Ésta es una de las conclusiones del encuentro que se celebra desde el pasado martes hasta mañana en Málaga, en el que un centenar de delegados han analizado las múltiples causas y consecuencias de los flujos migratorios en Europa.
La inmigración constituye una "verdadera gracia, en términos eclesiales" en los planos económico, social y cultural, ha señalado en rueda de prensa un portavoz del congreso, en el que se ha trasladado un mensaje de "sostén" a los inmigrantes, que encuentran "tantas dificultades a la hora de ingresar en un país extranjero".
El presidente de la Comisión Episcopal para las Migraciones de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Sigüenza-Guadalajara, José Sánchez González, ha aludido a la "convulsión" que ha habido en Europa en la última década debido al fenómeno migratorio, que representa "un desafío" para la sociedad, la administración y la Iglesia.
Ante los extranjeros, la Iglesia "se siente interpelada" y no puede responder con el mismo tipo de pastoral que si sólo hubiese un área geográfica o religión, ha explicado.
Los ejes de los derechos del inmigrante son la familia, la sociedad y la comunidad religiosa, según Monseñor Sánchez, quien ha advertido: "No estamos en este momento para dar lecciones a los que vienen", y ha añadido que en el "intercambio de dones se juega mucho el futuro y la felicidad de los países".
La Iglesia mantiene la necesidad de que los países se adapten "a la nueva realidad social", con servicios de intérprete, integración escolar, sanidad o convivencia, cuestiones en las que "a veces se ha trabajado con improvisación pero poco a poco se van creando estructuras y servicios".
En este ámbito, la Iglesia se "autoconcibe como una sociedad experta en humanidad", que puede servir de "paradigma y a veces también de confrontación con otras realidades que no van por el buen camino, como el rechazo, la discriminación y la xenofobia", ha referido el obispo.
La crisis económica está afectando "muy perjudicialmente" a los inmigrantes, que "la padecen más que los autóctonos y, sobre todo, sin red que les ampare, que es la familia" para ayudarles cuando pierden su trabajo, a lo que se añade que suelen tener un paro de corta duración, ha señalado.
Uno de los países donde se vive intensamente la inmigración, -aunque hay un reducido porcentaje de católicos- es Rumanía, el tercer país europeo en número de ortodoxos, tras Rusia y Ucrania, y este fenómeno representa un "riesgo de división" para las familias, según ha comentado monseñor Damien Cornel, obispo auxiliar de Bucarest.
En el encuentro se ha puesto de manifiesto la "obligación" de la sociedad de gestionar el fenómeno migratorio, también desde el punto de vista jurídico, en lo relativo al trámite de documentos, que conlleva "miedos" para estas personas, ha apuntado Cornel.
El encuentro será clausurado mañana por el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, con una misa en la Catedral de Málaga, a la que están llamados a participar los inmigrantes.
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