mano de sus  aspiraciones de autonomía fiscal, llevando a toda su plena operatividad la Agencia Tributaria catalana al margen del Estado.Es decir, la independencia de facto.

La Generalitat parece tener preparado desde hace tiempo todo el engranaje necesario para hacer realidad esta Agencia. Solo falta que  los impuestos del Estado (básicamente IVA, IRPF y Sociedades) sean exigibles por las autoridades fiscales catalanas, lo que previsiblemente será el siguiente paso y posiblemente no muy lejano en el tiempo. ¿Cómo reaccionará el Gobierno si este escenario se  desarrolla en estos términos? Pronto saldremos de dudas.


(*) Periodista y economista


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