MADRID.- Están
contentos y animados en la sede madrileña de Bankia, en el edificio de
Paseo de la Castellana, 189. Desde luego no pueden decir que las últimas
noticias financieras les haya pillado por sorpresa. De hecho, andaban
con la mosca detrás de la oreja desde hace meses. La posibilidad de
hacerse con el control de Banco Mare Nostrum (BMN) estaba latente en el aire y que el Estado –a través del FROB– haya decidido esta misma semana que Bankia la
compre no les ha extrañado en absoluto, según desvela Abc.
Es, dicen, una operación
razonable, y como tal habrá que hacerla en un tiempo lógico y de la
mejor de las maneras. Como al presidente de la entidad nacionalizada le
gusta hacer, que con total seguridad ha ido cuidando las relaciones
personales y profesionales con la directiva, empleados y demás de la que
será la entidad integrada. Por si acaso. Mejor empezar con buen pie. Lo
correcto, normal y razonable.
Parece, en cualquier caso, que a José Ignacio Goirigolzarri –en los medios, de siempre, «Goiri»–
la idea que tiene el Gobierno de la fusión no parece que le suene mal,
si bien tendrá su propia opinión, por supuesto.
En concreto, el objetivo del FROB con la operación de fusión con BMN, entidad en la que controla el 65% de su capital igual que en Bankia, es que se revalorice el valor de ambas firmas, sobre todo de la que preside Goirigolzarri, que es la que al final absorberá a la más pequeña y la que cotiza.
No en vano, tiene los mejores «numeros». En todo, solvencia, cobertura, eficiencia, rentabilidad, cobertura... El objetivo es recuperar los 24.069 millones de euros inyectados en ambas entidades como ayudas públicas (22.424 millones a Bankia y 1.645 millones de euros a BMN).
Ahora bien, pese a ello, el organismo dependiente de Economía sabe muy bien que no podrá recuperar todas las ayudas inyectadas, aunque es de suponer que buscará la mejor estrategia para desinvertir antes de 2019 en Bankia y BMN una vez que se haya culminado la integración de ambas entidades. Un reto totalmente plausible para «Goiri».
En el mercado, parece que la operación... convence. Pero, ¡cómo no! los mercados son los mercados, y dudas, haberlas haylas. Mientras algunos piensan que los riesgos de ejecución de la fusión entre Bankia y BMN son «limitados» –gracias a la experiencia con la que cuenta la primera en la integración de «cajas rescatadas», de hecho fue creada en sí misma a raíz de la fusión de siete entidades regionales rescatadas–, otros no son tan optimistas.
Denoto en sus palabras que la fusión con BMN podría ser un contratiempo en la firme recuperación de Bankia, aunque me da la sensación de que todo dependerá, en gran medida, de los términos de la transacción. Cierto es que la fusión con BMN aumentará la presencia de Bankia en mercados donde escasea su presencia –Granada, Murcia e Islas Baleares–, sin duda, y además le proporcionará una fuente de financiación estable.
Pero, cuidado, BMN tiene claras exposiciones problemáticas, definidas en préstamos improductivos y activos inmobiliarios, que aún se mantienen altas y exceden significativamente a las de Bankia. En cualquier caso, la operación está en marcha. Algo que, seguro, también le alegra al ministro de Economía, Luis de Guindos, si bien ha recordado estos días que el FROB será «absolutamente neutral» en el proceso de integración, al tener el «mismo interés» en ambas entidades, y que espera que se alcance un acuerdo de fusión en «semanas o meses», que dará como resultado un banco «muy solvente y con mucho valor».
Confianza en el gestor que lo liderará desde luego la tiene. Secreto no es que el ministro le tiene más que simpatía al banquero. Le gusta coincidir con él, y su opinión no cae en saco roto. Se le confió devolver la estabilidad y la rentabilidad al gigante de pies de barro que era la antigua Bankia y parece claro que ha cumplido con las expectativas. Ahora toca engullir, y luego digerir, BMN, para seguir creando negocio y poder devolver lo máximo que se pueda las ayudas públicas, algo de obligado cumplimiento por Bruselas.
¡Quién mejor que «Goiri» para lograrlo! Muchos –muchos, créanme– tienen más que claro que el trabajo bien hecho siempre es recompensado –sea o no de ley–, y en este caso ven en el actual presidente de la nacionalizada al próximo líder del grupo financiero que se quede con la nueva Bankia.. ¿BBVA?
Bueno, mala idea desde luego tampoco es. Goirigolzarri conoce al dedillo las dos entidades. Sería un hombre de la «nueva casa» como resultado de la fusión. Por un lado, pasó 30 años de su carrera profesional en BBVA –donde fue ocho años consejero delegado– hasta septiembre de 2009.
Y tras estar de retiro –«prejubilado–, fue llamado para enderezar Bankia –con el visto bueno de Economía–, en mayo de 2012. Supongo que al actual presidente de Bankia le parecería todo un reto dirigir una entidad de la que salió «más bien» obligado y escaldado, pero en la que en poco más de un par de años habrá nuevo presidente porque el actual, Francisco González (que, por cierto, prefiere a Banco Popular como nuevo compañero de viaje) se jubilará (o eso ha dicho). ¡Justo cuando la integración con BMN sea un hecho! ¿Casualidad? El caso es que si De Guindos sigue en el Gobierno, el «OK» también lo tendrá.
En concreto, el objetivo del FROB con la operación de fusión con BMN, entidad en la que controla el 65% de su capital igual que en Bankia, es que se revalorice el valor de ambas firmas, sobre todo de la que preside Goirigolzarri, que es la que al final absorberá a la más pequeña y la que cotiza.
No en vano, tiene los mejores «numeros». En todo, solvencia, cobertura, eficiencia, rentabilidad, cobertura... El objetivo es recuperar los 24.069 millones de euros inyectados en ambas entidades como ayudas públicas (22.424 millones a Bankia y 1.645 millones de euros a BMN).
Ahora bien, pese a ello, el organismo dependiente de Economía sabe muy bien que no podrá recuperar todas las ayudas inyectadas, aunque es de suponer que buscará la mejor estrategia para desinvertir antes de 2019 en Bankia y BMN una vez que se haya culminado la integración de ambas entidades. Un reto totalmente plausible para «Goiri».
En el mercado, parece que la operación... convence. Pero, ¡cómo no! los mercados son los mercados, y dudas, haberlas haylas. Mientras algunos piensan que los riesgos de ejecución de la fusión entre Bankia y BMN son «limitados» –gracias a la experiencia con la que cuenta la primera en la integración de «cajas rescatadas», de hecho fue creada en sí misma a raíz de la fusión de siete entidades regionales rescatadas–, otros no son tan optimistas.
Denoto en sus palabras que la fusión con BMN podría ser un contratiempo en la firme recuperación de Bankia, aunque me da la sensación de que todo dependerá, en gran medida, de los términos de la transacción. Cierto es que la fusión con BMN aumentará la presencia de Bankia en mercados donde escasea su presencia –Granada, Murcia e Islas Baleares–, sin duda, y además le proporcionará una fuente de financiación estable.
Pero, cuidado, BMN tiene claras exposiciones problemáticas, definidas en préstamos improductivos y activos inmobiliarios, que aún se mantienen altas y exceden significativamente a las de Bankia. En cualquier caso, la operación está en marcha. Algo que, seguro, también le alegra al ministro de Economía, Luis de Guindos, si bien ha recordado estos días que el FROB será «absolutamente neutral» en el proceso de integración, al tener el «mismo interés» en ambas entidades, y que espera que se alcance un acuerdo de fusión en «semanas o meses», que dará como resultado un banco «muy solvente y con mucho valor».
Confianza en el gestor que lo liderará desde luego la tiene. Secreto no es que el ministro le tiene más que simpatía al banquero. Le gusta coincidir con él, y su opinión no cae en saco roto. Se le confió devolver la estabilidad y la rentabilidad al gigante de pies de barro que era la antigua Bankia y parece claro que ha cumplido con las expectativas. Ahora toca engullir, y luego digerir, BMN, para seguir creando negocio y poder devolver lo máximo que se pueda las ayudas públicas, algo de obligado cumplimiento por Bruselas.
¡Quién mejor que «Goiri» para lograrlo! Muchos –muchos, créanme– tienen más que claro que el trabajo bien hecho siempre es recompensado –sea o no de ley–, y en este caso ven en el actual presidente de la nacionalizada al próximo líder del grupo financiero que se quede con la nueva Bankia.. ¿BBVA?
Bueno, mala idea desde luego tampoco es. Goirigolzarri conoce al dedillo las dos entidades. Sería un hombre de la «nueva casa» como resultado de la fusión. Por un lado, pasó 30 años de su carrera profesional en BBVA –donde fue ocho años consejero delegado– hasta septiembre de 2009.
Y tras estar de retiro –«prejubilado–, fue llamado para enderezar Bankia –con el visto bueno de Economía–, en mayo de 2012. Supongo que al actual presidente de Bankia le parecería todo un reto dirigir una entidad de la que salió «más bien» obligado y escaldado, pero en la que en poco más de un par de años habrá nuevo presidente porque el actual, Francisco González (que, por cierto, prefiere a Banco Popular como nuevo compañero de viaje) se jubilará (o eso ha dicho). ¡Justo cuando la integración con BMN sea un hecho! ¿Casualidad? El caso es que si De Guindos sigue en el Gobierno, el «OK» también lo tendrá.
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