Nunca desde las primeras elecciones generales con las que España se
abría a la democracia en 1977 nos habíamos enfrentado a una situación
tan incierta como la que comenzamos a partir de hoy, cuando el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anuncie la convocatoria de
elecciones para el próximo 20-D.
Son inciertas porque nunca antes se había producido una división del
voto tal que abriera la posibilidad a tres o cuatro partidos de
dirigir las negociaciones para la formación de Gobierno. Nunca antes
la cuestión catalana había llegado a los límites a los que ha
conducido la política de secesión o de desconexión de España, que han
liderado Convergencia Democrática de Cataluña y de Esquerra
Republicana.
Y nunca hasta ahora se había afrontado una crisis económica de tal
magnitud como la que hemos venido atravesando desde agosto del 2007
sin que haya el mínimo consenso entre los dos principales partidos
para hacer frente a la misma.
De la incertidumbre de los programas económicos que vayan a presentar
los partidos políticos nos puede dar una idea, por ejemplo, el hecho
de que el PSOE haya tardado menos de 24 horas en rectificar una de las
ideas principales que lanzó a la hora de presentar su programa
laboral.
El partido se ha visto en la obligación de matizar a su propio
secretario general cuando Pedro Sánchez anunció que derogaría la
reforma laboral llevada a cabo por el Gobierno del PP por decreto.
Desde Ferraz se precisaba que nunca debían haber hablado de ‘derogar’
la reforma laboral sino de hacer una ‘reforma profunda’.
Del programa económico presentado a bombo y platillo por Podemos ya no
queda ninguna de sus líneas centrales. Pablo Iglesias ha pasado de su
afirmación de que ‘el cielo no se toma por consenso, sino por asalto’,
concepto con el que Karl Marx describió las aspiraciones de la Comuna
de hacerse con el poder y gestionar la economía desde arriba, a
aproximarse a un proyecto socialdemócrata, según las propias palabras
del líder de Podemos.
Es una incógnita lo que vaya a proponer en Economía el Partido
Popular, sobre todo teniendo en cuenta que quien ha diseñado y
aplicado la reforma económica y financiera, Luis de Guindos ha
reiterado en varias ocasiones que aunque gane el Partido Popular, él
no formará parte del próximo Gobierno.
Podrían hacer como hizo el candidato oficialista argentino, Daniel
Scioli, en su mensaje de campaña más reiterado en el que pedía ‘una
oportunidad. Lo demás déjenmelo a mí. Yo sé lo que hay que hacer y
como hacerlo’. Qué más da, si la mayoría hacen luego lo contrario de
lo que prometen en campaña. ¿Cuánto iba a bajar los impuestos el
Partido Popular durante la campaña electoral del 20-N del 2011?
Son cuestiones mayores. Si nos atenemos a lo expresado por el
Presidente del Banco Central Europeo tras la reunión de su Consejo de
Gobierno del pasado jueves en Malta, la recuperación económica en
Europa deberá producirse a partir de las políticas fiscales y
presupuestarias que lleven a cabo los Estados miembros de los países
de la Unión Económica y Monetaria.
Draghi ha dejado claro que el Banco Central Europeo no puede ser el
único que con sus políticas de estímulo tire del carro de la economía
europea. Ha anticipado medidas adicionales de política monetaria, con
la posibilidad de ampliar el período de vigencia de las inyecciones
masivas de liquidez, e incluso de aumentar las cantidades. Pero ha
dado a entender de nuevo que también los diferentes Estados tienen que
contribuir. Falta saber cómo lo harán.
El período electoral que se abre hasta el día 20-D es la oportunidad
que tienen los partidos para explicar como continuar saliendo de la
crisis. Si en el ámbito económico hay incertidumbres, todavía las hay
mayores en el ámbito financiero, en especial de cara a las nuevas
exigencias que se van a imponer al sector.
(*) Periodista
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