Casi nadie daba por descontado que el valor del dólar caería
durante este año frente al euro como lo ha hecho. Nada menos que un
10%. La llegada de Donald Trump al poder en otoño pasado despertó
tantas esperanzas en los ambientes económicos que el valor de la divisa
estadounidense se llegó a acercar a la paridad frente a la moneda única
europea, el euro. Uno frente a uno. Pero la luna de miel entre las
expectativas económicas y el señor Trump ha durado poco, el tiempo que
han tardado en deshacerse sus quimeras electorales, aquellas medidas que
iban a arrasar y a fortalecer a la economía mayor del mundo como nunca
ningún otro presidente lo había logrado antes.
Trump ha ido perdiendo crédito conforme pasaba el tiempo y ninguno de
sus grandes propósitos se tornaba realidad, un rumbo que el valor del
dólar ha ido reflejando a diario y en la misma dirección decreciente.
Aquella rebaja masiva de impuestos, aquellos planes de infraestructuras
con cifras billonarias, aquellas promesas de libertad económica dentro
de un creciente proteccionismo que permitiera renacionalizar sectores
productivos que se han ido beneficiando de la globalización. A la hora
de la verdad, nada de esto ha visto la luz y en algunos casos ni
siquiera se ha puesto la primera piedra de esta nueva política tan
cacareada por el locuaz inquilino de la Casa Blanca.
Tanta es la falta de confianza en la línea económica del presidente
americano que hasta la Reserva Federal, su banco central, ha tenido que
buscar mil artimañas argumentales `para convencer a todo el mundo
económico de que los tipos de interés no van a subir al ritmo que se
consideraba necesario para la economía americana hace todavía seis
meses. Aquella hoja de ruta de subidas trimestrales de un cuarto de
punto en los tipos de interés han pasado de momento a la historia. El
hecho de que la Reserva Federal no suba tipos al ritmo previsto ha
podido tener alguna influencia en la debilidad de la divisa
estadounidense.
La consecuencia de este desajuste en las divisas no va a ser en
principio un buen negocio para Europa, ya que el euro está en máximos de
dos años frente a la divisa estadounidense y este hecho puede resultar
perjudicial para la capacidad exportadora de algunos países europeos,
en especial para Alemania, motor económico de la zona euro. De momento,
las cifras de crecimiento en Europa están resultando mejores de lo
esperado, pero un euro muy apreciado no resulta una buena
oportunidad para los exportadores de la zona europea.
El valor del euro no sólo sube frente al dólar.
En paralelo, su
solidez está atrayendo capitales de otras latitudes, que han vuelto a
situar a la divisa europea como una especie de divisa refugio, en la que
se asientan capitales que en condiciones normales estarían más
comprometidos con el dólar. De esta forma, el euro se ha convertido en
la divisa más creíble, lo que en paralelo ha provocado un frenazo en
las previstas subidas de tipos que acariciaba el Banco Central Europeo
(BCE) para finales de este año. La última reunión del BCE, celebrada
este jueves 20 de julio, no ha confirmado a la postre las expectativas
de subidas de tipos en la zona euro y, por el contrario, Mario Draghi
ha tenido que enfriar un poco los ánimos asegurando que los tipos bajos
en Europa van para largo.
(*) Periodista y economista
No hay comentarios:
Publicar un comentario