MADRID.- Las cajas de ahorro españolas se encuentran en el ojo de huracán. Los tambores de fusiones vuelven a sonar con fuerza ante las dificultades a las que se enfrenta el sector por la crisis internacional, que ya se deja notar de lleno en sus cuentas: los beneficios han caído un 35% en el primer semestre.
Mientras la morosidad se dispara –ronda ya el 2,5% de los préstamos concedidos, casi cuatro veces más que a mediados de 2007– por la crítica situación de familias y empresas; y se frena en seco el negocio inmobiliario, el gran trampolín de la expansión de estas entidades en el pasado reciente, que hace un año avanzaba a un ritmo superior al 20%, según www.finanzas.com
La necesidad de crear grupos de mayor dimensión y con más músculo financiero para capear el temporal ha reabierto el debate sobre las integraciones, impulsado por el propio Gobierno y por el Banco de España. Un proceso que es «inevitable», según un profundo conocedor de esta actividad, ya que las cajas de tamaño mediano o grande necesitan crecer para blindarse; y las pequeñas, más vulnerables, resguardarse al abrigo de otra más potente para pasar la tormenta o, simplemente, sobrevivir.
El movimiento ya ha comenzado. Y con algunas singularidades. Por ejemplo, las denominadas fusiones ‘virtuales’, que permiten integrar las cuentas de distintas entidades, compartir costes de gestión y emprender inversiones y acciones conjuntas a través de un ‘holding’, pero conservando las marcas, los consejos, las sedes, las respectivas obras sociales y amplios márgenes de autonomía.
A esa fórmula se han acogido las cajas de Castilla y León –Caja Duero, Caja España, Caja Municipal de Burgos, Caja Segovia, Caja Ávila y Caja del Círculo Católico–, que acaban de iniciar un proceso en ese sentido. Esa vía sería válida para integrar firmas de distintas comunidades autónomas y superar así las trabas legales y reticencias políticas que frenan, hoy por hoy, las operaciones de ese tipo. El Gobierno se plantea posibles reformas de la normativa vigente para favorecer esos proyectos.
Mientras tanto, en el País Vasco la BBK y la Kutxa trabajan en un ‘matrimonio’ convencional que tropieza con las dificultades de la entidad guipuzcoana para alcanzar una mayoría suficiente en la asamblea a favor del proyecto. La Vital alavesa ha optado por quedarse fuera de las negociaciones, al menos hasta que pasen las elecciones autonómicas de marzo.
El presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, ha apostado públicamente por unir las cajas de su región, una de las más afectadas por el ‘boom’ inmobiliario. «Existen conversaciones, aunque no formales, para crear la ‘gran caja’», admitió el viernes. En la Comunidad Valenciana, otro de los epicentros de la crisis del ‘ladrillo’, Galicia y otras autonomías también se mueven fichas.
El debate ha sido azuzado por el Banco de España y por el propio Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero proclamó la pasada semana que es «probable» que se produzca un proceso de fusiones y se mostró dispuesto a «colaborar para conseguir un mapa más racional, competitivo y eficaz».
Su mensaje fue captado a la primera. Las principales destinatarias eran las cajas, que conforman un sector muy atomizado. Está integrado por 45 entidades, muchas de ellas de muy pequeño tamaño y, por lo tanto, con escasas armas de defensa ante una coyuntura como la actual.
El presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), Juan Ramón Quintás, deja la puerta abierta a las integraciones siempre que tengan lógica empresarial, pero advierte de que un mayor tamaño «no solucionará los problemas de liquidez» que ha desatado la crisis financiera.
La patronal del sector quiere eliminar cualquier urgencia en ese sentido. Fuentes de esa organización aseguran que, a día de hoy, no hay ninguna entidad que se encuentre con el ‘agua al cuello’ y que, más allá de los proyectas iniciados o sondeados tiempo atrás como en Andalucía, Euskadi y Castilla y León, «no hay ninguna entidad que haya dado el paso hacia una fusión».
El máximo responsable de la CECA_sí ha admitido, en cambio, que aumenta el número de entidades que estudian la posibilidad de realizar uniones ‘virtuales’ con socios de otras comunidades. Una integración de esas características entre todas las cajas, destacó, «crearía el mayor operador financiero del país, mayor incluso que los dos bancos más grandes».
También empieza a tomar cuerpo la idea de que es necesario ir un paso más allá para, pensando en el futuro inmediato, impulsar fusiones entre todas las instituciones de distintas comunidades, una fórmula hasta ahora no explorada y que nadie duda de que toparía con numerosos obstáculos de carácter político y territorial.
Medios del sector consultados admiten que existe inquietud entre las propias cajas sobre su porvenir y que cada vez son más los adeptos de operaciones entre varias autonomías. Uno de los principales defensores de esa alternativa es Braulio Medel, presidente de Unicaja y de la Federación de Cajas Andaluzas.
Se trata de un dirigente muy cercano al PSOE y que, según algunos medios, ya está impulsando cambios normativos como la modificación de la Ley de Órganos Rectores de Cajas de Ahorro (LORCA), necesarios para promover esas uniones. La base, que sean aprobadas por el Gobierno central _o por el Banco de España –la opción más probable en estos momentos– y no, como hasta ahora, por los autonomías.
Las fusiones interregionales también son abiertamente apoyadas por dirigentes de la Federación de Banca de CC OO, uno de los sindicatos más dinámicos del sector. El propio gobernador del Banco de España, Miguel Fernández Ordóñez, apostaba por esa fórmula antes de acceder al cargo, según los medios consultados.
Quienes defienden la uniones intraterritoriales consideran que el modelo tradicional está prácticamente agotado y, salvo en contadas ocasiones, no hará sino incrementar los problemas debido a las duplicidades existentes por la concurrencia de redes, la falta de complementariedad geográfica de sus mercados y la acumulación de riesgos.
Además, existen numerosas entidades que no tienen capacidad de crecer con el actual patrón, ya que son únicas en sus respectivas autonomías. En esa situación se encuentra, entre otras, Caja Navarra, Caja Murcia, Caja Rioja, Caja Extremadura o la misma Caja Madrid.
Puede que, efectivamente, no haya ninguna caja en situación extrema. Las medidas de apoyo puestas en marcha por el Gobierno –concesión de avales y compra de activos– han eliminado cualquier posibilidad de ahogamiento financiero a corto plazo. Pero no es menos cierto que el sector atraviesa un momento complicado.
Aunque su heterogeneidad hace prácticamente imposible realizar un diagnóstico común a todas las cajas, casi todas sufren en sus carnes, con mayor o menor intensidad, las crudas consecuencias de la crisis que ya nadie duda de que se agravará en 2009: escasa capitalización, problemas de liquidez, severas caídas del beneficio y un aumento galopante de la morosidad.
Esas dos últimas variables han golpeado con fuerza al líder de esta actividad, La Caixa, que en los nueve primeros meses del año ganó 1.571 millones de euros –un 14% menos que en el mismo periodo de 2007– debido a las fuertes dotaciones que ha realizado.
Además, su morosidad se ha multiplicado por cuatro y al cierre de septiembre trepó al 1,69%. CajaMadrid, la segunda del ranking, también ha visto caer un 11,1% sus resultados entre enero y septiembre; y sus créditos de dudoso cobro representan ya el 3,37%, cinco veces más que a estas alturas del pasado ejercicio.
Salvo raras excepciones, la mora se ha convertido en una gran patata caliente. La crisis y el fuerte incremento del paro han disparado los impagos Frente a la tasa del 0,74% con que las cajas cerraron 2007, el porcentaje se disparó hasta el 2,5% en julio y, según la estimación efectuadas por la CECA, podría aún escalar hasta el 3,3% en diciembre de este año.
Lo peor llegara en 2009, cuando no se descarta que trepe hasta superar ampliamente el 5%.
Además, los resultados se están viendo seriamente penalizados. Según los últimos datos oficiales, las 45 cajas españolas cerraron el primer semestre con unos beneficios de 4.267 millones de euros, un 35% por debajo de los 6.557 millones registrados en el mismo periodo del año anterior.
Esa tendencia a la baja se agudizará, previsiblemente, a corto plazo, lo que podría obligar a reducir las dotaciones a reservas e, incluso, la inversión en obra social.
Pese a la que está cayendo, las cajas no han cerrado el grifo del crédito. Según las cuentas consolidadas, hasta junio concedieron 905.000 millones a su clientela, casi 80.000 millones más que un año antes.
Desde el punto del pasivo también han apretado el acelerador para lograr liquidez. Los 644.508 millones de depósitos captados en la primera mitad de 2007 se han elevado hasta los 716.000 este ejercicio.
Aún así, el sector padece un severo déficit de capitalización. Esa dolencia, que afecta a una gran número de entidades, tiene su origen en distintos elementos. De un lado, en su propia estructura. De otro, en la gigantesca apuesta realizada por la expansión territorial, que ha consumido ingentes cantidades de fondos propios y que, a día de hoy, se les está atragantando a muchas cajas .
En pocos años, el sector se ha lanzado a la conquista de otros mercados a través de la apertura masiva de sucursales. Su red ya concentra en torno a 25.000 oficinas.
A ello hay que sumar las consecuencias del parón de la actividad inmobiliaria. Numerosas cajas habían centrado su negocio en el ‘ladrillo’ y están pagando muy caro la gran concentración de riesgos asumida. Un dato: en torno a la mitad de su inversión crediticia se concentra en la construcción. Hace ya tiempo que el Banco de España les pidió que, en las medida de sus posibilidades, liberaran deuda hipotecaria.
La morosidad se ha convertido en la guinda de ese explosivo coctel, que ha derivado en una acuciante falta de la liquidez, agravada por el cierre de los mercados de capitales a raíz de la ‘crack’ de las ‘hipotecas basura’ y la resistencia de las entidades financieras a prestarse dinero entre sí.
Es ese el caldo de cultivo el que ha resucitado el debate sobre las fusiones. Habrá que esperar a la marcha de los acontecimientos, pero la historia más reciente conduce a una clara conclusión: las crisis financieras más recientes han derivado en procesos de consolidación.
Mientras la morosidad se dispara –ronda ya el 2,5% de los préstamos concedidos, casi cuatro veces más que a mediados de 2007– por la crítica situación de familias y empresas; y se frena en seco el negocio inmobiliario, el gran trampolín de la expansión de estas entidades en el pasado reciente, que hace un año avanzaba a un ritmo superior al 20%, según www.finanzas.com
La necesidad de crear grupos de mayor dimensión y con más músculo financiero para capear el temporal ha reabierto el debate sobre las integraciones, impulsado por el propio Gobierno y por el Banco de España. Un proceso que es «inevitable», según un profundo conocedor de esta actividad, ya que las cajas de tamaño mediano o grande necesitan crecer para blindarse; y las pequeñas, más vulnerables, resguardarse al abrigo de otra más potente para pasar la tormenta o, simplemente, sobrevivir.
El movimiento ya ha comenzado. Y con algunas singularidades. Por ejemplo, las denominadas fusiones ‘virtuales’, que permiten integrar las cuentas de distintas entidades, compartir costes de gestión y emprender inversiones y acciones conjuntas a través de un ‘holding’, pero conservando las marcas, los consejos, las sedes, las respectivas obras sociales y amplios márgenes de autonomía.
A esa fórmula se han acogido las cajas de Castilla y León –Caja Duero, Caja España, Caja Municipal de Burgos, Caja Segovia, Caja Ávila y Caja del Círculo Católico–, que acaban de iniciar un proceso en ese sentido. Esa vía sería válida para integrar firmas de distintas comunidades autónomas y superar así las trabas legales y reticencias políticas que frenan, hoy por hoy, las operaciones de ese tipo. El Gobierno se plantea posibles reformas de la normativa vigente para favorecer esos proyectos.
Mientras tanto, en el País Vasco la BBK y la Kutxa trabajan en un ‘matrimonio’ convencional que tropieza con las dificultades de la entidad guipuzcoana para alcanzar una mayoría suficiente en la asamblea a favor del proyecto. La Vital alavesa ha optado por quedarse fuera de las negociaciones, al menos hasta que pasen las elecciones autonómicas de marzo.
El presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, ha apostado públicamente por unir las cajas de su región, una de las más afectadas por el ‘boom’ inmobiliario. «Existen conversaciones, aunque no formales, para crear la ‘gran caja’», admitió el viernes. En la Comunidad Valenciana, otro de los epicentros de la crisis del ‘ladrillo’, Galicia y otras autonomías también se mueven fichas.
El debate ha sido azuzado por el Banco de España y por el propio Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero proclamó la pasada semana que es «probable» que se produzca un proceso de fusiones y se mostró dispuesto a «colaborar para conseguir un mapa más racional, competitivo y eficaz».
Su mensaje fue captado a la primera. Las principales destinatarias eran las cajas, que conforman un sector muy atomizado. Está integrado por 45 entidades, muchas de ellas de muy pequeño tamaño y, por lo tanto, con escasas armas de defensa ante una coyuntura como la actual.
El presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), Juan Ramón Quintás, deja la puerta abierta a las integraciones siempre que tengan lógica empresarial, pero advierte de que un mayor tamaño «no solucionará los problemas de liquidez» que ha desatado la crisis financiera.
La patronal del sector quiere eliminar cualquier urgencia en ese sentido. Fuentes de esa organización aseguran que, a día de hoy, no hay ninguna entidad que se encuentre con el ‘agua al cuello’ y que, más allá de los proyectas iniciados o sondeados tiempo atrás como en Andalucía, Euskadi y Castilla y León, «no hay ninguna entidad que haya dado el paso hacia una fusión».
El máximo responsable de la CECA_sí ha admitido, en cambio, que aumenta el número de entidades que estudian la posibilidad de realizar uniones ‘virtuales’ con socios de otras comunidades. Una integración de esas características entre todas las cajas, destacó, «crearía el mayor operador financiero del país, mayor incluso que los dos bancos más grandes».
También empieza a tomar cuerpo la idea de que es necesario ir un paso más allá para, pensando en el futuro inmediato, impulsar fusiones entre todas las instituciones de distintas comunidades, una fórmula hasta ahora no explorada y que nadie duda de que toparía con numerosos obstáculos de carácter político y territorial.
Medios del sector consultados admiten que existe inquietud entre las propias cajas sobre su porvenir y que cada vez son más los adeptos de operaciones entre varias autonomías. Uno de los principales defensores de esa alternativa es Braulio Medel, presidente de Unicaja y de la Federación de Cajas Andaluzas.
Se trata de un dirigente muy cercano al PSOE y que, según algunos medios, ya está impulsando cambios normativos como la modificación de la Ley de Órganos Rectores de Cajas de Ahorro (LORCA), necesarios para promover esas uniones. La base, que sean aprobadas por el Gobierno central _o por el Banco de España –la opción más probable en estos momentos– y no, como hasta ahora, por los autonomías.
Las fusiones interregionales también son abiertamente apoyadas por dirigentes de la Federación de Banca de CC OO, uno de los sindicatos más dinámicos del sector. El propio gobernador del Banco de España, Miguel Fernández Ordóñez, apostaba por esa fórmula antes de acceder al cargo, según los medios consultados.
Quienes defienden la uniones intraterritoriales consideran que el modelo tradicional está prácticamente agotado y, salvo en contadas ocasiones, no hará sino incrementar los problemas debido a las duplicidades existentes por la concurrencia de redes, la falta de complementariedad geográfica de sus mercados y la acumulación de riesgos.
Además, existen numerosas entidades que no tienen capacidad de crecer con el actual patrón, ya que son únicas en sus respectivas autonomías. En esa situación se encuentra, entre otras, Caja Navarra, Caja Murcia, Caja Rioja, Caja Extremadura o la misma Caja Madrid.
Puede que, efectivamente, no haya ninguna caja en situación extrema. Las medidas de apoyo puestas en marcha por el Gobierno –concesión de avales y compra de activos– han eliminado cualquier posibilidad de ahogamiento financiero a corto plazo. Pero no es menos cierto que el sector atraviesa un momento complicado.
Aunque su heterogeneidad hace prácticamente imposible realizar un diagnóstico común a todas las cajas, casi todas sufren en sus carnes, con mayor o menor intensidad, las crudas consecuencias de la crisis que ya nadie duda de que se agravará en 2009: escasa capitalización, problemas de liquidez, severas caídas del beneficio y un aumento galopante de la morosidad.
Esas dos últimas variables han golpeado con fuerza al líder de esta actividad, La Caixa, que en los nueve primeros meses del año ganó 1.571 millones de euros –un 14% menos que en el mismo periodo de 2007– debido a las fuertes dotaciones que ha realizado.
Además, su morosidad se ha multiplicado por cuatro y al cierre de septiembre trepó al 1,69%. CajaMadrid, la segunda del ranking, también ha visto caer un 11,1% sus resultados entre enero y septiembre; y sus créditos de dudoso cobro representan ya el 3,37%, cinco veces más que a estas alturas del pasado ejercicio.
Salvo raras excepciones, la mora se ha convertido en una gran patata caliente. La crisis y el fuerte incremento del paro han disparado los impagos Frente a la tasa del 0,74% con que las cajas cerraron 2007, el porcentaje se disparó hasta el 2,5% en julio y, según la estimación efectuadas por la CECA, podría aún escalar hasta el 3,3% en diciembre de este año.
Lo peor llegara en 2009, cuando no se descarta que trepe hasta superar ampliamente el 5%.
Además, los resultados se están viendo seriamente penalizados. Según los últimos datos oficiales, las 45 cajas españolas cerraron el primer semestre con unos beneficios de 4.267 millones de euros, un 35% por debajo de los 6.557 millones registrados en el mismo periodo del año anterior.
Esa tendencia a la baja se agudizará, previsiblemente, a corto plazo, lo que podría obligar a reducir las dotaciones a reservas e, incluso, la inversión en obra social.
Pese a la que está cayendo, las cajas no han cerrado el grifo del crédito. Según las cuentas consolidadas, hasta junio concedieron 905.000 millones a su clientela, casi 80.000 millones más que un año antes.
Desde el punto del pasivo también han apretado el acelerador para lograr liquidez. Los 644.508 millones de depósitos captados en la primera mitad de 2007 se han elevado hasta los 716.000 este ejercicio.
Aún así, el sector padece un severo déficit de capitalización. Esa dolencia, que afecta a una gran número de entidades, tiene su origen en distintos elementos. De un lado, en su propia estructura. De otro, en la gigantesca apuesta realizada por la expansión territorial, que ha consumido ingentes cantidades de fondos propios y que, a día de hoy, se les está atragantando a muchas cajas .
En pocos años, el sector se ha lanzado a la conquista de otros mercados a través de la apertura masiva de sucursales. Su red ya concentra en torno a 25.000 oficinas.
A ello hay que sumar las consecuencias del parón de la actividad inmobiliaria. Numerosas cajas habían centrado su negocio en el ‘ladrillo’ y están pagando muy caro la gran concentración de riesgos asumida. Un dato: en torno a la mitad de su inversión crediticia se concentra en la construcción. Hace ya tiempo que el Banco de España les pidió que, en las medida de sus posibilidades, liberaran deuda hipotecaria.
La morosidad se ha convertido en la guinda de ese explosivo coctel, que ha derivado en una acuciante falta de la liquidez, agravada por el cierre de los mercados de capitales a raíz de la ‘crack’ de las ‘hipotecas basura’ y la resistencia de las entidades financieras a prestarse dinero entre sí.
Es ese el caldo de cultivo el que ha resucitado el debate sobre las fusiones. Habrá que esperar a la marcha de los acontecimientos, pero la historia más reciente conduce a una clara conclusión: las crisis financieras más recientes han derivado en procesos de consolidación.
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