Esta tarde en La Habana, madrugada en España, siguen los actos de las
honras fúnebres de Fidel Castro, con una ceremonia multitudinaria en la
Plaza de la Revolución, lugar emblemático en la reciente historia
cubana, en el que estarán presentes representantes de más de un centenar
de países, entre ellos numerosos Jefes de Estado.
Este acto marca el
inicio de una semana de honras fúnebres que culminará el próximo domingo
con el entierro de sus restos en el cementerio de Santa Ifigenia, en
Santiago de Cuba, en donde se encuentra también enterrado el héroe de la
independencia José Martí. Las cenizas de Castro no han sido colocadas
en la Plaza de la Revolución, sino que se encuentran en la sede de las
Fuerzas Revolucionarias y, hasta ahora, todos los homenajes los ha
presidido una enorme foto de Castro en Sierra Maestre, en donde empezó
la ofensiva guerrillera contra el dictador Fulgencio Batista.
Mientras tanto, los grandes periódicos del mundo siguen analizando lo
que fue el largo mandato unipersonal de Castro, que se prolonga con su
hermano Raúl y que, incluso, hay quienes apuestan se puede ir
prolongando por una sucesión dentro de la propia familia, en la figura
de Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl y sobrino de Fidel, coronel de
los servicios de seguridad, conocido como “El tuerto”, por la falta de
un ojo que perdió en la guerra de Angola. En estos momentos, dada la
situación del país, sería la salida más grotesca y con menos
posibilidades.
“Retirarse al búnker suele ser la respuesta usual de La Habana ante la incertidumbre” es la tesis del Financial Times”
que cree probable una represión de la disidencia. En medio de una
semana de duelo nacional, el Gobierno ha lanzado una campaña para
conseguir que millones de cubanos firmen una promesa de ser fieles a
“las ideas de Fidel y a nuestro socialismo”. Además, la burocracia
socialista es inherentemente contraria al cambio. Y, si Raúl lo deja en
2018, como prometió, sus hijos y familia política podrían sostener la
dinastía.
Si Trump confía realmente en “América Primero”, se comprometerá con
La Habana, en lugar de retirarse. Redunda en el interés de Estados
Unidos competir con Rusia y China en el Caribe y permitir que las
empresas estadounidenses entren en la Isla. Cuba que adopta una línea
dura contra el tráfico de drogas y desempeñó un papel clave en
conseguir que los rebeldes marxistas colombianos depusieran las armas,
es un aliado natural contra el terrorismo.
“Un acercamiento continuado
no garantiza un final feliz para el Gobierno de Fidel, pero incrementa
las posibilidades de un aterrizaje suave. La alternativa es cerrar la
puerta de un portazo; pero esto sólo dificultaría, en lugar de
acelerar, los limitados aunque importantes cambios que están teniendo
lugar en Cuba y que han mejorado la vida de muchos cubanos y debilitado
el control estatal sobre sus vidas. Para Fidel, invertir ese progreso
sería la última victoria desde la tumba”.
Por su parte Le Monde, que destaca más las luces que las
sombras, en el balance que hace del reinado del líder de la Revolución,
se pregunta qué es lo que quedará de la herencia de Fidel ¿Una
revolución que, cruelmente, se ha comido a sus hijos, sin sacar al
pueblo de la miseria? ¿Un hombre que ha encarnado la resistencia al
imperialismo americano en la región? ¿La imagen de un dictador cínico
que vive en el lujo con una nomenclatura de privilegiados bajo la
protección de una despiadada policía secreta? ¿Un hombre que habría sido
uno de los peones de la URSS, en particular en África durante la
guerra fría? “La historia retendrá todo esto a la vez, sin caer en las
trampas del lirismo y del exotismo”.
“Ese cambio se producirá ahora”, sostiene el periódico británico The Times.
Raúl Castro tomó el poder de su hermano hace ocho años, pero no ha
llevado a cabo más que unos cuantos ajustes en el sistema. Incluso el
acercamiento con Estados Unidos y la visita de Obama evidenciaban una
aceptación a regañadientes de los dos Castros. “Washington, ahora, tiene
la oportunidad de convencer a Cuba de que tome el camino hacia la
libertad. Para esto será́ necesario más paciencia y astucia de la que el
presidente electo Trump ha demostrado hasta el momento”.
Lo que parece evidente es que para la mayoría de la gente, Cuba no es la
estrella brillante en el firmamento, sino un país que depende de una
manutención, de Rusia, de Venezuela y de los cubanos exiliados en
Florida. “Que la relación con Estados Unidos siga mejorando, no depende
solamente de la cúpula en La Habana editorializa el diario alemán Frankfurter Allgemaine Zeitung,
pero sí que sigan un rumbo valiente de apertura política y económica,
ahora que el máximo líder ya no tiene su mirada puesta”.
(*) Periodista y economista