La Reserva
Federal ha amagado con subir el tipo de interés del dólar como respuesta
a una recuperación de la economía interna, amagos que no pasan a
mayores. El dólar está fuerte, la inflación norteamericana no muestra
señales de sacar la cabeza y en el horizonte político más cercano hay
unas elecciones presidenciales. En definitiva, pocos motivos para
encarecer el precio del dinero y comprometer la marcha de la
recuperación.
El
FMI aconseja retrasar la subida de tipos mientas el euro se aproxima
cada vez más a la paridad, uno a uno, con el dólar, en tanto que el
mercado laboral estadounidense todavía muestra signos de
debilidad y el crecimiento salarial no acaba de confirmarse. Una
señal determinante de que todavía existe una numerosa reserva de
trabajadores a la espera de que la economía recupere una senda
de crecimiento más elevada.
La presidenta de la Reserva
Federal formaba parte del consejo de gobernadores en 1994, cuando
se decidió una subida del precio del dólar que provocó una fuerte
caída de las cotizaciones de los bonos y las obligaciones, además
de un sonado desbarajuste en los mercados de divisas, en
especial en los países en vías de desarrollo.
La señora Yellen
está prestando gran atención a la evolución de las magnitudes
económicas antes de hacer caso a los dictámenes de la ortodoxia
monetaria.
Los mercados han entendido la idea y siguen más
atentos la evolución de la economía que los mensajes de las
autoridades encriptados en los comunicados de la Reserva
Federal.
Menos volatilidad y más confianza, en consecuencia, lo que debe
favorecer el incremento del empleo vía un mayor avance de la
producción.
Grecia y su efecto
Los
acontecimientos de Grecia apenas han repercutido en los mercados
financieros, a la vez que el oro, tradicional refugio en momentos
de incertidumbre está depreciándose frente al dólar.
En el mes de julio la cotización de la onza caía hasta los 1.088
dólares. Un nivel que se vio por última vez en marzo de 2010.
Ni
Grecia ni sus vaivenes ni el desplome de la bolsa china han pasado
factura. El precio del oro ha seguido cayendo. Ni los inversores
particulares ni los bancos centrales han mostrado el más mínimo
apetito para cubrirse de las incertidumbres buscando refugio en
el metal amarillo. En el corto plazo también ha influido que las
compras de oro del Banco Central de China han estado muy por debajo
de las previsiones de los expertos y del propio mercado.
Un
precio estable o incluso a la baja del oro es todo una buena
referencia para estimular el crecimiento de la economía a través
de políticas monetarias expansivas en el ancho territorio de la
OCDE.
Las debilidades de la economía real subsisten y son
particularmente dolorosas en el mercado de trabajo. No hay
inflación en el horizonte pero si todavía un número de
desempleados o de trabajadores con bajos salarios en los Estados
Unidos y por supuesto en mucho s países de la UE.
La economía
del mundo desarrollado avanza lentamente y por debajo del
potencial “el estancamiento de los salarios de la clase media es
un síntoma de la mayor y más prolongada crisis económica” ha dicho
Hillary Clinton en la presentación de su campaña electoral.
Todos
los días la prensa y los medios de comunicación dan cuenta de esa
lacerante emigración de quienes en los países en vías de desarrollo
no encuentran un puesto de trabajo. La política monetaria tendrá
que ser expansiva y otras políticas deberán no solo tomar el
relevo si no impulsar la carrera del crecimiento de la economía
real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario