Las dudas
sobre la formación de un gobierno en España coinciden con una situación
internacional plagada de incertidumbres. Por fortuna, la economía
española parece inmunizada es espera de que esas incertidumbres
exteriores se calmen y no adquieran mayor virulencia. El Reino Unido
quiere separarse de la UE y los holandeses mediante un referéndum
rechazan el acuerdo de asociación UE-Ucrania. Mensajes de insurrección,
como dice W.Münchau, contra el orden establecido.
En
los EEUU primarias con Trump y Clinton proponiendo aranceles
prohibitivos contra las mercancías chinas. Se calienta el debate
sobre la globalización de la economía. Su rechazo va ganando el
favor del público. Aquellos beneficios que trajo la apertura del
comercio internacional, mejora del nivel de vida, paz y no
guerra, entre los grandes países comerciantes occidentales, se va
olvidando a la vez que crece la sensación de que la
mundialización es un proyecto de las élites en su propio
provecho.
Los papeles de Panamá confirmarían estas
sospechas. Las ganancias de la economía abierta no se están
invirtiendo en la economía productiva, se esconden, se
escamotean recursos a las Haciendas nacionales. Menos
solidaridad y más desigualdad.
El gobierno de los EEUU ha
bloqueado la fusión 160 mil millones de dólares entre la británica
Allergan y la norteamericana Pfizer. El motivo evitar una evasión
fiscal de grandes dimensiones. Pfizer acumula problemas después
del éxito de su medicamento Lipitor, record mundial de ventas, y
la frustración de sus expectativas ante la imposibilidad de
conseguir un nuevo descubrimiento rompedor.
Sus ventas han
bajado en 10 mil millones de dólares con relación a 2011 pero su
cotización se ha mantenido gracias a los 44 mil millones de
dólares gastados en auto cartera. Agotada esta estrategia así como
la reducción de costes los directivos de Pfizer buscan otra salida
para evitar un descenso del valor de sus acciones en el índice
S&P 500. Salida: la evasión fiscal.
Nacionalismos,
atesoramiento, fraude fiscal, incredulidad sobre la moral de las
clases dirigentes y desconfianza sobre los efectos de las
políticas expansivas protagonizadas por los bancos centrales.
Los tipos de interés negativos en la UE y en Japón han tenido un
efecto indeseado. No han estimulado el crecimiento y sí han
inducido la apreciación del euro y el yen con sus consiguientes
efectos deflacionistas por los menores precios en moneda local de
las mercancías importadas.
Motivos de esta anómala
situación. La menor retribución del dinero no ha llevado a los
inversores a buscar nuevos caladeros, al contrario, al
agudizarse la deflación no solo se está penalizando el
crecimiento si no que se estimula el atesoramiento que busca
amparo en aquellos activos, el euro y el yen que se revaloriza.
Los efectos de la deflación prevalecen sobre las actuaciones de
las autoridades monetarias.
Un ejemplo de la economía real:
la siderurgia galesa propiedad de la multinacional Tata a punto
de cerrar y expulsar hacia el paro a sus trabajadores. Único
remedio: la nacionalización. Un vuelco radical del
neoliberalismo thatcheriano con sus privatizaciones y cierres
de las industrias básicas: carbón y acero.
Europa
paralizada, atemorizada por la llegada de sirios y otros
inmigrantes. Los países subdesarrollados pierden las esperanzas
que en su día despertaron la globalización. Guerras y
estancamiento que empuja a sus ciudadanos hacia nuevos
territorios de acogida.
Los conflictos de oriente próximo son una amenaza creciente
mientras que las potencias supervisoras próximas, la UE y Rusia
no son capaces de enderezar el rumbo mientras se acrecienta la
desconfianza del uno con el otro.
El aliado lejano y
poderoso, los EEUU, anda más interesado en su diplomacia en el
extremo oriente para conseguir aliados y proteger posibles
veleidades imperiales de una República China que pierde velocidad
en su crecimiento económico. El oriente próximo no amenaza la
seguridad americana. No hay que perder vidas de soldados
estadounidenses ni preocuparse por el abastecimiento de
petróleo.
España, sin embargo, a sotavento. El precio del
petróleo favorece el turismo y abarata las importaciones. Los
tipos de interés, nulos o negativos, reducen la carga de la deuda
privada y pública. En definitiva la balanza de pagos y el déficit
presupuestario han encontrado excelentes aliados. La
incertidumbre sobre la formación de un gobierno, por otro lado,
estimula los instintos caritativos de la Comisión de Bruselas que
retrasa la hora de exigirnos mayores esfuerzos fiscales. Los
mercados no son tan compasivos y encarecen la prima de riesgo: 140
puntos, superando los 132 de Italia.
Primavera en El Retiro, lluvia y sol y más hojas verdes en los
árboles.
(*) Economista del Estado
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