La crisis
griega, en probable vías de solución, ha logrado que los temas de la
Unión Europea hagan hervir en la red, abran telediarios y tengan
titulares en primera página de los diarios. Bruselas vuelve a ser centro
del mundo, al menos informativo, como en anteriores crisis. En mi
experiencia de veterano routier en asuntos europeos, recuerdo que la
integración europea sólo ha ido avanzando de crisis en crisis. Y,
siempre también, bajo la atenta mirada del “amigo” americano.
El
Mercado Común de los seis Estados fundadores fue fruto, en buena
parte, de la aplicación de la ayuda del Plan Marshall sobre el que
reconstituyó Europa tras la II Guerra Mundial. Después, de crisis en
crisis, fue creciendo bajo diferentes nombres hasta la actual
Unión Europea de los 28 Estados miembros.
El balance de unas
jornadas como miembro del Team Europa, en la sede de la Comisión
Europea, sirvió para ponernos al día de hacia dónde va, o donde quiere
ir, la Unión Europea. Desde las políticas de Energía y Medio Ambiente –
que dirige el comisario Miguel Arias Cañete – hasta la asociación
para el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, en sus
siglas en inglés), o la Política Exterior de la UE.
La crisis
con Grecia ha implicado la presión estadounidense, desde el
presidente Barack Obama, con llamadas telefónicas a Angela Merkel y
Alexis Tsipras, hasta declaraciones de quien aspira a sucederle,
Hillary Clinton. Washington no se puede permitir una caída de Grecia
bajo la influencia de Rusia, en un momento en que Vladimir Putin se ha
anexado Crimea, sus tribunales ponen en duda la validez jurídica
de los países Bálticos – ayer miembros de la UE y la OTAN, esta última
también con sede en Bruselas y ultimando una espectacular nueva
sede – o la amenaza de cerrojo de suministro de gas natural a
Ucrania y otros países del Este europeo, miembros de la UE. Sin
olvidar, naturalmente, la posición geoestratégica de Grecia,
cuyo puerto del Pireo está en vías de ser comprado por China. La crisis
Grecia va más allá del euro.
Pero, en un momento en que Estados
Unidos está ultimando su acuerdo comercial Transpacífico, los
negociadores comunitarios – en una sala blindada, sin ventanas y
sin poder entrar móviles, para evitar el espionaje – avanzan en la
elaboración del acuerdo comercial Transatlántico, cuyos
principales ejes, desde la autoridad de arbitraje en casos de
litigios, a la protección de los principios y derechos
laborales adquiridos, fueron aprobados ayer en el Parlamento
Europeo, en Estrasburgo. Un acuerdo que cubrirá un área comercial de
casi 900 millones de habitantes, desde Hawai hasta Lituania,
generará el 60 % del PIB mundial y que Bruselas y Washington esperan
concluir a primeros del próximo año 2016.
El Parlamento
Europeo fue también el foro para expresar las posiciones políticas
del gobierno griego, por parte del primer ministro Tsipras, mientras
colocan sobre la mesa del Eurogrupo la demanda del un tercer Plan de
Rescate para Grecia, aflojando en reformas en pensiones, pero sin
tocar el gasto militar. Un sector, el militar, al que tampoco es
inocente el “amigo” americano, siempre implicado en los asuntos
europeos. Más aún cuando Rusia mantiene la presión sobre Ukrania, o
lidera, en el conjunto de los BRICS, la creación de un Banco de
Desarrollo, con un fondo inicial de 100.000 millones de dólares,
para socavar el monopolio del FMI. Por todo ello Estados Unidos sigue
muy atento el desarrollo de la crisis de la Unión Europea, hoy
centrada en el problema con Grecia, por su impacto más allá del euro.
(*) Periodista
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