domingo, 6 de agosto de 2006

Piedra de escándalo y presunto fraude de ley


El presidente de la Fundación “San Antonio”, José Luis Mendoza, está siendo piedra de escándalo este verano entre los católicos murcianos conforme se van desvelando interioridades, por testimonio de terceros, sobre su estilo de gestión en la UCAM y su supuesta relación con oscuros negocios privados, vinculados con el siempre sospechoso sector regional de la Construcción.
Este extremo podría inclinar en septiembre a padres de muchos de los nuevos alumnos a renunciar a que ingresen, reclamar las cantidades adelantadas por matrícula y a sopesar otras alternativas, como el CEU en Elche, mediante la organización de un ágil sistema de transporte, o la utilización por su parte de aulas alquiladas en nuestra ciudad para completar las que la Fundación “San Pablo” ya posee en Molina de Segura.

Según algunos identificados profesores del centro, un escándalo académico y financiero de dimensiones considerables pudiera salpicar indirectamente, de un momento a otro, a la Diócesis de Cartagena, e incluso a toda la Iglesia española, si los padres de los alumnos constatan o alcanzan la certeza de que las plusvalías obtenidas durante la última década han servido para especular y hacer negocios invocando el nombre de Dios, y colocado a esta universidad en una supuesta situación de casi irreversible deterioro y quiebra técnica. “Urge expulsar del templo a este mercader”, claman unos y otros.

Eso sería consecuencia de la elevada cantidad de intereses a pagar por numerosos créditos de cajas y bancos, contraídos por Mendoza con el aval de la UCAM, para comprar miles de metros de terrenos en Murcia y Cartagena y puestos luego a su nombre. El cardenal Rouco Varela pudiera estar ayudando ahora a refinanciar esa deuda en una entidad madrileña en calidad de amigo y animador de su fundador, quien entiende su alcanzada posición de poder como una atalaya para hacer sus propios negocios. Ahora ha quedado delatado ante y por su propio público, que ha descubierto la enorme presión ejercida sobre los dos últimos obispos de Cartagena a modo de capo siciliano. Por eso, esta diócesis ya no lo tolera ni un minuto más.

En medios de profesores de la UCAM no se descarta un inminente contencioso en los tribunales ordinarios, entre la citada Fundación que preside Mendoza y que integraría él mismo con algunas personas de su familia, entre ellas su hermano Vicente, y el propio Obispado de Cartagena, como titular jurídico con derecho a erigir en Murcia una universidad de la Iglesia Católica, para intentar anular o resolver su abusivo contrato de gestión durante 50 años. Una minuciosa investigación interna podría ya estar en marcha, o a punto de iniciarse pese a las fechas en las que nos encontramos. No se descarta tampoco una resistencia numantina, previa a una ya obligada auditoria externa, o una sonada huída de Mendoza tras un desacuerdo estructural, o acuerdo obligado con Reig Pla, ante las evidencias que éste pudiera mostrarle en privado antes de acudir a los tribunales ordinarios. Su nuevo destino podría ser, por las buenas, la UCAV, en Ávila, aunque sus antecedentes en Murcia lo hacen muy difícil.

Mendoza cree, no obstante, tener atenazada a la Diócesis (¿a la que ha utilizado para presuntamente delinquir?) y al propio Reig Pla con ese documento firmado en su día por el ya muy anciano obispo Azagra, pese a la falta de garantías para los padres por el escándalo académico en el que ya se desenvuelve la UCAM y que podría obligar a una primera actuación del Gobierno español, si se producen denuncias, para revisar los protocolos que se siguen para algunas o todas las titulaciones, y la gestión del postgrado en una teórica universidad católica pero que en la práctica viene a ser una universidad privada, con un encubierto afán de lucro, en manos del peculiar cartagenero.

Ese presunto fraude de ley parece suficiente para dejar de reconocer a la UCAM por parte del Estado si el Obispado no recupera con urgencia la gestión y asume toda su responsabilidad pública frente a las heterodoxas prácticas de Mendoza, quien no tiene titulación universitaria alguna pese a recoger su biografía oficial que estudió Medicina quien hoy es un destacado miembro del ahora casi hereje “Camino Neocatecumenal”, a tenor de las advertencias recientes de Benedicto XVI a Kiko Argüello.

Mendoza cree, por eso, sentirse suficientemente protegido desde el Vaticano aparte de por su gran amistad con el cardenal colombiano (sí, colombiano precisamente), López Trujillo, y hace caso omiso de las reiteradas advertencias del actual obispo, monseñor Reig Pla, quien estaría dispuesto a intervenir con toda prudencia y discreción primero, al objeto de evitar que se desmorone mucho más la UCAM ante el caudal de denuncias de profesores del centro a la Opinión Pública regional, nacional e internacional. Son legión ya la cantidad de alarmados padres de alumnos.

Medios mundiales como “Le Monde”, “The Guardian” “The Times”, “Il Corriere della Sera”, CNN, BBC, RAI, CBS, NBC, ABC o TV5, ya tienen noticia documentada de lo que sucede en el interior de la UCAM, al igual que los principales medios de comunicación españoles, por medio de profesores nada maleables. También están informados, por esos mismos profesores, los claustros de unas 25 universidades católicas o pontificias en todo el mundo, todas las universidades españolas, partidos políticos, sindicatos, arzobispos y obispos, dicasterios vaticanos, la Conferencia Episcopal italiana y la española, amén del TSJ de la Región de Murcia por las posibles responsabilidades legales que se pudieran derivar de tal estado de cosas, en medio de un creciente descrédito de la UCAM por su nula producción científica y el desempleo galopante que se ceba entre sus ex alumnos.

Después de lograr utilizar a la figura del Papa, durante su última visita a Valencia, con la complicidad del cardenal López Trujillo, siempre según profesores de la UCAM, Mendoza ha vuelto a presumir de ser el único fundador del centro y el primer laico autorizado para montar una institución semejante de la Iglesia Católica con el apoyo de su obispo. Protegido aquí y allá por el binomio Trujillo-Azagra, y sostenido en España, frente a las denuncias de supuestas corruptelas, por el tándem Rouco-Cañizares, no reconoce la autoridad jerárquica de Reig sobre su obra ni acepta la censura de la Diócesis de Cartagena a sus actuaciones, al considerarse un elegido en camino de alcanzar la santidad por levantar y desarrollar la UCAM.

Sin embargo, numerosos profesores de la UCAM le niegan su autoría-propiedad y le acusan como máximo responsable del caos reinante en su interior hasta triturar su marchamo diferenciador “de católica”. Hay quien sostiene que estamos ante una especie de apropiación indebida por parte de Mendoza y la fantasmal Fundación “San Antonio”, que también podrían acabar en los tribunales si los emergentes sindicatos levantan la bandera contra el presunto extendido “mobbing” y los improcedentes despidos entre el profesorado más crítico y menos complaciente de entre sus 600 empleados. Alguno ya piensa visitar la Agencia Tributaria para orientar a sus inspectores sobre las "extensiones" de Mendoza.

Varios testimonios hablan de un personaje hipócrita, mentiroso, falsificador, fanático, iluminado, sin temor de Dios, que no cesa de utilizar su nombre en vano, dispuesto a forrarse en poco tiempo utilizando a santos varones de la Iglesia Católica, dicen que comprador de voluntades entre la jerarquía, lo tachan de corruptor de sacerdotes y “un esperpento muy lerdo que se considera santo” y al que se creen en la obligación moral de desenmascarar ante el resto de los católicos murcianos por resultar ahora un enorme riesgo objetivo para toda la Diócesis de Cartagena por las, cada vez más, frecuentes crisis económicas.

Mientras, Mendoza parece haber multiplicado por diez su patrimonio personal desde 1997 “a costa del desprestigio de esta obra de la Iglesia, en la que parece hay corrupción académica y económica”. Muchos son del criterio de que todo lo hace por dinero a través de un entramado complejo de sociedades mercantiles en torno a la UCAM y de que “estamos ante un farsante que abusa de la bondad de la jerarquía católica y que utiliza del nombre de Dios para presunta simonía”.

El reciente abandono del brillante vicerrector Higinio Marín, un calasparreño miembro de Opus Dei, es lo que ha desatado una crisis sin precedentes, que ha destapado todo un frasco de despropósitos y una situación interna, según algunos profesores, basada en el temor y la intromisión en la vida privada del profesorado.

De una universidad católica sin teórico ánimo de lucro (aunque fundada para paliar el enorme déficit de la Diócesis de Cartagena, según el argumento dado en su día por un obispo con tanto afán de protagonismo mediático como era Azagra, para entregarla luego a un sujeto con los antecedentes de Mendoza en España y República Dominicana), se ha pasado a un negocio del que presuntamente se evaden beneficios al bolsillo de terceros, casi seguro sin el debido conocimiento de la Hacienda pública. No es descartable tampoco aquí la intervención de la Fiscalía Anticorrupción y que el tema de la UCAM termine acabando ante una Sala de Lo Penal por presuntos delitos ordinarios de los Mendoza.

Mendoza ha quedado, pues, delatado ante su público por el propio claustro de la UCAM, “urbi et orbe”, gracias a las nuevas tecnologías de la información y a unos medios de comunicación social a los que no puede silenciar con sus métodos inquisitoriales ni el dineral que emplea en construirse una falsa imagen pública. La reacción, ya conocida, de otras universidades católicas (como la tan prestigiosa de Chile) revela que no lo ha podido conseguir ni va a volver a engañar a alguien con su palabrería y su fingida pose de asceta.