MURCIA.- Cuando la situación económica empeora, las familias hacen acopio de todo su ingenio para poder hacer frente a las facturas, que no entienden de crisis. Un ejemplo de esta iniciativa es sacar a la venta todo aquello que ya no sirve en casa y que posee algún valor, como por ejemplo las joyas o las antigüedades, según "El Faro".
A causa de esto las casas de empeño están asistiendo sorprendidas a un importante aumento de clientes, tanto que en establecimiento como El Lingote de Oro, las cifras han pasado de “dos o tres personas al día a que los viernes pasen por aquí casi quince clientes”.
Pedro Soler es el responsable de este negocio, que lleva funcionando en Murcia casi un cuarto de siglo. “Me han traído de todo en este tiempo” afirma Soler “antes venían a empeñar incluso muelas, ahora traen relojes”.
Pero lo que más ha cambiado ha sido el motivo para el que la gente necesita el dinero “antes era porque querían desprenderse de algo, o comprarse otra cosa, y no volvían a por lo que habían dejado, ahora en cambio traen cositas pequeñas porque les hace falta el dinero en el momento para pagar algún gasto, y al cabo del mes vuelven a recuperar la joya”.
Algo muy parecido es lo que ha visto ocurrir Darío Vigueras, dueño de la tienda de antigüedades El Quinqué, entre su clientela “antes era yo el que iba a una casa antigua porque me llamaban para que me llevase los muebles, pero en lo que va de mes viene gente casi a diario a traerme cosillas pequeñas para que se las compre”, afirmó ayer a este periódico.
Pero la crisis también afecta a quienes compran “yo antes llegaba a una casa y me traía todo para luego ver qué podía vender, ahora solo cojo lo que sé que voy a poder quitarme de encima más tarde”.
A la hora de querer desprenderse de alguna pertenencia, Vigueras aclara que “solemos pensar que lo que tenemos es de más valor de lo que luego tiene en realidad”. Lo mismo opina Soler, quien además asegura que en su negocio, el precio al que se encuentra el oro también anima “porque está a nueve euros el gramo, más caro que nunca.”
Lola Ruiz, responsable de la joyería El Pericante, comenta que “los que más vienen a vender algo son jóvenes, que son los que tienen que pagar una hipoteca, la mayoría no pasan de los 35 años, y suelen traerme relojes de marca o cosas de oro”.
Como anécdota, a Soler le han vendido “una cadena de oro que pesaba 200 gramos”, mientras que Vigueras ha tenido platos que han llegado a valer “cerca de los 1.500 euros, y se han vendido.”
A causa de esto las casas de empeño están asistiendo sorprendidas a un importante aumento de clientes, tanto que en establecimiento como El Lingote de Oro, las cifras han pasado de “dos o tres personas al día a que los viernes pasen por aquí casi quince clientes”.
Pedro Soler es el responsable de este negocio, que lleva funcionando en Murcia casi un cuarto de siglo. “Me han traído de todo en este tiempo” afirma Soler “antes venían a empeñar incluso muelas, ahora traen relojes”.
Pero lo que más ha cambiado ha sido el motivo para el que la gente necesita el dinero “antes era porque querían desprenderse de algo, o comprarse otra cosa, y no volvían a por lo que habían dejado, ahora en cambio traen cositas pequeñas porque les hace falta el dinero en el momento para pagar algún gasto, y al cabo del mes vuelven a recuperar la joya”.
Algo muy parecido es lo que ha visto ocurrir Darío Vigueras, dueño de la tienda de antigüedades El Quinqué, entre su clientela “antes era yo el que iba a una casa antigua porque me llamaban para que me llevase los muebles, pero en lo que va de mes viene gente casi a diario a traerme cosillas pequeñas para que se las compre”, afirmó ayer a este periódico.
Pero la crisis también afecta a quienes compran “yo antes llegaba a una casa y me traía todo para luego ver qué podía vender, ahora solo cojo lo que sé que voy a poder quitarme de encima más tarde”.
A la hora de querer desprenderse de alguna pertenencia, Vigueras aclara que “solemos pensar que lo que tenemos es de más valor de lo que luego tiene en realidad”. Lo mismo opina Soler, quien además asegura que en su negocio, el precio al que se encuentra el oro también anima “porque está a nueve euros el gramo, más caro que nunca.”
Lola Ruiz, responsable de la joyería El Pericante, comenta que “los que más vienen a vender algo son jóvenes, que son los que tienen que pagar una hipoteca, la mayoría no pasan de los 35 años, y suelen traerme relojes de marca o cosas de oro”.
Como anécdota, a Soler le han vendido “una cadena de oro que pesaba 200 gramos”, mientras que Vigueras ha tenido platos que han llegado a valer “cerca de los 1.500 euros, y se han vendido.”
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