Es lo que
faltaba para cerrar el círculo. Y todo en poco más de cuatro meses.
Primero, los datos fríos de crecimiento, déficit, deuda, inflación y
otras variables económicas hicieron saltar las alarmas: después de todo,
España había sido elogiada por levantarse de la postración de la crisis
pero no era para tanto. Luego, el encono, la polarización y la puesta
en cuestión de todo el consenso construido durante 40 años de transición
política hizo pensar que se caía el castillo y se volvía a la casilla
de salida. Y ahora, también se pone en solfa a los regeneradores.
Escribe
Mark Nayler en la veterana revista británica The Spectator: ‘¿Qué
fue de la supuesta nueva hornada de políticos españoles
representados por Albert Rivera, líder de Ciudadanos, y Pablo
Iglesias, líder de Podemos? Iban a inaugurar una ‘nueva era
política’, pero ‘la farsa y el ombliguismo de las negociaciones
postelectorales han mostrado que estos dos jóvenes personajes no
son tan diferentes en algunos aspectos de la vieja guardia que ellos
mismos denigran’.
En un análisis sobre todo lo que ha pasado y
está pasando desde el 20-D y lo que puede pasar el 26-J, Nayler no es
nada optimista: ‘No es de extrañar, pero sí algo triste, que en las
próximas elecciones muchos españoles sencillamente se quedarán
en casa y dejarán que los políticos sigan con sus jueguecitos’.
Algo duro, sostenido en las observaciones sobre el terreno del día
a día para la investidura fallida de Pedro Sánchez. Nombre que ni
siquiera aparece en el texto, y tampoco el de Rajoy.
¿Por qué?
Porque el autor pone la lupa sobre Iglesias y sobre Rivera, y se
pregunta si no habrá sido todo un espejismo. Antes del 20-D, había
‘una sensación de ilusión’ por la llegada de los nuevos, que
decían que la situación de España ‘era su primer interés’. Añade:
‘Los dos prometieron cambio y acabar con la corrupción y el
amiguismo tan arraigado en los dos partidos tradicionales, PP y
PSOE’.
Pero casi cinco meses después, ‘España todavía sigue sin
Gobierno y así estará al menos otros dos meses. A finales de junio ya
será el principio del séptimo mes sin Gobierno electo’. ¿Culpables?
Los dos líderes emergentes. Rivera, porque aunque ha sido ‘el más
flexible’ en este tiempo, también se ha mostrado como un ‘camaleón
ideológico’ que unas veces quería aliarse con el PP y luego pactó con
el PSOE.
Pero The Spectator pone sobre todo la carga de la prueba
en las espaldas de Pablo Iglesias, ‘que rechazó una posible alianza
con el PSOE’ y que ‘se ha mostrado más preocupado por dominar la
izquierda que por ocuparse de lo que quiere el electorado’. A
resultas del fracaso de los partidos para negociar y pactar, ‘el
optimismo ha dado paso al cansancio y el cinismo’. Además, ‘hay
algo familiar en todas estas disputas y peleas por el poder’. Es una
alusión a las dos Españas: ‘Están resurgiendo profundas
divisiones entre la izquierda y la derecha’.
El análisis de
Nayler coincide con la cobertura este martes en la prensa
internacional del preacuerdo entre Podemos e Izquierda Unida, entre
Pablo Iglesias y Alberto Garzón. No es muy extensa por el horario en
que se conoció, pero sí hay algunas reacciones. Para Tobias Buck en
Financial Times, el pacto de la Puerta del Sol ‘pone presión sobre los
socialistas’, que incluso podrían articular potencialmente
una mayoría de Gobierno tras el 26-J.
AP hace hincapié en que
los dos partidos que han llegado al preacuerdo son ‘de extrema
izquierda’, cuya unión podría dar el sorpasso al PSOE en las
elecciones. Reuters destaca la meta de los dos partidos de
‘recuperar el país en favor de las mayorías sociales y ganar las
elecciones al PP’. Pero también subraya que las encuestas
vaticinan tan sólo un posible sorpasso sobre el PSOE y que el PP
volvería a ser primero en las urnas.
(*) Periodista
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