MURCIA.- El grupo Análisis Político de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Murcia abre camino en una investigación que pretende dar
con las pautas para luchar con éxito contra la corrupción política en
España y otros países basándose en tres factores imprescindibles: una
coyuntura crítica favorable, reformas institucionales que sirvan de
palanca y, ante todo, una coalición de fuerzas políticas y sociales que
consiga promover los cambios oportunos.
Anteriores investigaciones muestran que la corrupción es un proceso
que genera algunos ganadores, pero que afecta negativamente al
desarrollo de toda la sociedad, no solo en cuanto a su crecimiento
económico, sino también en la manera en que se reparte equitativamente
esa riqueza. Este equipo analiza los requisitos de los que depende el
éxito de las políticas anticorrupción: tres factores que raramente
aparecen conjuntamente, lo que explica los fracasos constantes de estas
políticas.
El primer factor, la existencia de una coyuntura crítica, estaría
presente en el caso español a partir de la crisis económica. De hecho,
algunos indicadores dan la impresión de que estamos en un momento que ha
resquebrajado los alineamientos políticos tradicionales. Uno de esos
indicadores es la preocupación por la corrupción, que se ha convertido
en el segundo problema público con una media por encima del 40% desde
2012.
Un segundo factor es que se hayan producido con anterioridad algunas
reformas institucionales, es decir, nuevas leyes (como la Ley de
Transparencia de 2013) o el reforzamiento de la independencia y los
medios de algunos órganos de control (tribunales, fiscalía, agencias
reguladoras, etc.), aunque sea por motivos cosméticos, pero que pueden
ser por aquellos actores que impulsan la lucha contra la corrupción.
El último factor es el más importante y también el más difícil de
medir: la formación de una coalición de fuerzas políticas y sociales
convencida de la necesidad de luchar contra la corrupción. Se trata de
que una masa crítica de ciudadanos sean consciente de que se está ante
el momento oportuno para cambiar las reglas del juego político de manera
definitiva y de que tengan voluntad para empujar el cambio.
"Este es
nuestro principal objetivo en el proyecto, conocer si está presente este
factor en el caso español"Solo si se vencen los problemas de acción
colectiva, será posible avanzar en el control de la corrupción y en la
reducción de los espacios sociales en los que rige el particularismo",
comenta el investigador Fernando Jiménez Sánchez. Queremos medir también
qué juego dan las reformas que se han hecho hasta ahora"
La primera hipótesis que se plantea en el caso español es que para
que esas medidas tengan efecto deben ser suficientemente creíbles, es
decir, que los ciudadanos noten que las reglas han cambiado. Tal y como
explica el investigador de la UMU, "muchas de estas reformas tienen una
motivación cosmética, son para salir del paso tras los escándalos en los
medios de comunicación, pero no son convincentes y la gente sigue
funcionando con la misma lógica particularista, buscan soluciones para
tus propios problemas o los de su grupo más cerrado, sin preocuparse de
buscar unas soluciones diferentes para las que no haga falta recurrir a
cultivar los contactos oportunos".
"Tradicionalmente, los dos partidos clásicos han dado la espalda a la
lucha contra la corrupción, aunque era bastante obvio que teníamos un
problema, porque sus fuentes de financiación siempre han sido
irregulares. Por tanto, no han tenido incentivos para luchar contra
ello. Eso empieza a cambiar una vez que el comportamiento electoral
varía. Cuando ven peligrar su situación deciden adaptarse pero, ¿cuánto
hay de retórica y cuánto de cambio real?" nos cuenta Jiménez Sánchez.
A lo largo del proyecto, financiado por el Ministerio de Economía y
Competitividad hasta 2019, se seguirá una metodología que mezcla
diversas técnicas de investigación como el análisis de contenido de
prensa, el estudio de las sentencias judiciales por delitos de
corrupción, las entrevistas con líderes políticos, empresariales,
sindicales o los miembros de asociaciones de lucha contra la corrupción.
Se trata de detectar cómo se han reflejado los casos de corrupción y
qué discursos se han establecido sobre cómo actuar, si se propone
cambiar a unos actores por otros o, más bien, las reglas de juego por
completo.
Durante la década de los 60, el politólogo Samuel Huntington sostenía
que la corrupción podría ser buena en el proceso de transformación de
las sociedades agrarias hacia una sociedad industrial. Esta corrupción
presente en las comunidades más atrasadas servía, según la tesis de la
grasa de engranajes, como el aceite sobre aquellos mecanismos de
gobierno que no funcionan. Permitía un empujón, pero a la larga no
favorece al desarrollo sostenible.
En el proyecto también se compara el caso italiano. Su enorme crisis
política tras la caída del muro, a mediados de los años 90, con Manos
Limpias, Mani pulite, una operación de lucha contra la corrupción que
implicaba a todos los grupos políticos del momento. Esta revolución de
jueces y fiscales cambió por completo su sistema político.
Desaparecieron los viejos partidos, aparecieron nuevos, pero las reglas
del juego político se mantuvieron iguales, sin embargo. Esto muestra que
tener una coyuntura crítica abre oportunidades, pero no es suficiente
ni quiere decir que ese cambio vaya a darse.
"Tenemos miles de ejemplos
donde ha habido grandes crisis y no se han aprovechado para cambiar
reglas de juego", comenta.
Según narra el politólogo, durante los últimos años los casos más
exitosos en el control de la corrupción han sido Uruguay y Chile. En
estos países no ha habido grandes rupturas con los modelos tradiciones
de relación política, sino que una acumulación de reformas
institucionales ha dado lugar a un cierto progreso, pero no basta. Hace
falta que haya una presión desde abajo, de los ciudadanos.
El proyecto 'Acción colectiva y corrupción en España: límites y
posibilidades de las reformas institucionales' se realiza de manera
multidisciplinar con otras universidades.