CARAVACA DE LA CRUZ.- Más de 100.000 personas, llegadas de toda la comarca del Noroeste y de otras colindantes de Albacete, Granada y Jaén, han participado hoy en el día grande de las fiestas de la Cruz, con la carrera por la subida del castillo de los llamados "caballos del vino", enmedio de una muestra multicolor de exaltación de esta reliquia del "lignum crucis".
Desde que al alba resonaron las campanas a las siete de la mañana y los caballos, medio centenar aproximadamente, se aglomeraron en el centro de la ciudad, la fiesta se pone en marcha aunque verdaderamente la celebración comienza mucho antes, en la madrugada, cuando los caballistas preparan a sus corceles detenidamente en una atmósfera silenciosa y mágica.
Las diferentes piezas que componen el enjaezamiento de un caballo del vino son el manto, el pecho pretal, las crineras, el brión, el atacolas o borlas, las faldoneras, las pulseras y la bandera, y han sido concienzudamente diseñados y bordados.
Luego de haber visto los caballos, la gente concurre a la Misa de la tradición de la Aparición, a las nueve y media de la mañana al aire libre, en la plaza del Bañadero, pero desde primera hora se escucha el cascabeleo de los caballos por las céntricas calles de Caravaca.
Luego de la misa comienza un recorrido circular que va por los barrios originarios de los caballos y sus jinetes, para pasar luego por la plaza del Ayuntamiento, la Gran Vía y retornar a la plaza del Bañadero. Más tarde, en la Glorieta se suman a la fiesta las bandas de moros y cristianos que hacen vibrar sus instrumentos, acompañados por las personalidades más importantes de la ciudad.
Yendo por la calle principal cuesta arriba hacia el castillo, la procesión se detiene en el convento de Las Carmelitas para iniciar el baño del vino y la bendición de las flores, dos rituales antiguos de gran carga simbólica para la comunidad.
Mientras se está en plena práctica del baño del vino, los caballos que ya han sido bendecidos parten al comienzo de la subida del castillo. Allí esperan su turno y uno a uno van subiendo mientras el tiempo de los caballistas es cronometrado.
Los caballos pasan veloces, con los cuatro caballistas a su vera, vestidos de un blanco impoluto, sin soltar al animal, casi arrastrados por la velocidad que éste llega a alcanzar en los 80 metros de longitud.
En el caso de que alguno de los cuatro suelte el ramal o caiga al suelo, la carrera es declarada nula. En unos diez segundos el caballo alcanza su meta.
De los 58 caballos que hoy disputaron la carrera, 41 lograron completarla sin ser descalificados.Los 17 caballos restantes perdieron en la carrera a alguno de sus caballistas, por lo que fueron descalificados.
A la tarde, una vez que han llegado al castillo todos los competidores, las autoridades del evento inauguran la última fase de la carrera: el premio del enjaezamiento. Es el momento culminante donde los nervios se hacen sentir tanto entre los caballistas como entre el público.
Este año, pasadas las 12,30 horas, un hombre de 38 años resultó herido grave e, intubado, tuvo que ser evacuado en helicóptero a Murcia, donde quedó ingresado en la UCI del hospital "Virgen de la Arrixaca, tras sufrir la coz de un caballo, que le desgarró el higado y le provocó un neumotorax pulmonar, en el transcurso de la fiesta.
Mañana el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro, presidirá la solemne misa pontifical, en honor de la Vera Cruz, en la parroquia de El Salvador, templo al que esta noche será trasladada la Reliquia desde su basílica.
En la tarde del sábado, la Vera Cruz será trasladada hasta el Templete para efectuar el Baño en el Agua, ritual que data de 1384 y es el origen de las fiestas de Caravaca.
Una mezcla de mito y realidad se cierne en los relatos de los Caballos del Vino, un evento que habla de la época en que los caballeros templarios salvaron a la ciudad sitiada de Caravaca de la Cruz, gracias a su valentía y coraje.
La historia de los Caballos del Vino, en honor a la Santísima y Vera Cruz, está relacionada, no sólo con la fe del lugar, sino además con los caballeros templarios, defensores del reino cristiano de Jerusalem.
Cuentan los caravaqueños que a finales del siglo XIII, la ciudad de Caravaca de la Cruz estaba protegida por la orden de los templarios. Los habitantes vivían tranquilamente en el pueblo que rodeaba el castillo, hasta que los moros lograron penetrar el sitio. Los lugareños resistieron pero los moros eran más poderosos y finalmente invadieron la aldea.
Muchas personas fallecieron, pero otras pudieron llegar hasta el castillo, que le dio albergue a los desesperados pobladores. Viendo que el pueblo estaba refugiado, los moros implementaron un plan para hacer definitiva la invasión contaminando las aguas que llegaban hasta el castillo.
El plan de los moros devino en una gran epidemia. Cuenta la leyenda, con fundamento histórico, que fue entonces cuando un grupo de caballeros decidió salir del castillo. Aunque afuera los moros hacían guardia, los caballeros lograron pasar y alejarse unas leguas hasta un lugar llamado ahora el Campillo de los Caballeros.
Allí pudieron llenar de vino unos pellejos que llevaban consigo. El regreso era sumamente complicado, pero aún así sortearon la vigilancia de los moros, entrando triunfales al castillo. El estado de los enfermos era lamentable. Solo se esperaba un milagro.
Cuando llegaron los caballeros, bañaron la reliquia de la Cruz con el vino y luego se lo dieron a los enfermos, rezando por una pronta cura. Fue así como la epidemia comenzó a menguar, y los habitantes sanaron prontamente.
Las diferentes piezas que componen el enjaezamiento de un caballo del vino son el manto, el pecho pretal, las crineras, el brión, el atacolas o borlas, las faldoneras, las pulseras y la bandera, y han sido concienzudamente diseñados y bordados.
Luego de haber visto los caballos, la gente concurre a la Misa de la tradición de la Aparición, a las nueve y media de la mañana al aire libre, en la plaza del Bañadero, pero desde primera hora se escucha el cascabeleo de los caballos por las céntricas calles de Caravaca.
Luego de la misa comienza un recorrido circular que va por los barrios originarios de los caballos y sus jinetes, para pasar luego por la plaza del Ayuntamiento, la Gran Vía y retornar a la plaza del Bañadero. Más tarde, en la Glorieta se suman a la fiesta las bandas de moros y cristianos que hacen vibrar sus instrumentos, acompañados por las personalidades más importantes de la ciudad.
Yendo por la calle principal cuesta arriba hacia el castillo, la procesión se detiene en el convento de Las Carmelitas para iniciar el baño del vino y la bendición de las flores, dos rituales antiguos de gran carga simbólica para la comunidad.
Mientras se está en plena práctica del baño del vino, los caballos que ya han sido bendecidos parten al comienzo de la subida del castillo. Allí esperan su turno y uno a uno van subiendo mientras el tiempo de los caballistas es cronometrado.
Los caballos pasan veloces, con los cuatro caballistas a su vera, vestidos de un blanco impoluto, sin soltar al animal, casi arrastrados por la velocidad que éste llega a alcanzar en los 80 metros de longitud.
En el caso de que alguno de los cuatro suelte el ramal o caiga al suelo, la carrera es declarada nula. En unos diez segundos el caballo alcanza su meta.
De los 58 caballos que hoy disputaron la carrera, 41 lograron completarla sin ser descalificados.Los 17 caballos restantes perdieron en la carrera a alguno de sus caballistas, por lo que fueron descalificados.
A la tarde, una vez que han llegado al castillo todos los competidores, las autoridades del evento inauguran la última fase de la carrera: el premio del enjaezamiento. Es el momento culminante donde los nervios se hacen sentir tanto entre los caballistas como entre el público.
Este año, pasadas las 12,30 horas, un hombre de 38 años resultó herido grave e, intubado, tuvo que ser evacuado en helicóptero a Murcia, donde quedó ingresado en la UCI del hospital "Virgen de la Arrixaca, tras sufrir la coz de un caballo, que le desgarró el higado y le provocó un neumotorax pulmonar, en el transcurso de la fiesta.
Mañana el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro, presidirá la solemne misa pontifical, en honor de la Vera Cruz, en la parroquia de El Salvador, templo al que esta noche será trasladada la Reliquia desde su basílica.
En la tarde del sábado, la Vera Cruz será trasladada hasta el Templete para efectuar el Baño en el Agua, ritual que data de 1384 y es el origen de las fiestas de Caravaca.
Una mezcla de mito y realidad se cierne en los relatos de los Caballos del Vino, un evento que habla de la época en que los caballeros templarios salvaron a la ciudad sitiada de Caravaca de la Cruz, gracias a su valentía y coraje.
La historia de los Caballos del Vino, en honor a la Santísima y Vera Cruz, está relacionada, no sólo con la fe del lugar, sino además con los caballeros templarios, defensores del reino cristiano de Jerusalem.
Cuentan los caravaqueños que a finales del siglo XIII, la ciudad de Caravaca de la Cruz estaba protegida por la orden de los templarios. Los habitantes vivían tranquilamente en el pueblo que rodeaba el castillo, hasta que los moros lograron penetrar el sitio. Los lugareños resistieron pero los moros eran más poderosos y finalmente invadieron la aldea.
Muchas personas fallecieron, pero otras pudieron llegar hasta el castillo, que le dio albergue a los desesperados pobladores. Viendo que el pueblo estaba refugiado, los moros implementaron un plan para hacer definitiva la invasión contaminando las aguas que llegaban hasta el castillo.
El plan de los moros devino en una gran epidemia. Cuenta la leyenda, con fundamento histórico, que fue entonces cuando un grupo de caballeros decidió salir del castillo. Aunque afuera los moros hacían guardia, los caballeros lograron pasar y alejarse unas leguas hasta un lugar llamado ahora el Campillo de los Caballeros.
Allí pudieron llenar de vino unos pellejos que llevaban consigo. El regreso era sumamente complicado, pero aún así sortearon la vigilancia de los moros, entrando triunfales al castillo. El estado de los enfermos era lamentable. Solo se esperaba un milagro.
Cuando llegaron los caballeros, bañaron la reliquia de la Cruz con el vino y luego se lo dieron a los enfermos, rezando por una pronta cura. Fue así como la epidemia comenzó a menguar, y los habitantes sanaron prontamente.
3 comentarios:
Cosecha, caballos, vino, 4 hombres corriendo a galope como caballos, competición, enjaizamiento...
Paralelamente: leyenda y reliquias, cuya autenticidad ha sido muy cuestionadas incluso por los estudiosos locales, pero que siempre han estado asociadas a la orden del Temple y a los primeros Borbones.
Este año han vuelto a rezar por el PP, retransmitiéndose íntegramente por la 7: consignas por el AGUA, AGUA PARA TODOS, y el bla, bla, bla, de estás últimas décadas...¡Qué Cruz, la de Caravaca!.
No estamos hablando de una tradición popular, sino de una competición entre familias "nobles", muy consagrada por las familias con abolengo de la Comarca.
Un caballo ha pateado a un hombre de 38 años y le ha desgarrado el hígado. Ha sido trasladado urgentemente en helicóptero a la Arrixaca.
Me ha llamado la atención la resistencia y el nerviosismo de los caballos antes de salir en carrera, aunque luego no haya quien los pare.
Suelen tardar entre 9 y 12 segundos en subir la cuesta, los más veteranos.
El enjaezamiento, adornos y bordados que lleva el caballo, pueden costar alrededor de los 30.000 euros. "Oro y seda alrededor de una muralla", ese era uno de los titulares del periódico La Opinión.
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