Mientras siguen las especulaciones sobre el malestar del staff de
Moncloa con el ministro de Economía y Competencia Luis De Guindos, tras
su fracaso para conseguir la Presidencia del Eurogrupo, objetivo de
Mariano Rajoy, desde que ganó las elecciones generales de 2011, el
interesado guarda un escrupuloso silencio. Un silencio que se ha
prolongado aún después del debate parlamentario del miércoles en torno
al último Consejo Europeo, en el que fue objeto de todo tipo de
críticas, sin encontrar, según su entorno, el suficiente apoyo por parte
del Presidente del Gobierno, especialmente cuando el líder de la
oposición Pedro Sánchez, le echó en cara que alguien que había pedido el
rescate bancario para España, no podía aspirar a la Presidencia del
Eurogrupo.
Refugiado en su escaño, el ministro de Economía tuvo que soportar
todo tipo de ataques personales con una cara descompuesta y sin
posibilidad, por el formato del debate, de intervenir. Por eso, cada vez
sorprende más el silencio que sigue guardando, sin dar su opinión más
allá de ese lugar común compartido por Rajoy de que “unas veces se gana
y, otras, se pierde”. En esta ocasión la derrota parecía clara desde el
pasado mes de abril cuando su contrincante, el holandés Jeroen
Dijsselbloem, tenía atada prácticamente la mayoría, como este cronista
anunció en esta misma sección, ante la negativa de fuentes del propio
Ministerio que insistían en que se contaba con el seguro voto de
Alemania, sin tener en cuenta que en el Eurogrupo todos los votos valen
lo mismo. En la Moncloa creen que De Guindos ha cometido errores, que no
ha luchado suficientemente y que daba el puesto por conseguido por el
apoyo de la canciller alemana.
Según Financial Times no solo los griegos se lamentan de una
“humillante derrota” en Bruselas, ya que España también ha sufrido una
importante derrota y un punzante revés. A pesar del feroz cabildeo de
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, y pese al respaldo
alemán, Madrid no logró lo que deseaba a toda costa. “De Guindos
pierde y hunde a España en la irrelevancia política”, se comentaba en
España. Durante gran parte de los doce meses pasados, De Guindos estaba
considerado como presidenciable. La verdad es que España lleva tiempo
infrarrepresentada entre los altos cargos de la UE, por lo que se le
debía un gran cargo. El pasado año, cuando los jefes de Gobierno de la
UE reñían por los mayores puestos en la Comisión Europea y el Consejo
Europeo, Rajoy se mantuvo deliberadamente al margen, creyendo que se
había asegurado una promesa implácita de que a De Guindos se la
concedería el cargo del Eurogrupo. El nombramiento del español,
además, sería visto como una bien merecida recompensa a un Gobierno
que “había hecho los deberes” durante la crisis de la Eurozona y cuya
economía está ahora en rumbo de crecer más del 3% este año.
Aunque, al parecer el ministro español perdió ante Jeroen
Dijsselbloem, por un estrecho margen (de nueve contra diez votos, según
algunos; de siete contra doce, según otros) aceptó respaldar al
holandés en la segunda ronda de la votación para asegurar el respaldo
unánime y que no pasase lo que en la primera elección que salió elegido
el holandés con el voto en contra de España. Sin la perspectiva de un
cargo europeo de alto perfil, es probable que De Guindos abandone la
política española tras las elecciones generales. Él ya lo anunció
antes de que se votase anunciando que no pensaba repetir en el cargo,
argumento que utilizó Dijsselbloem para desmontar la candidatura del
español que no podía presidir el Eurogrupo sin tener la cartera de
Economía. Algo que la Moncloa interpretó como un gran error estratégico.
Para Rajoy, el no haber logrado que su hombre fuese elegido es
doloroso. Le hubiese gustado pregonar el nombramiento de De Guindos como
símbolo del nuevo estatus de España como la economía de más rápido
crecimiento de la Eurozona y como alumno estrella y modélico. Hubiese
sido un logro a exhibir en la próxima campaña. En vez de eso, le hace
parecer aislado e impotente. Durante los dos últimos años, España ha
presentado pocas demandas a sus socios en la Eurozona. Haber sido
rechazada en una cuestión relativamente simple como la Presidencia del
Eurogrupo dará que pensar en Madrid, pero puede que también en
Bruselas. De un modo u otro, España exigirá compensación.
El periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung sostiene
que difícilmente se habría entendido que el Eurogrupo hubiese votado en
contra de un actual Presidente muy respetado. Además, en el grupo de
sus compañeros De Guindos ha actuado en los últimos meses de forma
más bien polarizadora, puesto que, principalmente por razones de
política interna, ha empleado un tono más áspero que la mayoría de
los demás para defender una política inflexible frente a Atenas. Nada
sería ahora más nefasto para el Gobierno español que la impresión de
que una tozuda oposición a las exigencias de austeridad y reforma de
los acreedores pueda acabar siendo rentable. En todo caso, el Gobierno
español está decepcionado de que el ministro de Finanzas alemán,
Wolfgang Schäuble, tan sólo haya apoyado a De Guindos con poco
entusiasmo en las últimas semanas. Schäuble dio a entender en varias
ocasiones que se sentía vinculado a la promesa de Merkel pero que, aun
así, considera a Dijsselbloem como un presidente excelente.
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