El test de estrés realizado por Oliver Wyman ha dejado dos grandes
perdedores, que difícilmente podrán esquivar la nacionalización: BMN,
surgida de la fusión de Sa Nostra, Caixa Penedès, Caja Murcia y Caja
Granada; y Liberbank, formada por Cajastur, Caja Extremadura y Caja
Cantabria.
Pocos recuerdan ahora que a mediados de mayo numerosos medios
de comunicación daban por hecho que ambas entidades se fusionarían, en
una operación de la que habría surgido el séptimo grupo financiero
español, con unos activos de más de 120.000 millones de euros.
Las entidades parecían encajar, ya que apenas existía solapamiento en sus redes e incluso se avanzaba el reparto de poder, con una presidencia que quedaría en manos de Carlos Egea (presidente de BMN) hasta su jubilación, momento en que sería relevado por Manuel Menéndez (Liberbank).
Sin embargo, en sólo cuatro meses las cosas han cambiado mucho: BMN siguió en solitario pese a tener continuos contactos y Liberbank apostó por una integración con Ibercaja, que la entidad aragonesa ha roto ante el déficit de capital detectado por Oliver Wyman, por lo que ahora ambas podrían acabar en manos del Estado. BMN necesita 2.208 millones de euros para cumplir con el test de estrés, mientras que Liberbank necesita 1.198 millones.
Las entidades parecían encajar, ya que apenas existía solapamiento en sus redes e incluso se avanzaba el reparto de poder, con una presidencia que quedaría en manos de Carlos Egea (presidente de BMN) hasta su jubilación, momento en que sería relevado por Manuel Menéndez (Liberbank).
Sin embargo, en sólo cuatro meses las cosas han cambiado mucho: BMN siguió en solitario pese a tener continuos contactos y Liberbank apostó por una integración con Ibercaja, que la entidad aragonesa ha roto ante el déficit de capital detectado por Oliver Wyman, por lo que ahora ambas podrían acabar en manos del Estado. BMN necesita 2.208 millones de euros para cumplir con el test de estrés, mientras que Liberbank necesita 1.198 millones.
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