Todavía ayer, hace pocos meses, el presidente español del “Meeting Point” europeo sobre la vivienda tenía el valor de poner a España como ejemplo del mejor negocio inmobiliario... para los especuladores. Y las autoridades tampoco tenían empacho en suspender una cumbre internacional sobre la vivienda en Barcelona, por miedo a unos posibles disturbios de incontrolados, como aducían, o por su justificado temor a enfrentarse a las cada vez más duras críticas de tantos esquilmados ciudadanos.
Incluso ahora, con el cifrado e indiscutible desplome en la bolsa de los valores de algunas de las principales inmobiliarias, el vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, pretende que eso es un hecho puntual, una anécdota, vamos, que nada tiene que ver con la marcha del sector de la construcción y de la vivienda.
Como en otros tiempos, hay que recurrir a fuentes extranjeras realmente solventes, como el Financial Times de Londres, para confirmar lo evidente: que esa estrepitosa caída muestra “todos los signos de una burbuja a punto de estallar”, porque los “mercados peligrosamente inflados no duran para siempre”.
Incluso ahora, con el cifrado e indiscutible desplome en la bolsa de los valores de algunas de las principales inmobiliarias, el vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, pretende que eso es un hecho puntual, una anécdota, vamos, que nada tiene que ver con la marcha del sector de la construcción y de la vivienda.
Como en otros tiempos, hay que recurrir a fuentes extranjeras realmente solventes, como el Financial Times de Londres, para confirmar lo evidente: que esa estrepitosa caída muestra “todos los signos de una burbuja a punto de estallar”, porque los “mercados peligrosamente inflados no duran para siempre”.
Manuel Delgado Iriarte
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