Mientras Artur Mas insistía ayer en que habrá consulta en
pos de la autodeterminación, por las buenas o por las malas, el
presidente de Freixenet, Josep Lluís Bonet, advertía desde Cataluña que
su empresa está sufriendo el boicot en la compra de su cava tanto en
Cataluña como en el resto de España. En Cataluña por declararse contra
de la independencia y en toda España porque el desafío del
independentismo catalán está causando, paulatinamente, estragos
indiscriminados en el consumo y la venta de productos catalanes.
Y a no perder de vista el sector de la banca y los servicios que no olvidan, y ya sufrieron la que se llamó ‘guerra del cava’ como bien recordará el señor Bonet. Una guerra que, colateralmente, llegó al sector bancario, -y todo ello por un asunto menor porque Carod Rovira dijo que no había que beber vino de Rioja- por lo que ante el eventual desafío frontal al Estado, que se acerca en 2014, todos deben estar muy atentos. En especial una entidad como el Banco Sabadell que se presenta, ante los ojos de algunos observadores, como un flanco débil de la cadena catalana.
No en vano y desde que Juan María Nin abandonó dicha entidad para incorporarse a La Caixa y luego a Caixabank, este banco que preside Josep Oliú mantiene un perfil bajo y un tanto confuso ante el debate secesionista. Y por más que el señor Oliú se mostrara contrario -aunque sin alharacas- a la secesión y hayan circulado noticias -como las el Grupo Planeta- sobre el posible traslado de su sede social fuera de Cataluña porque en torno a este banco, de tamaño mediano, se han detectado -por su marca, dudas y el uso de la lengua catalana en sus cajeros y en cartas a los clientes- una escalada de deserciones entre sus clientes que, si al día de aún no parece importante, podría convertirse en elemento de la máxima preocupación a corto o medio plazo.
De hecho sus últimas e intensivas campañas publicitarias -de las que se benefician los medios independentistas, al igual que sigue manteniendo sus créditos y ayudas a los partidos y organizaciones catalanas independentistas- desvelan una cierta preocupación de la cúpula del Sabadell, que puede ir en aumento a medida que se acerca el año 2014. El que, sin lugar a dudas, será el año del desafío independentista de Artur Mas y de los partidos que lo apoyan, CiU y ERC.
Y si esto sigue así no sería de extrañar que los clientes de Banco Sabadell empezaran a preocuparse por sus ahorros e inversiones, de igual manera que el Banco de España debería estar preocupado a este respecto con el Banco Sabadell, haciendo un seguimiento detallado de su situación. No en vano éstas son cuestiones muy delicadas y sensibles en las que, en caso de detectarse una ‘fuga’ continuada de clientes, se encenderían todas las alarmas y ello podría desencadenar una crisis, e incluso una posible intervención de dicha entidad.
Intervenida está, y por motivos muy diferentes y sin visos de una solución estable -y sometidos sus directivos, con Narcis Serra a la cabeza- a una investigación judicial, Catalunyacaixa. Por lo que solo faltaba que se abriese una crisis en torno al Banco Sabadell que al parecer tiene el 80 % de sus clientes en el lado españolista, dentro y fuera de Cataluña. Lo que podría provocar la sospecha de que con fondos españolistas el Banco Sabadell financia o ayuda al independentismo catalán, que actúa contra la unidad de España.
Y si no que Julia Otero, la entrevistadora ‘oficial’ de este Banco Sabadell, que le pregunte al señor Oliú cuánto dinero dio el banco en los últimos años a los partidos, organizaciones y los medios de comunicación que están a favor de la independencia de Cataluña. Datos que, a buen seguro, interesarían y mucho a los clientes del Banco Sabadell.
El que además no tiene la coraza ‘sistémica’ de Caixabank, ni su tamaño y enorme influencia y positiva capacidad de gestión y de innovación (Caixabank acaba de ser nombrado el mejor banco del mundo en innovación). Como no cuenta con la eficacia de Juan María Nin -que ellos tan bien conocen- ni con la astucia de Isidre Fainé, quien se mueve como sigiloso pez en las aguas de Madrid y Barcelona. De ahí que si lo del boicot que anuncia Freixenet -por más que su presidente Bonet diga que le afecta más en lo moral que en lo económico- crece y se extiende en el conjunto del entramado empresarial, financiero y de servicios de Cataluña, el Banco Sabadell estará en el punto de mira del españolismo. Sobre todo si Artur Mas -que no parece tener marcha atrás en su loca cabalgada- se lanzan a tumba abierta hacia la autodeterminación o hacia una consulta ilegal. De manera que mucho cuidado con el Banco Sabadell, porque sus clientes también tendrán, sobre todo esto, algo que decir o incluso decidir.
Y a no perder de vista el sector de la banca y los servicios que no olvidan, y ya sufrieron la que se llamó ‘guerra del cava’ como bien recordará el señor Bonet. Una guerra que, colateralmente, llegó al sector bancario, -y todo ello por un asunto menor porque Carod Rovira dijo que no había que beber vino de Rioja- por lo que ante el eventual desafío frontal al Estado, que se acerca en 2014, todos deben estar muy atentos. En especial una entidad como el Banco Sabadell que se presenta, ante los ojos de algunos observadores, como un flanco débil de la cadena catalana.
No en vano y desde que Juan María Nin abandonó dicha entidad para incorporarse a La Caixa y luego a Caixabank, este banco que preside Josep Oliú mantiene un perfil bajo y un tanto confuso ante el debate secesionista. Y por más que el señor Oliú se mostrara contrario -aunque sin alharacas- a la secesión y hayan circulado noticias -como las el Grupo Planeta- sobre el posible traslado de su sede social fuera de Cataluña porque en torno a este banco, de tamaño mediano, se han detectado -por su marca, dudas y el uso de la lengua catalana en sus cajeros y en cartas a los clientes- una escalada de deserciones entre sus clientes que, si al día de aún no parece importante, podría convertirse en elemento de la máxima preocupación a corto o medio plazo.
De hecho sus últimas e intensivas campañas publicitarias -de las que se benefician los medios independentistas, al igual que sigue manteniendo sus créditos y ayudas a los partidos y organizaciones catalanas independentistas- desvelan una cierta preocupación de la cúpula del Sabadell, que puede ir en aumento a medida que se acerca el año 2014. El que, sin lugar a dudas, será el año del desafío independentista de Artur Mas y de los partidos que lo apoyan, CiU y ERC.
Y si esto sigue así no sería de extrañar que los clientes de Banco Sabadell empezaran a preocuparse por sus ahorros e inversiones, de igual manera que el Banco de España debería estar preocupado a este respecto con el Banco Sabadell, haciendo un seguimiento detallado de su situación. No en vano éstas son cuestiones muy delicadas y sensibles en las que, en caso de detectarse una ‘fuga’ continuada de clientes, se encenderían todas las alarmas y ello podría desencadenar una crisis, e incluso una posible intervención de dicha entidad.
Intervenida está, y por motivos muy diferentes y sin visos de una solución estable -y sometidos sus directivos, con Narcis Serra a la cabeza- a una investigación judicial, Catalunyacaixa. Por lo que solo faltaba que se abriese una crisis en torno al Banco Sabadell que al parecer tiene el 80 % de sus clientes en el lado españolista, dentro y fuera de Cataluña. Lo que podría provocar la sospecha de que con fondos españolistas el Banco Sabadell financia o ayuda al independentismo catalán, que actúa contra la unidad de España.
Y si no que Julia Otero, la entrevistadora ‘oficial’ de este Banco Sabadell, que le pregunte al señor Oliú cuánto dinero dio el banco en los últimos años a los partidos, organizaciones y los medios de comunicación que están a favor de la independencia de Cataluña. Datos que, a buen seguro, interesarían y mucho a los clientes del Banco Sabadell.
El que además no tiene la coraza ‘sistémica’ de Caixabank, ni su tamaño y enorme influencia y positiva capacidad de gestión y de innovación (Caixabank acaba de ser nombrado el mejor banco del mundo en innovación). Como no cuenta con la eficacia de Juan María Nin -que ellos tan bien conocen- ni con la astucia de Isidre Fainé, quien se mueve como sigiloso pez en las aguas de Madrid y Barcelona. De ahí que si lo del boicot que anuncia Freixenet -por más que su presidente Bonet diga que le afecta más en lo moral que en lo económico- crece y se extiende en el conjunto del entramado empresarial, financiero y de servicios de Cataluña, el Banco Sabadell estará en el punto de mira del españolismo. Sobre todo si Artur Mas -que no parece tener marcha atrás en su loca cabalgada- se lanzan a tumba abierta hacia la autodeterminación o hacia una consulta ilegal. De manera que mucho cuidado con el Banco Sabadell, porque sus clientes también tendrán, sobre todo esto, algo que decir o incluso decidir.
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