MADRID.- La quinta planta de la sede del Banco de España conocida irónicamente estos días por los inspectores como la sala Alicante es la única que está reservada en la actualidad específicamente al control de una entidad financiera. Y en ella se producen conexiones diarias y reuniones del equipo de inspección de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) para que trabajen en secreto y sin filtraciones, porque teóricamente, en esa caja no pasa nada, según publicó 'El Mundo' el pasado 26 de junio.
La CAM ha solicitado 2.800 millones de euros al estatal Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) y el Banco de España intenta venderla desde abril para no tener que intervenir.
La institución que dirige Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Mafo) descubrió en la primavera de 2010 un agujero de 2.000 millones derivado de que tenia clasificados como estupendos unos créditos por valor de 5.267 millones, que eran más que dudosos.
El informe de la inspección entró en un cajón y la CAM pasó el examen europeo de estrés de julio de 2010 como una campeona, mejor que La Caixa, y sin necesidad alguna de capital. Para entonces la caja alicantina ya había recibido la sugerencia de Mafo de fusionarse con la Cajastur de Manuel Menéndez. Este dio el paso formal en diciembre y, cuando firmó la fusión, fue informado por el Banco de España del pequeño detalle de que había un agujero de 2.000 millones de nada. Menéndez rompió la fusión y por eso el Banco de España tiene reservada ahora la sala Alicante.
También el presidente de Cajasol, Antonio Pulido, puede asegurar estos días con toda razón que aprobó las pruebas europeas de estrés de aquel julio. Según certificó el Banco de España, esta relevante entidad, la segunda de Andalucía, disponía de un nivel de capital suficiente incluso en el escenario más adverso y no necesitaba ni por asomo ayuda del Estado.
Eso era lo oficial. Lo oficioso era que el equipo de inspectores del Banco de España había acabado en marzo de 2010 un borrador de informe muy distinto. Escrutadas a fondo las cuentas de Cajasol cerradas a septiembre de 2009 había créditos mal clasificados y unas pérdidas no reconocidas de 1.400 millones. Pero Mafo no envió ningún requerimiento a la caja andaluza e incluso la dejó absorber Caja Guadalajara presidida por el socialista José Luis Ros.
No obstante, el Banco de España montó una segunda inspección a partir de agosto en Cajasol que culminó en noviembre. Días antes, el 22 de octubre, el director de supervisión de cajas, Pedro González, comunicó a Pulido que no es que era «conveniente», sino «muy conveniente» que se fusionara cuanto antes, porque ya no era viable en solitario. Cajasol obedeció y se integró en Banca Cívica con el mismo peso que Caja Navarra, aunque la superaba en balance.
La inspección detectó que seguía existiendo un agujero de 1.000 millones y una morosidad del 17%, aunque estas cifras quedaron en el cajón y nunca hubo informe oficial ni requerimiento formal a Pulido. Ya el 8 de febrero de este año, cuando el subgobernador del Banco de España, Javier Aríztegui, compareció a puerta cerrada en el Parlamento no dijo ni pío de agujeros.
De a CAM destacó su «solvencia» y su «cómoda» posición financiera junto a Cajastur. De Cajasol, que formaba con Banca Cívica un «grupo consistente y viable» al que el Frob había apoyado con 1.000 millones. Casualmente la misma cifra del quebranto detectado por los inspectores.
Preguntado Mafo el pasado martes en el Congreso por estos dos casos-¿cuántos habrá?- de agujeros tapados con fusiones, el gobernador negó que fueran «ocultaciones». Admitió que en vez de hacer como en otros países en los que el Estado ha intervenido directamente ante los quebrantos, él se ha dedicado a cubrirlos mediante fusiones.
«Era muy importante que desaparecieran las entidades peor gestionadas y esto se puede hacer de dos maneras. Se puede hacer liquidando las entidades o tratando, como se ha hecho, de que se integren en otras entidades y, de alguna forma, los directivos quedan arrinconados», respondió tan pancho al diputado del PP Ramón Aguirre. La realidad es que prácticamente todos los directivos continúan en los bancos fusionados.
En todo caso, Mafo se mostró en contra de liquidar cajas con problemas, porque «en muchas regiones son las que tienen la relación con los empresarios y familias». El problema es que este tipo de actuaciones alientan las dudas sobre la situación del sistema justo en un momento en que, como recuerda UBS, aún intentan salir a Bolsa oficialmente Bankia, la propia Banca Cívica y otras entidades que representan hasta el 20% del sistema financiero español con unos depósitos equivalentes al 40% del PIB. El banco suizo no ve claro ni apostar por el Santander o BBVA tal como están Grecia y el mercado con países «periféricos».
Mafo está convencido de que su sistema funcionará y será más barato para el contribuyente, pero eso sólo lo sabremos cuando las entidades logren devolver en unos años los préstamos del Frob, lo que está por ver con el riesgo que se corre de que el enfermo contagie al sano. De momento, las cuentas del Frob no son austeras.
Por ejemplo, cuando el fondo estatal intervino Cajasur se gastó 933.000 euros en los honorarios más gastos de los tres administradores provisionales que nombró por unos ocho meses oficiales de trabajo hasta la venta de la caja de la Iglesia a la BBK. Y los sueldos brutos de la media docena de empleados del Frob, incluidos prejubilados, ascienden a 563.000 euros. Muchos cajones en el supervisor.
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