CÓRDOBA.- «Nadie va a marcarnos la agenda». Los principales grupos con representación en Cajasur (Iglesia y partidos políticos, principalmente el PSOE) sellaron la paz interna tras unas semanas de guerra abierta entre los diferentes ejecutivos con la sombra de la fusión y los pretendientes al noviazgo como telón de fondo, según ABC, quedice saber han cerrado un «principio de acuerdo» para encarar una más que posible fusión que tendría a Unicaja como primera opción sin cerrar todavía la puerta a Cajamurcia.
Hasta estos días, el clima interno era de sacudidas constantes. El PSOE, como ya avanzó ABC, con representantes vía Diputación, Junta y corporaciones locales, tirando para Unicaja después de que la dirección regional, con el consejero Luis Pizarro al mando beligerante y la consejera de Economía, Carmen Martínez Aguayo, en el protocolo versallesco, marcaran en sede socialista la hoja de ruta a todos los presidentes de las entidades menos al de Cajasur, el sacerdote Santiago Gómez (en su lugar acudía el vicepresidente ejecutivo, Salvador Blanco).
La Iglesia, entidad fundadora, estableciendo serios contactos desde hace casi dos meses con Cajamurcia —los contactos con Unicaja se vienen produciendo desde hace mes y medio—. Unos acercamientos confirmados por ambas partes y que han puesto de los nervios a la Junta.
La sensación que había hasta ahora en Cajasur es que cada grupo estaba jugando sus cartas en un clima general, además, de incertidumbre y nervios. Con el Fondo de Ordenación y Reestructuración Bancaria (FORB) desatando continuos tiras y afloja entre Gobierno, Banco de España, autonomías y PP. Y con el sector relamiéndose. Claro está que ese fondo es atractivo para Cajasur y su plan de negocio y para las propias intenciones de la caja con sede en Málaga y presidida por Braulio Medel.
En esa paz interna —el propio Griñán hacía el martes unas declaraciones alabando los esfuerzos de la caja cordobesa— prevalece el principio de ir a una en cualquier negociación manteniendo como claves de trabajo el mejor escenario para el empleo, la Obra Social y Cultura, la territorialidad o el peso de Córdoba en un engranaje futuro y los derechos institucionales de la Iglesia, cuestión que tanto Unicaja como Cajamurcia aseguran como también la Obra Social y la representatividad. Hay muy buena disposición en ambas entidades.
«No queremos más injerencias, ni que nadie nos marque la agenda, si vamos al final, lo haremos con independencia y convencimiento desde la sensatez», afirmaba ayer una fuente muy solvente de la entidad a este periódico. Y es que en Cajasur también siguen convencidos de que su plan A, el plan de saneamiento y liquidez (1.681 millones de euros para 2009) puesto en marcha desde noviembre de 2008, está dando resultados, de ahí que también aguarden al fondo de capitalización y avales que pergeña el Estado.
Una cautela que contrasta con la prisa que hay en Unicaja, después de que el PSOE andaluz, casi a golpe de martillo, le haya despejado del camino a Cajasol y hasta Caja Granada. Varias fuentes consultadas por ABC ratifican la apuesta segura de Unicaja en una ficticia porra. Su fortaleza es obvia: 32.155 millones de euros de activos en 2008, 286 millones de beneficio neto, un volumen de negocio de casi 50.000 millones y unos ratios de solvencia y morosidad del 10,7% y el 2,8%, respectivamente. Datos no desmerecidos por los de Cajamurcia, que aportaría menos solapamiento de oficinas y riesgo.
Los temores que hay en la Iglesia se basan, por un lado, en las diferentes corrientes que conviven en cada uno de los partidos políticos mayoritarios respecto a Cajasur. En el PSOE, además de los propios representantes en la entidad, no respiran igual ni los socialistas de Córdoba ni los del resto de Andalucía, ni la dirección regional ni la clave federal. Tres cuartos de lo mismo ocurre con el PP que, bien es cierto, maneja más influencia en Unicaja que, por ejemplo, en Cajasol (y domina en Cajamurcia).
Lo cierto también es que los tiempos se precipitan. Tras el parón electoral hay quien apuntaba que la fusión de Cajasur con otra entidad era inminente. En vísperas de la asamblea general había fuentes internas que indicaban que las «negociaciones están muy avanzadas» aunque tampoco descartaban «exabruptos de última hora». Pero el mensaje oficial tras el martes es: «cautela y sensatez».
De otra parte, hay cierta preocupación en que trascienda la sensación a la opinión pública de que la Caja va abocada a otra guerra contra la Junta como la que se abrió en 1999 entre Miguel Castillejo y la entonces consejera de Economía de la Junta Magdalena Álvarez. «Ni es la misma entidad, ni es la misma Junta ni hay los mismos rectores», subrayan desde Cajasur.
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