sábado, 2 de junio de 2012

Adiós a la CAM / Felipe Pérez Morales

Tras el beneplácito de Bruselas y con ayudas mil millonarias del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), el Banco de Sabadell se ha hecho por fin con el control de la CAM por el precio simbólico de un euro. 
 
Trabajé en la Caja de Sureste, después de Alicante y Murcia y, al final, Caja Mediterráneo durante 39 años, 12 como director de oficinas y asesor de métodos y los últimos 27 (1972-1999), como auditor de oficinas y servicios centrales. Conocí la profesionalidad y rigor de los inspectores del Banco de España (BdE), por lo que no puedo entender la pasividad del supervisor, incumpliendo durante años la Ley 26/1988 sobre Disciplina e Intervención de las Entidades de Crédito, pasividad que también ha afectado a otras cajas y bancos, como estamos viendo en estos días. 
 
He leído con detenimiento el informe de 49 folios emitido por la inspección del BdE el 25 de enero pasado, en el que se relatan hechos puestos de manifiesto «en el curso de los trabajos puntuales de inspección 'in situ' realizados durante los ejercicios 2008, 2009, 2010 y 2011», y ¿qué medidas se adoptaron en estos años? Pues al parecer ninguna hasta julio de 2011, cuando la Ley 13/1994 en su artículo 23.1.f. facultaba al BdE, en cualquier momento, para «acordar respecto a ellas y a sus órganos de administración y dirección la incoación de expedientes sancionadores y las medidas de intervención, de sustitución de sus administraciones o cualesquiera otras medidas». De haberse actuado a tiempo, la situación hubiese sido muy distinta, creo que más barata para el FGD, y la CAM hubiera salido adelante. 
 
Me resisto a creer que por parte de alguien en el seno del BdE existiese animadversión hacia la CAM, pero de ser así debió pensar que detrás de unos malos directivos había una entidad con 130 años de historia, más de tres millones de clientes, 1.000 oficinas y 7.000 empleados. Lo cierto es que en este país de filtraciones, desde finales de 2010 comenzaron a difundirse noticias alarmantes en los medios de comunicación, provocando una fuga de depósitos de más de 6.000 millones de euros que llevaron a la caja a una situación irreversible. 
 
Parafraseando al señor Fernández Ordóñez, me atrevo a afirmar que su gestión al frente del Banco de España y, más concretamente en el caso de la CAM, ha sido «la peor de la peor». 
 
Solo me resta desear al Banco de Sabadell los mayores éxitos en esta nueva andadura, sabiendo que junto con el negocio financiero hereda el potencial humano de una plantilla de empleados altamente cualificados.

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