MURCIA.- La Consejería de Agricultura y Agua, a través
del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y
Alimentario (IMIDA), desarrolla un programa de mejora genética para
obtener nuevas variedades de uva de ciclo más largo y que produzcan
vinos de mayor calidad, aromáticos, con mucho cuerpo, color y paladar
agradable.
Para ello, realiza cruzamientos entre clones seleccionados de la
variedad Monastrell con otras como Cabernet Sauvignon, Syrah,
Tempranillo y Barbera, según han informado fuentes del Gobierno regional
en un comunicado.
El director del IMIDA, Adrián Martínez, destacó que, previamente,
se estudió a fondo el material vegetal de la principal variedad que se
cultiva en la Región, la Monastrell. Martínez explicó que "se obtuvieron
16 clones de esta variedad libres de virus que están a disposición de
los viticultores y posteriormente se abordó el estudio de nuevo material
vegetal foráneo que pudiera complementar y mejorar el autóctono".
Tras esto, se constituyó una colección de 70 variedades de uva (40
tintas y 30 blancas), para seleccionar las que mejor se adaptaban a las
condiciones de clima y suelo de la Región. "El siguiente paso, si
queríamos seguir avanzando en la mejora, era plantearse producir
nuestras propias variedades y eso es lo que venimos haciendo desde
finales de la década de los 90", apuntó el director del IMIDA.
Y es que, el equipo de Viticultura del IMIDA ha experimentado más
de 2.000 híbridos intervarietales, de los que ya se han preseleccionado
algunos y se han realizado elaboraciones en la bodega experimental.
Se pretende que las nuevas variedades respondan bien a los retos
del cambio climático. Según Adrián Martínez, "si la perspectiva es que
el clima va a ser cada vez más cálido, habrá que obtener variedades de
ciclo más largo, que no maduren en pleno verano, porque entonces la
maduración sería muy arrebatada, sino en otoño, con temperaturas un poco
más suaves, que mejorarían la calidad de la uva".
Los ensayos de los híbridos preseleccionados, realizados en fincas
experimentales y de agricultores, en las principales zonas productoras
de la Región, han dado resultados prometedores, según Adrián Martínez.
"Tenemos un material sensible que en su día registraremos y
patentaremos, pero aún es pronto para ponerlo en manos de los
agricultores".
Asimismo, añadió que "unos tres o cuatro años de experimentación.
La uva de vino tiene que adaptarse bien al entorno, comportarse bien en
campo y producir los vinos que los consumidores están demandando".
El programa de mejora de uva para vinificación del IMIDA integra
tanto métodos clásicos como herramientas moleculares. Según la
investigadora Leonor Ruiz, los marcadores moleculares permiten
diferenciar unos individuos de otros en base a las variaciones en su
secuencia de ADN, es decir, en función de las diferencias en su
genotipo.
En este sentido, apuntó que gracias a los trabajos de la comunidad
científica que investiga en este campo, ya se dispone de un marcador
molecular que permite determinar el color de las bayas antes de que la
planta entre en producción y se pueda observar en campo el color de la
uva.
Siguiendo esta estrategia, dentro del programa de mejora del IMIDA
se ha utilizado una progenie de uva de vinificación obtenida del
cruzamiento entre las variedades Monastrell y Syrah. Por un lado, la
extracción de ADN de las 230 plantas que forman esta progenie y de las
variedades parentales, ha permitido obtener el genotipo de las mismas
para un total de 242 marcadores moleculares, así como la construcción de
un mapa genético para Monastrell y otro para Syrah.
Por otro lado, se han evaluado las variaciones de los fenotipos de
esta progenie durante varias campañas. El análisis estadístico de los
datos genotípicos y fenotípicos ha permitido identificar, hasta el
momento, regiones cromosómicas implicadas en el control de la fecha de
brotación y envero, del índice de fertilidad, peso de la baya y
contenido total de fenoles.
Leonor Ruiz concluyó que es importante seguir evaluando dicha
progenie en distintas campañas, de manera que se puedan identificar
marcadores moleculares que permitan una selección más eficaz de nuevas
variedades.
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