VALENCIA.- El exvicepresidente de la CAM Antonio Gil Terrón lamentó ayer que, tras
dedicar 17 años de su vida a Caja Mediterráneo, "con toda la ilusión" y
"todo el cariño del mundo", al final "lo único" que se ha encontrado es
"un cubo de basura encima" de su cabeza, pues ha acabado con un "mal
sabor de boca" y no le ha quedado "nada", según la crónica de esta comparecencia que publica hoy el diario 'Levante'.
Gil Terrón, quien entró en la
CAM en 1993 y desde 1995 hasta enero de 2010 fue vicepresidente del
consejo de administración y presidente del consejo territorial de
Valencia, se pronunció así en la comisión de Les Corts que investiga la
intervención de la CAM por parte del Banco de España. Lamentó la
tardanza de la Audiencia Nacional en resolver el pliego de cargos
formulado por el Banco de España contra 49 exmiembros de la CAM, una
"espada de Damocles" que les hace estar en una "lista negra" que les
invalida para poder trabajar en alguna sociedad, y que puede suponer
sanciones de entre 150.000 y 500.000 euros.
Como expresidente de la comisión de retribuciones, defendió que las propuestas las formulaba "lógicamente" el equipo directivo, y la comisión vigilaba que las retribuciones estuvieran siempre "dentro de la media del sector" y no se hicieran "cosas extrañas", para lo cual recurrían a consultoras externas. Respecto a lo que cobraban, afirmó que "se es consciente del riesgo que se estaba asumiendo si no se hacían las cosas bien" y destacó que fue el director general el que propuso que el presidente cobrara dietas de 300.000 euros. Defendió que, durante los 17 años que estuvo en la CAM, "por supuesto" que se enteraba de lo que se hacía en la caja, porque "estaba encima" y aseguró que jamás oyó en ningún consejo de administración que hubiera "la más mínima salvedad negativa" sobre la gestión de la entidad. Según Gil Terrón, cuando él se fue de la CAM, a principios de 2010, el ejercicio daba beneficios y "se intuía" que había una "crisis importante", pero "jamás se habló de crisis de tesorería" o de problemas para el futuro inmediato. El exvicepresidente, quien admitió, a preguntas del socialista Ángel Luna, que la CAM dio un préstamo de 3,14 millones a una empresa suya mientras formaba parte del consejo, reivindicó sobre las cuentas que se les presentaban que "cada uno llega hasta donde llega", pero destacó que llegaban revisadas por la auditorías interna y externa, que nunca hicieron "la más mínima salvedad", y contaban con el control del Instituto Valenciano de Finanzas y el Banco de España.
Precisamente, el exdirector general de este instituto y exvicepresidente de la comisión de control de la CAM José Manuel Uncio aseguró ayer en el mismo foro que el conocimiento que este órgano supervisor tenía de la situación de la caja era "limitado", porque se le había "hurtado" una serie de información que habría sido "importante". Uncio señaló que la comisión de control solo puede actuar cuando existen pruebas "evidentísimas" de que se ha producido una actuación que pudiera "lesionar patrimonialmente a la caja", y no vale, añadió, "una clasificación genérica de que las cosas no se hacen bien". Sobre el IVF, afirmó que la función de supervisión de este organismo sobre las cajas valencianas era más un "desiderátum político que una capacidad real", y que nunca se le reclamó esa competencia, que "en términos efectivos y reales ha estado en el Banco de España".
Como expresidente de la comisión de retribuciones, defendió que las propuestas las formulaba "lógicamente" el equipo directivo, y la comisión vigilaba que las retribuciones estuvieran siempre "dentro de la media del sector" y no se hicieran "cosas extrañas", para lo cual recurrían a consultoras externas. Respecto a lo que cobraban, afirmó que "se es consciente del riesgo que se estaba asumiendo si no se hacían las cosas bien" y destacó que fue el director general el que propuso que el presidente cobrara dietas de 300.000 euros. Defendió que, durante los 17 años que estuvo en la CAM, "por supuesto" que se enteraba de lo que se hacía en la caja, porque "estaba encima" y aseguró que jamás oyó en ningún consejo de administración que hubiera "la más mínima salvedad negativa" sobre la gestión de la entidad. Según Gil Terrón, cuando él se fue de la CAM, a principios de 2010, el ejercicio daba beneficios y "se intuía" que había una "crisis importante", pero "jamás se habló de crisis de tesorería" o de problemas para el futuro inmediato. El exvicepresidente, quien admitió, a preguntas del socialista Ángel Luna, que la CAM dio un préstamo de 3,14 millones a una empresa suya mientras formaba parte del consejo, reivindicó sobre las cuentas que se les presentaban que "cada uno llega hasta donde llega", pero destacó que llegaban revisadas por la auditorías interna y externa, que nunca hicieron "la más mínima salvedad", y contaban con el control del Instituto Valenciano de Finanzas y el Banco de España.
Precisamente, el exdirector general de este instituto y exvicepresidente de la comisión de control de la CAM José Manuel Uncio aseguró ayer en el mismo foro que el conocimiento que este órgano supervisor tenía de la situación de la caja era "limitado", porque se le había "hurtado" una serie de información que habría sido "importante". Uncio señaló que la comisión de control solo puede actuar cuando existen pruebas "evidentísimas" de que se ha producido una actuación que pudiera "lesionar patrimonialmente a la caja", y no vale, añadió, "una clasificación genérica de que las cosas no se hacen bien". Sobre el IVF, afirmó que la función de supervisión de este organismo sobre las cajas valencianas era más un "desiderátum político que una capacidad real", y que nunca se le reclamó esa competencia, que "en términos efectivos y reales ha estado en el Banco de España".
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