Si echamos la vista dos semanas recordaremos que repasábamos los resultados de los distintos partidos en las elecciones del 20-D tomando como referencia el resultado nacional y el número de escaños que aportaba cada circunscripción.
Tras los acontecimientos de ahora hace una semana se acumulan las posibilidades y se suceden las conjeturas de qué ocurrirá. Barones del PSOE que no quieren pactar con Podemos; Pablo Iglesias que ya tiene perfilado el Consejo de Ministros y un Rivera que no aparece mucho, pero la última vez que no apareció, hizo posible la elección del presidente del Congreso.
Es cierto que Patxi López ha sido elegido presidente de la Cámara Baja por el menor margen de toda la historia
de nuestra adolescente democracia, pero lo que ha ocurrido en las
pasadas generales ha sido también un cambio reductor sobre lo que
veníamos conociendo. ¿Todo? No. Al menos ahora tenemos más grupos
políticos (aspiracionales y de facto) y más ruido que señal (o al menos más que las últimas elecciones).
Pero lo que ocurra en las próximas semanas en términos de
negociaciones no entra dentro del ámbito de este blog, al menos no si no
hay elecciones. Cierto que ya hemos empezado a leer las primeras
encuestas porque la perspectiva de repetir comicios es un camino tan abierto como casi cualquier combinación para formar Gobierno.
Todos hemos oído que Pedro Sánchez se está desgastando de cara al electorado al perseguir y no poder concluir un pacto. Que Mariano Rajoy
ha dado un paso a un lado ya que no tenía apoyos, algo que algunos han
visto como contraste con el ímpetu por llegar a Moncloa del socialista y
otros como movimiento catalogado de hasta "antisistema".
Hemos visto cómo Pablo Iglesias, en vez de tener 69 diputados, tiene tres problemas (luego veremos que es un problema generado a partir de una solución muy inteligente). Hemos visto cómo el Congreso de los Diputados tiene "gallinero", algo que se me escapa ya que no es un teatro (no voy a tirar de ironía fácil aquí), sino una cámara legislativa.
Cierto que la distribución no es la más adecuada y menos en un
momento en el que la percepción mediática es importante. Ahora, espero
que haya una nueva asignación y espero que, en honor a todo lo que está
ocurriendo con el reparto, ésta sea una legislatura que no se caracterice por el abstencionismo en sesiones y plenos.
Y,
como no podía ser de otra manera, lo que más se repite al hablar sobre
la sombra de nuevas elecciones (algo que no hablará muy bien de nuestra
cultura democrática), es que si llegan tendrían más que perder PSOE y Ciudadanos que PP y Podemos. Así que toca preguntarse, ¿qué hay por perder o recuperar en caso de unas nuevas elecciones?
Este ejercicio que vamos a acometer solo es posible realizarlo con PP y PSOE ya que ambos tienen recorrido como para ver variabilidad y son dos partidos que aspiran a la presidencia del Gobierno.
Empecemos
por el Partido Popular ya que fue el partido más votado y el que más se
comenta que puede recuperar terreno. Tengamos en cuenta que el PP ha perdido 63 diputados y 6,5 millones de votos en estas elecciones, así que vayamos eliminando extremos ¿Cuáles han sido las circunscripciones en las que más se ha votado al Partido Popular?
Tracemos una línea psicológica en el 40% y veamos quiénes se han comportado por encima de este límite:
Como extremo superior de los resultados debemos señalar que hemos eliminado de la muestra Ceuta y Melilla por el bajo volumen de votos y escaños (ambas uno) que mueven y que, además, son feudos del Partido Popular e inapelables.
Salvo
Murcia, todos están en los rangos más bajos de escaños que la provincia
otorga (tres y cuatro). Solo Soria da dos escaños y, de las ocho que
dan tres escaños, el PP supera el 40% en cuatro de ellas: Ávila, Cuenca,
Palencia y Zamora. Si cogemos las elecciones del 2000 al 2015 en estas
cuatro el PP siempre ha sacado dos diputados, aunque el mínimo en
votos conseguidos sea en todas ellas este último año (algo razonable,
por otra parte). A este grupo incorporaremos Segovia, donde el PP ha
sacado diputados diputados en las cinco últimas elecciones.
Quitando estas circunscripciones tan "machaconas", si quisiéramos un plan de emergencia para unas elecciones con poco tiempo ¿qué provincias serían más sensibles para recuperar votos? Vayamos
ahora a por el otro extremo y saquemos del plan aquellas que el pasado
mes dieron resultados muy pobres dejando al PP fuera de las primeras
plazas. Estas serían todas las pertenecientes al País Vasco y a
Cataluña, donde sabemos que la cuestión conservadora la cubre el PNV en
el primer caso y que en ambas ha habido un giro importante hacia la
izquierda.
Hemos detectado tres grupos. El primero al que corresponde un óvalo granate representa aquellas circunscripciones que más han variado su orientación respecto al Partido Popular en estos quince años.
Es importante resaltar que toda la Comunidad Valenciana está aquí
incluida, así como Canarias, cuatro provincias andaluzas y Zaragoza
junto a Guadalajara. 97 escaños dan entre todas ellas en los cuales el
PP se ha dejado de 2011 aquí más de un tercio de los diputados perdidos.
El "outlier" de este grupo es Asturias que, debido a la unión PP + Foro, ha conseguido amortiguar la caída en votos no penalizando en ningún escaño.
En el grupo señalado con un óvalo azul el PP ha perdido once diputados, lo que nos deja el último tercio con la mitad de los diputados perdidos.
En este grupo encontramos Madrid, Cantabria (donde se ha pasado de
cuatro escaños en 2011 a dos), Navarra, La Rioja... Son provincias que
han venido funcionando bien o incluso muy bien al PP, pero al poner una
cantidad importante de diputados en juego y con la entrada de los nuevos
partidos, producen diferencias ajustadas y el reparto de escaños se
resiente.
La situación del PSOE es distinta. Dado que consiguió un 22% de los votos vamos a poner su barrera psicológica en el 30%.
Las dos provincias extremeñas, cinco andaluzas y dos
castellanomanchegas. No deja de ser curioso que en las que hemos visto
del Partido Popular hubiera cuatro castellanoleonesas y dos gallegas,
más Murcia y Cuenca (recordando que Almería estaba en el mismo grupo que
Murcia).
Pero siguiendo con el PSOE debemos añadir que, menos en Ceuta y Melilla, ha puntuado en todas las circunscripciones con algún escaño.
Ya vimos con anterioridad que el PSOE ha sido, a lo largo de estos años, capaz de lo mejor y lo peor. De ganar muchos votos y, en la elección siguiente, perder muchos más. Esto hace que su dispersión nos presente mayor rango que la del PP (que hasta la fecha perdía y ganaba votos en paquetes de medio millón).
En
el cuadro azul vemos las provincias que antes hemos destacado, un poco
más abajo Albacete, Cádiz y Málaga que completan casi toda Andalucía a
falta de Almería, que ha sido siempre un radical libre en lo que al PSOE se refiere.
Y en el óvalo granate encontramos hasta veintitrés provincias que son bastante volubles para el PSOE.
Por ejemplo, está todo Castilla y León y casi Galicia, a falta de A
Coruña. ¿Conclusión? El PSOE es un partido mayoritario, pero el
electorado le ha estado premiando y castigando no con mucha sutileza y,
salvo en Andalucía, ha ido perdiendo carácter e influencia.
¿Acaso los partidos tradicionales es verdad que tienen una forma anquilosada de hacer política? Posiblemente. Dejemos claro que si hacia algo está evolucionando la sociedad es hacia lo que se llama 'retail',
sí, incluso en política. Internet nos ha traído el comercio
electrónico, las redes sociales, los anuncios segmentados según pautas
de comportamiento, televisión a la carta o más canales de los que
podamos llegar a asimilar y cada vez más son temáticos y no
generalistas... Es decir, la economía (que mueve el mundo) hace ya
tiempo que se dio cuenta de que había puertas a las que llamar para encontrar clientes.
No estoy hablando de una forma de convencer al electorado aplicando estrategias o tácticas de campañas americanas o británicas. Hablo de ir al votante y esto es algo que la gente de Podemos ha sabido hacer.
No ya solo en la forma de comunicar, sino en quién les pide el voto y
dentro de qué ámbito están actuando. En Comú, Compromís o En Marea (por
muy mala pinta que tenga el experimento) han sabido dar con la tecla de la cercanía.
En
cambio, los partidos grandes aún no han sabido poner en práctica o
potenciar el hecho de que tiene impacto el mensaje segmentado al
votante, hablando de las preocupaciones de su entorno concreto y no del de la generalidad.
(*) Consultor
(*) Consultor
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