Pese a la
buena voluntad del Ejecutivo, y muy en especial de su ministro de
Energía, Turismo y Agenda Digital, se impone el sentido de la realidad.
Los precios de la electricidad no van a bajar. Las primeras
declaraciones de Álvaro Nadal parecían destinadas a provocar, por una
parte una cierta esperanza entre los consumidores, por otra estaban
dirigidas a reducir el alcance de las críticas de los partidos de la
oposición.
La
subida de la luz es otra china en el camino de las negociaciones
con Ciudadanos, PSOE y PNV para lograr un acuerdo que permita la
aprobación de los presupuestos.
Los expertos del mercado de la energía admiten que en las próximas semanas podría moderarse la subida, pero los precios de la electricidad van a superar claramente el precio medio registrado el año pasado.
El tono del ministro había abierto falsas esperanzas que él mismo ha querido despejar. Finalmente este jueves ha acabado por admitir que los precios del año pasado eran muy bajos y que estamos volviendo a los precios registrados en años previos.
La esperanza más fundada es que Argelia resuelva sus problemas para el abastecimiento y, al menos, por lo que respecta a los precios del gas, se vuelva a la normalidad. Nuestra dependencia de Argelia en materia de gas supone casi un 60 % de todo nuestro abastecimiento.
La comparecencia que ha pedido el titular de Energía en el Congreso servirá para explicarnos lo difícil que está la situación pero para poco más. Quizás también se logre un pequeño avance para comprender los mecanismos de las subastas. Pero el sistema actual no resulta sencillo modificarlo.
Como recuerdan los expertos del mercado, el precio de la electricidad en Europa se calcula de forma coordinada entre los países del centro, sur y norte de Europa, desde Portugal a Finlandia. La normativa excede la capacidad del Gobierno español y de cualquier gobierno europeo de forma individual para aplicar medidas que modifiquen el mecanismo adoptado en España.
Es cierto que este sistema puede mejorar. Pero lo que hay que explicar claramente es que no lo puede hacer España de forma individualizada. En la actualidad en la subasta se acude primero a las energías más baratas. Una vez agotada la oferta de las energías más baratas se acude a las más caras. La última subasta es la que determina el precio para el conjunto de la oferta. De manera que si hay más demanda la energía resulta más cara.
Pero es el sistema vigente de norte a sur de Europa. Lo sabe muy bien el responsable de energía del Gobierno de Mariano Rajoy, quien después de haber hablado de crear un nuevo mercado del gas y de otras solicitudes de estudios ha acabado por recomendar el contrato de un recibo con tarifa variable. Él lo hace y asegura que sale a cuenta tanto a medio como a largo plazo.
Si tan favorable es para los consumidores, sería muy recomendable que el ministro iniciara una campaña de educación para los usuarios de la energía eléctrica y que destinara recursos para supervisar a los agentes de las compañías eléctricas que hacen las visitas en los hogares.
Durante el proceso de liberalización de contratación de compañía la casuística sobre los malos usos de estos agentes de las compañías está llena de malas prácticas.
No es fácil que el Gobierno inicie esta campaña para cambiar los usos y costumbres en las relaciones de los españoles con sus compañías de electricidad si tan favorable debe resultar a consumidor como dice el ministro.
Pero aprovechando la ola que se avecina de críticas de los partidos políticos a la falta de previsión del Gobierno para evitar esta subida, habrá que aprovechar para que el galimatías de la fijación de precios se aclare. No se podrá esperar mucho más que saber que los precios no van a bajar y que incluso podrían volver a subir.
(*) Periodista
Los expertos del mercado de la energía admiten que en las próximas semanas podría moderarse la subida, pero los precios de la electricidad van a superar claramente el precio medio registrado el año pasado.
El tono del ministro había abierto falsas esperanzas que él mismo ha querido despejar. Finalmente este jueves ha acabado por admitir que los precios del año pasado eran muy bajos y que estamos volviendo a los precios registrados en años previos.
La esperanza más fundada es que Argelia resuelva sus problemas para el abastecimiento y, al menos, por lo que respecta a los precios del gas, se vuelva a la normalidad. Nuestra dependencia de Argelia en materia de gas supone casi un 60 % de todo nuestro abastecimiento.
La comparecencia que ha pedido el titular de Energía en el Congreso servirá para explicarnos lo difícil que está la situación pero para poco más. Quizás también se logre un pequeño avance para comprender los mecanismos de las subastas. Pero el sistema actual no resulta sencillo modificarlo.
Como recuerdan los expertos del mercado, el precio de la electricidad en Europa se calcula de forma coordinada entre los países del centro, sur y norte de Europa, desde Portugal a Finlandia. La normativa excede la capacidad del Gobierno español y de cualquier gobierno europeo de forma individual para aplicar medidas que modifiquen el mecanismo adoptado en España.
Es cierto que este sistema puede mejorar. Pero lo que hay que explicar claramente es que no lo puede hacer España de forma individualizada. En la actualidad en la subasta se acude primero a las energías más baratas. Una vez agotada la oferta de las energías más baratas se acude a las más caras. La última subasta es la que determina el precio para el conjunto de la oferta. De manera que si hay más demanda la energía resulta más cara.
Pero es el sistema vigente de norte a sur de Europa. Lo sabe muy bien el responsable de energía del Gobierno de Mariano Rajoy, quien después de haber hablado de crear un nuevo mercado del gas y de otras solicitudes de estudios ha acabado por recomendar el contrato de un recibo con tarifa variable. Él lo hace y asegura que sale a cuenta tanto a medio como a largo plazo.
Si tan favorable es para los consumidores, sería muy recomendable que el ministro iniciara una campaña de educación para los usuarios de la energía eléctrica y que destinara recursos para supervisar a los agentes de las compañías eléctricas que hacen las visitas en los hogares.
Durante el proceso de liberalización de contratación de compañía la casuística sobre los malos usos de estos agentes de las compañías está llena de malas prácticas.
No es fácil que el Gobierno inicie esta campaña para cambiar los usos y costumbres en las relaciones de los españoles con sus compañías de electricidad si tan favorable debe resultar a consumidor como dice el ministro.
Pero aprovechando la ola que se avecina de críticas de los partidos políticos a la falta de previsión del Gobierno para evitar esta subida, habrá que aprovechar para que el galimatías de la fijación de precios se aclare. No se podrá esperar mucho más que saber que los precios no van a bajar y que incluso podrían volver a subir.
(*) Periodista
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