El presidente Valcárcel Sisó ha adoptado una estrategia de confusión frente a la opinión pública murciana al conocer la sostenida y clara tendencia a la baja en intención de voto al PP en las elecciones autonómicas próximas. Aconsejado por sus nuevos asesores en materia de comunicación pública, usurpa ahora, sin pudor y sin rubor, el discurso político de la sociedad civil, tal como antes hizo el socialista Saura con igual descaro, y habla, como si nada, de desarrollo sostenible, calidad ambiental, moratoria urbanística, conservación del litoral y repoblación forestal, eso sí, no olvidando lo de agua para todos pero ahora sin guerras con otros territorios cuando las ha perdido todas y tenemos menos agua de trasvases que cuando él llegó a San Esteban en 1995. Cuando la pide para nuestros pobres agricultores, parece que se refiere más bien a los grandes terratenientes de Águilas y Mazarrón, con tierras ya recalificadas para urbanizar con la dotación de riego actual, y que están ahora despidiendo a mansalva peones agrícolas por el abandono previo de la actividad.
Pero todo se cae cuando se percibe claramente que aquí manda una élite no pasada por las urnas y acompañada de especuladores urbanísticos. Que se nos quiere imponer un desmesurado modelo de crecimiento de alta ocupación del territorio. Que eso implica y conlleva el enriquecimiento rápido de una minoría y corrupción como sustrato necesario. Que esa explosión urbanística incontrolada lo es al margen de la democracia económica. Que se hurta cualquier control social, se anula el debate y se quiere acallar la crítica. Que se abusa de la figura jurídica arbitraria del convenio urbanístico. Que se dan amenazas y presiones a militantes sociales, funcionarios y periodistas que no están por la trágala. Y que existe connivencia del gobierno autónomo a la hora de adjudicar licencias de televisión digital, por lo que la Oposición habla de amiguismo y corrupción para definir la trama organizada de influencia en el seno de ese gobierno en favor de determinados grupos empresariales.
Todo alucinante porque, en el fondo, todo es una burda artimaña para engañar a un electorado no muy atento a matices y diferencias, y para que nada cambie luego de mantenerse en el poder. Él, disfrazado de ecologista de ocasión, no cree en lo que dice ahora pero le sirve, o al menos eso piensa, para neutralizar la extendida creencia de que es un muñeco de guiñol en manos de especuladores urbanísticos; algo que le quita votos todos los días desde que uno de sus principales financiadores le llamó publicamente débil y cobarde. Y tratar de ganar tiempo, a un tiempo que le es adverso. De aquí a mayo de 2007, intentará acallar, confundiendo, o que no llegue nítido el mensaje de los ciudadanos que claman por un cambio radical en la política murciana tras expulsar del templo de la convivencia democrática a los corruptos que la han prostituido. Si es de nuevo candidato final, y gana otra vez Valcárcel Sisó, volverán, y con más fuerza, La Zerrichera, Cabo Cope, Condado de Alhama, Lo Poyo... Pero ahora toca subirse al caballo del contrario ante la fortísima resistencia ciudadana en lo que ha sido este su último mandato.
Es significativo que se haya ido a las antípodas de lo que venía siendo un discurso monocorde frente al progreso de los mensajes de los grupos sociales de vanguardia y una prensa avanzada e independiente de los cenáculos de San Esteban, que se ha demostrado incapaz de vertebrar algún planteamiento minímamente atractivo en toda una década. También a los sindicatos y a la izquierda le roba el pacto por la estabilidad y calidad en el empleo, a otros una comarcalización en la que tampoco cree (no digamos ya en la provincia de Cartagena) y se saca, de nuevo, la necesidad de una onerosa policía autonómica, que no será otra cosa que un brazo armado al servicio exclusivo de la "dictadura del ladrillo", muy quemada con los "saltos" de quienes la denuncian en los medios nacionales e internacionales de comunicación desde hace ya muchos meses. Ninguna alusión al presunto fraude de ley que ha supuesto entregar "de facto" el Tercer Canal de TV a esos dictadores. Valcárcel Sisó carece, y no lo niega, de programa estratégico para la Región y se autocomplace afirmando que nuestra economía marcha de maravilla, aunque tampoco él se lo cree tras los 1.500 millones de euros que la han venido apuntalando desde Bruselas a partir del año 2000.
Y entre col y col, lechuga. Son otros, y no yo con mis miserias, quienes echan abajo la imagen de una Región de Murcia vital en el conjunto de España y en sus exportaciones agrícolas. Todo retórica y cinismo para aparecer, a un año de la cita electoral más comprometida de toda su trayectoria política, bien disfrazado ante un electorado que desconfía de un presidente que le miente al decir que desconoce las relaciones profesionales y negocios inmobiliarios de su hermano mayor en territorio tan uniprovincial como es el nuestro. Celebrar este año la cateta "Gala de la Región", precisamente en Torre Pacheco, cuartel general de "Polaris World", tiene su miga y su morbo, nada exento de provocación a esos que ahora dice que quiere superar en verde y a los que, hace tan solo meses, llamó con sumo desprecio "antimurcianos en acción" porque no aplaudían sus ocurrencias y denunciaban los excesos de sus compromisos inmobiliarios.
Pero todo se cae cuando se percibe claramente que aquí manda una élite no pasada por las urnas y acompañada de especuladores urbanísticos. Que se nos quiere imponer un desmesurado modelo de crecimiento de alta ocupación del territorio. Que eso implica y conlleva el enriquecimiento rápido de una minoría y corrupción como sustrato necesario. Que esa explosión urbanística incontrolada lo es al margen de la democracia económica. Que se hurta cualquier control social, se anula el debate y se quiere acallar la crítica. Que se abusa de la figura jurídica arbitraria del convenio urbanístico. Que se dan amenazas y presiones a militantes sociales, funcionarios y periodistas que no están por la trágala. Y que existe connivencia del gobierno autónomo a la hora de adjudicar licencias de televisión digital, por lo que la Oposición habla de amiguismo y corrupción para definir la trama organizada de influencia en el seno de ese gobierno en favor de determinados grupos empresariales.
Todo alucinante porque, en el fondo, todo es una burda artimaña para engañar a un electorado no muy atento a matices y diferencias, y para que nada cambie luego de mantenerse en el poder. Él, disfrazado de ecologista de ocasión, no cree en lo que dice ahora pero le sirve, o al menos eso piensa, para neutralizar la extendida creencia de que es un muñeco de guiñol en manos de especuladores urbanísticos; algo que le quita votos todos los días desde que uno de sus principales financiadores le llamó publicamente débil y cobarde. Y tratar de ganar tiempo, a un tiempo que le es adverso. De aquí a mayo de 2007, intentará acallar, confundiendo, o que no llegue nítido el mensaje de los ciudadanos que claman por un cambio radical en la política murciana tras expulsar del templo de la convivencia democrática a los corruptos que la han prostituido. Si es de nuevo candidato final, y gana otra vez Valcárcel Sisó, volverán, y con más fuerza, La Zerrichera, Cabo Cope, Condado de Alhama, Lo Poyo... Pero ahora toca subirse al caballo del contrario ante la fortísima resistencia ciudadana en lo que ha sido este su último mandato.
Es significativo que se haya ido a las antípodas de lo que venía siendo un discurso monocorde frente al progreso de los mensajes de los grupos sociales de vanguardia y una prensa avanzada e independiente de los cenáculos de San Esteban, que se ha demostrado incapaz de vertebrar algún planteamiento minímamente atractivo en toda una década. También a los sindicatos y a la izquierda le roba el pacto por la estabilidad y calidad en el empleo, a otros una comarcalización en la que tampoco cree (no digamos ya en la provincia de Cartagena) y se saca, de nuevo, la necesidad de una onerosa policía autonómica, que no será otra cosa que un brazo armado al servicio exclusivo de la "dictadura del ladrillo", muy quemada con los "saltos" de quienes la denuncian en los medios nacionales e internacionales de comunicación desde hace ya muchos meses. Ninguna alusión al presunto fraude de ley que ha supuesto entregar "de facto" el Tercer Canal de TV a esos dictadores. Valcárcel Sisó carece, y no lo niega, de programa estratégico para la Región y se autocomplace afirmando que nuestra economía marcha de maravilla, aunque tampoco él se lo cree tras los 1.500 millones de euros que la han venido apuntalando desde Bruselas a partir del año 2000.
Y entre col y col, lechuga. Son otros, y no yo con mis miserias, quienes echan abajo la imagen de una Región de Murcia vital en el conjunto de España y en sus exportaciones agrícolas. Todo retórica y cinismo para aparecer, a un año de la cita electoral más comprometida de toda su trayectoria política, bien disfrazado ante un electorado que desconfía de un presidente que le miente al decir que desconoce las relaciones profesionales y negocios inmobiliarios de su hermano mayor en territorio tan uniprovincial como es el nuestro. Celebrar este año la cateta "Gala de la Región", precisamente en Torre Pacheco, cuartel general de "Polaris World", tiene su miga y su morbo, nada exento de provocación a esos que ahora dice que quiere superar en verde y a los que, hace tan solo meses, llamó con sumo desprecio "antimurcianos en acción" porque no aplaudían sus ocurrencias y denunciaban los excesos de sus compromisos inmobiliarios.
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