El lema de la última manifestación del 15-M, "No es la crisis, es el sistema", se aplica a la perfección en el caso de los consejeros de la recién intervenida Caja Mediterráneo, que obtuvieron pingües créditos preferenciales, a bajos tipos de interés, por debajo de mercado, que les sirvió, sobre todo, para invertir en negocios y propiedades. ¿Cómo habrán recibido esta noticia todos aquellos asalariados, autónomos y empresarios que, a lo largo de los últimos años, vieron denegadas sus peticiones de crédito en esta entidad?
Lo grave del asunto es que el encargado de controlar estas operaciones, también consejero, era uno de los más beneficiados por esta política de "toma asiento y abre tu caja". Los consejeros de la CAM son, lamentablemente, un ejemplo más de la corrupción del sistema económico, al que sin duda hay que someter a más y mejores controles.
Aunque su caso pone de manifiesto, una vez más, esas enormes diferencias que separan a las clases populares y medias de las clases privilegiadas y que, como dice un amigo mío, se resumen en una certera frase: "No es solo lo que ganan, sino, sobre todo, lo que no gastan". Lo triste es que haya tanto ciudadano de a pie a quien este tipo de personajes y conductas les parezca modélico.
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