MURCIA.- Miembro de la candidatura Claro que Podemos al Consejo Ciudadano autonómico, el catedrático Francisco Jarauta ha impartido esta noche en el Aulario de 'La Merced' de la Universidad de Murcia una charla titulada 'Claves del cambio político' con especial referencia a la Región de Murcia.
El catedrático emérito de Filosofía ha reunido a más de 200 personas ávidas de escucharle sobre el necesario cambio político en Murcia, que ya se avecina, aunque ha advertido sobre la necesidad de contar con programas políticos precisos sobre todas y cada una de las cosas a abordar a partir de un eventual triunfo electoral.
Jarauta, miembro activo de Podemos, desgranó esta noche el proceso que ha conducido a nuestra sociedad a un estatuto de la ciudadanía mutilado por los intereses de una minoría de parásitos a los que nadie eligió y que, desde la penumbra y amparados en una máquina mediática abiertamente mercenaria y encanallada, pretenden imponer la estrecha visión que está acorde con sus intereses, al tiempo que proyecta un cono de sombra sobre todo aquello que no desean ver tematizado en la esfera de la opinión pública.
El nivel de degradación alcanzado en todos los ordenes de la vida exige reconstruir un futuro en el que su horizonte esté presidido por los valores morales que desde la Revolución Francesa habían ido abriéndose paso, de manera lenta pero decidida hasta el presente, en el que la ofensiva de aparentes anónimas fuerzas amenazan con reducir a cenizas décadas de lucha y conquistas.
Es tiempo, por consiguiente, de confrontación a todos los niveles para volver a recuperar una inercia moral hoy puesta en entredicho. A juicio del venerable profesor Jarauta, las dos últimas décadas han sido tiempos de una profunda aceleración que, a diferencia de lo vivido en los siglos XIX y XX, se habían mostrado con signo positivo pese las puntuales pero bárbaros hechos que los han jalonado, lo que caracteriza al actual proceso es el hecho de que todos seremos perdedores si la ciudadanía no se transforma en fuerza activa capaz de revertir el proceso y lo reoriente en vías cuya categoría central de pensamiento sea el concepto de humanidad; el único que en la actualidad nos puede llevar a imaginar una realidad en la que se contengan los grandes valores de ésta, incluido el bienestar de toda la población.
El neomaltusianismo en el que encuentran apoyo los tecnócratas de unos gestores más cercanos a una “convención de contables” que a un gobierno que hace política para mejorar las condiciones de sus conciudadanos y de aquellos que acabaran siéndolo por la caducidad inducida por el crecimiento demográfico y los movimientos de población de proporciones bíblicas del conjunto de artificiales artefactos administrativo con los que hemos pensado el irreal sistema de Estados heredado de la llamada Paz de Westfalia, los movimientos sociales cuestionan conceptos y categorías e imponen otros como alternativa; cuando no, la misma realidad.
A la encarnación del sujeto político representante del Capital que, en su voracidad, ha modificado a su antojo y beneficio las estructuras transnacionales de poder al tiempo que construye otras para reducir a irrisoria anécdota los derechos políticos y sociales devengados de la condición de ciudadano insertado en un espacio político estatal la respuesta, llegó con cierto retraso pero vigorosa.
Es ante estos nuevos amos sin embridar que están surgiendo movimientos de oposición frontal que aspiran de diferente manera y con diversos medios a restablecer las bases morales de la sociedad. En nuestro país la punta de lanza cristalizó hace meses en la posiciones de Podemos como nuevo sujeto político.
Vista desde la inmediatez, puede parecer que es una simple reacción, pero una reflexión que busque el subtexto del movimiento social que está detrás de dicha formación, observará que nos encontramos ante la redefinición del espacio social sobre el que se asientan los dispositivos políticos actuales.
De dicho “nuevo espacio social” a construir se desprende una exigencia de mediación de nuevas relaciones con las fuerzas políticas que nos representan en un sistema de partidos caduco en su actual formato; de una nueva y simétrica vinculación de las organizaciones sindicales con el mundo del trabajo; de una reinvención del sistema educativo que no sea refugio de rentistas de precarios saberes; de un reposicionamiento con todos los sectores del aparato administrativo del Estado que dé preeminencia a la ciudadanía y sus derechos sobre los corporativismos fosilizados etc.
Para el profesor Jarauta el “Qué hacer” se centra en tres objetivos de inmediata exigencia. En primer lugar el establecimiento de los contornos de los problemas más inmediatos y su soluciones; algo que debe concretarse en un claro programa de actuación que, en su formulación, ya introduzca la contundencia necesaria para cambiar de raíz una realidad calamitosa y recuperar la moralidad hoy ausente en la política de nuestro país y región.
La segunda tarea es construir la democracia sobre nuevas bases que trasmuten la verticalidad que rige en los actuales partidos por una horizontalidad con vocación a la transversalidad. Y por último, la permeabilidad; los programas de actuación y las acciones deben llegar a todos los rincones para su conocimiento y valoración continua por los ciudadanos.
Sólo actuando de ésta manera conseguiremos abandonar la pesadilla diaria del mal funcionamiento de las cosas y adquirir la plena capacidad de ciudadanos; condición que en definitiva es lo que se trata de recuperar con un contenido superior al que hasta el momento ha conocido la Historia, concluyó el profesor Jarauta.
Jarauta, miembro activo de Podemos, desgranó esta noche el proceso que ha conducido a nuestra sociedad a un estatuto de la ciudadanía mutilado por los intereses de una minoría de parásitos a los que nadie eligió y que, desde la penumbra y amparados en una máquina mediática abiertamente mercenaria y encanallada, pretenden imponer la estrecha visión que está acorde con sus intereses, al tiempo que proyecta un cono de sombra sobre todo aquello que no desean ver tematizado en la esfera de la opinión pública.
El nivel de degradación alcanzado en todos los ordenes de la vida exige reconstruir un futuro en el que su horizonte esté presidido por los valores morales que desde la Revolución Francesa habían ido abriéndose paso, de manera lenta pero decidida hasta el presente, en el que la ofensiva de aparentes anónimas fuerzas amenazan con reducir a cenizas décadas de lucha y conquistas.
Es tiempo, por consiguiente, de confrontación a todos los niveles para volver a recuperar una inercia moral hoy puesta en entredicho. A juicio del venerable profesor Jarauta, las dos últimas décadas han sido tiempos de una profunda aceleración que, a diferencia de lo vivido en los siglos XIX y XX, se habían mostrado con signo positivo pese las puntuales pero bárbaros hechos que los han jalonado, lo que caracteriza al actual proceso es el hecho de que todos seremos perdedores si la ciudadanía no se transforma en fuerza activa capaz de revertir el proceso y lo reoriente en vías cuya categoría central de pensamiento sea el concepto de humanidad; el único que en la actualidad nos puede llevar a imaginar una realidad en la que se contengan los grandes valores de ésta, incluido el bienestar de toda la población.
El neomaltusianismo en el que encuentran apoyo los tecnócratas de unos gestores más cercanos a una “convención de contables” que a un gobierno que hace política para mejorar las condiciones de sus conciudadanos y de aquellos que acabaran siéndolo por la caducidad inducida por el crecimiento demográfico y los movimientos de población de proporciones bíblicas del conjunto de artificiales artefactos administrativo con los que hemos pensado el irreal sistema de Estados heredado de la llamada Paz de Westfalia, los movimientos sociales cuestionan conceptos y categorías e imponen otros como alternativa; cuando no, la misma realidad.
A la encarnación del sujeto político representante del Capital que, en su voracidad, ha modificado a su antojo y beneficio las estructuras transnacionales de poder al tiempo que construye otras para reducir a irrisoria anécdota los derechos políticos y sociales devengados de la condición de ciudadano insertado en un espacio político estatal la respuesta, llegó con cierto retraso pero vigorosa.
Es ante estos nuevos amos sin embridar que están surgiendo movimientos de oposición frontal que aspiran de diferente manera y con diversos medios a restablecer las bases morales de la sociedad. En nuestro país la punta de lanza cristalizó hace meses en la posiciones de Podemos como nuevo sujeto político.
Vista desde la inmediatez, puede parecer que es una simple reacción, pero una reflexión que busque el subtexto del movimiento social que está detrás de dicha formación, observará que nos encontramos ante la redefinición del espacio social sobre el que se asientan los dispositivos políticos actuales.
De dicho “nuevo espacio social” a construir se desprende una exigencia de mediación de nuevas relaciones con las fuerzas políticas que nos representan en un sistema de partidos caduco en su actual formato; de una nueva y simétrica vinculación de las organizaciones sindicales con el mundo del trabajo; de una reinvención del sistema educativo que no sea refugio de rentistas de precarios saberes; de un reposicionamiento con todos los sectores del aparato administrativo del Estado que dé preeminencia a la ciudadanía y sus derechos sobre los corporativismos fosilizados etc.
Para el profesor Jarauta el “Qué hacer” se centra en tres objetivos de inmediata exigencia. En primer lugar el establecimiento de los contornos de los problemas más inmediatos y su soluciones; algo que debe concretarse en un claro programa de actuación que, en su formulación, ya introduzca la contundencia necesaria para cambiar de raíz una realidad calamitosa y recuperar la moralidad hoy ausente en la política de nuestro país y región.
La segunda tarea es construir la democracia sobre nuevas bases que trasmuten la verticalidad que rige en los actuales partidos por una horizontalidad con vocación a la transversalidad. Y por último, la permeabilidad; los programas de actuación y las acciones deben llegar a todos los rincones para su conocimiento y valoración continua por los ciudadanos.
Sólo actuando de ésta manera conseguiremos abandonar la pesadilla diaria del mal funcionamiento de las cosas y adquirir la plena capacidad de ciudadanos; condición que en definitiva es lo que se trata de recuperar con un contenido superior al que hasta el momento ha conocido la Historia, concluyó el profesor Jarauta.
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