Aunque gran parte de los ciudadanos de medio mundo (a los del tercer mundo les trae sin cuidado porque bastante tienen con lo suyo), se muestran consternados por la dramática situación que viven Japón y los japoneses e incluso sus vecinos más próximos, con el desastre social, económico, político y medioambiental provocado por los terremotos, el tsunami y el reventón de las centrales nucleares de Fukushima, algunos otros, menos Juanito, también estamos preocupados por la cosa nuclear, la radiactividad, el plutonio y el futuro de las centrales nucleares en nuestro país y en el mundo que nos rodea.
Pero no va este artículo de análisis de la cuestión atómica, sino de la parte humana y de que modo podemos humildemente e incluso de forma oportunista, si se me permite, contribuir a paliar los males que aquejan a los japoneses.
Pero no va este artículo de análisis de la cuestión atómica, sino de la parte humana y de que modo podemos humildemente e incluso de forma oportunista, si se me permite, contribuir a paliar los males que aquejan a los japoneses.
Me vienen a la memoria aquellos viejos refranes de ´No hay mal que por bien no venga´ y ´A grandes males, grandes remedios´ y de su aplicación práctica podríamos compaginar el problema japonés con el problema murciano.
Los japoneses tienen problemas graves, fundamentalmente los que viven en torno a la zona devastada y contaminada, sin hogar ni trabajo, sin infraestructuras ni territorio, con problemas de suministro de agua y alimentos, además de los derivados de la salud y servicios sociales, entre otros, y alojados provisionalmente en polideportivos, edificios públicos y campamentos improvisados, durante un periodo indefinido de tiempo, que se me antoja de difícil solución a corto o medio plazo a pesar del poder de superación y organización demostrado por el pueblo japonés.
Los jubilados también son en estos momentos una pesada carga para el estado japonés, por la escasez de suministros de agua y alimentos, en parte contaminados por la radioactividad y por la problemática sanitaria y social que la dramática situación extiende por todo el país.
Mientras tanto, en Murcia andamos sobrados de algo que los japoneses necesitan en estos momentos, tenemos decenas de nuevas ciudades semivacías y a estrenar, los mal llamadas resort, incluso estamos sobrados de agua para beber, alimentos de calidad, buen tiempo, atún de granja para surimis y sushi, y mano de obra por un tubo, sobre todo del sector servicios, así como para reubicar a decenas de restaurantes japoneses que no acaban de cuajar en el fino paladar murciano.
¿Lo van cogiendo? Vistas así las cosas, hora es que el Gobierno nacional o regional, el que más corra, se ponga en contacto con las autoridades japonesas y ofrezca nuestros resort a la sufrida población japonesa, para que temporal y provisionalmente, durante los años que dure la reconstrucción del país puedan desplazarse y residir en nuestra región y si algunos deciden quedarse, pues mejor aun. El poder adquisitivo de los nipones se lo puede permitir a buen seguro y el estado japonés lo agradecerá.
Y no digamos lo que puede representar para la economía murciana, el sector servicios, turismo, mantenimiento, alquiler, venta, visita de familiares y en suma para dar vida, aunque sea transitoriamente a esas ciudades fantasma que tanto sudor y lagrimas nos están costando. A cambio nos podrían enseñar un poco de educación cívica, solo un poco.
(*) Arquitecto y miembro del Foro Ciudadano
2 comentarios:
Este artículo es una coña humorística, ¿verdad?
Hace unos años se preguntó a cierto político si no se estaba construyendo en exceso en la Región.
La respuesta fué que, según las estadísticas, en Europa había un déficit de 4.000.000 (cuatro millones) de viviendas. Parece que el Sr. Valcarcel se hizo a la idea de que había que construirlas todas aquí.Eso sí que es coña humorística,aunque,como hemos podido comprobar, totalmente cierto.
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