Estoy cansado de escuchar la palabra ‘xenofobia’, a modo de
insulto lapidario, sin saber lo que significa realmente, para
calificar a una persona de racista, fanática y hasta genocida,
por lo que se hace necesario poner cada concepto en su sitio.
Según el diccionario de la RAE xenofobia significa fobia a
los extranjeros, y aversión exagerada a alguien o a algo, que en
Psiquiatría se convierte en un temor angustioso e incontrolable
ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo
y se aproxima a la obsesión.
A mi juicio, esta descripción correspondería solamente a una
minoría de extremistas que no andan muy equilibrados en sus
neuronas, pero no a la mayoría de la población que está
instalada en el sentido común, aunque sea el menos común de los
sentidos.
La xenofobia es el miedo al extranjero o inmigrante, con
manifestaciones que van desde el rechazo, el desprecio y las
amenazas, hasta las agresiones y asesinatos. A veces la xenofobia va
unida al racismo, o a la discriminación ejercida en función
de la raza.
ETNOCENTRISMO
Se basa en el ‘etnocentrismo’, que suele implicar la
creencia de que el grupo étnico propio es el más importante, o que
algunos o todos los aspectos de la cultura propia sean superiores a
los de otras culturas.
A ello se opone el ‘indigenismo’ que es una corriente
cultural, antropológica concentrada en el estudio y valoración de
las culturas indígenas, y el cuestionamiento de los mecanismos de
discriminación en perjuicio de los pueblos originarios.
“Pueblo elegido” es un término común usado alrededor del
mundo y a lo largo de la historia, diferentes grupos religiosos, de
todas las religiones mundiales, han tenido conceptos de realeza, de
divinidad entre ellos mismos, para diferenciarse de la "población
común". Incluso hay estadounidenses que se consideran el pueblo
elegido para explotar a la humanidad.
'Elegidos' para gobernar o mandar sobre las masas, como una
representación de alguna deidad o ser superior, Existen términos
como casta divina, escogidos, Hijos de Dios, linaje escogido, real
sacerdocio, hijo de los dioses e hijo de la
luz, entre otros muchos.
DELITO
Al margen de su consideración ética reprobable, la xenofobia
puede ser un delito, ya que numerosos estados tienen tipificadas
como delito este tipo de conductas, y la Unión Europea aprobó, en
septiembre de 2.008, una ley contra el racismo y la xenofobia, cuyo
primer artículo dice lo siguiente:
“Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada
en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que
tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los
derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas
política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de
la vida pública.”
¿GENOCIDIO BLANCO?
Dentro de las posturas extremistas se halla la teoría
conspirativa y supremacista del llamado “genocidio
blanco” que sostiene que se están promoviendo
deliberadamente la inmigración masiva, la integración racial, el
mestizaje, el multiculturalismo, las bajas tasas de
fecundidad y el aborto en países predominantemente blancos para
convertir a los blancos en una minoría y, por lo tanto, hacer
que se extingan a través de la asimilación forzada.
En agosto de 2.018, el propio Presidente Trump fue
acusado de respaldar esta teoría de la conspiración en un ‘tweet’
de política exterior, en el que instruía al Secretario de Estado
Mike Pompeo para que investigase supuestos ataques agrícolas
sudafricanos, afirmando que “el gobierno de Sudáfrica
está confiscando ahora tierras a los granjeros blancos”.
Pero el gobierno sudafricano y otros analistas sostienen que los
ataques agrícolas son parte de un problema de delincuencia
más amplio en Sudáfrica, y que no tienen una motivación racial.
La base ideológica de todo ello es la llamada “supremacía
blanca” o “supremacismo blanco”, una creencia racista que
sostiene que las personas blancas son ‘superiores’ en
muchos aspectos a las personas de otras razas, y que, por lo tanto,
las personas blancas deben ser dominantes con las otras razas.
El llamado “nacionalismo blanco” sostiene la creencia de
que los blancos son una raza, y busca desarrollar y mantener una
identidad nacional blanca. Sus defensores se identifican con el
concepto de nación blanca, y buscan garantizar la
supervivencia de la raza blanca y las culturas de los estados
históricamente blancos. Sostienen que “los blancos deben
mantener su mayoría en países de mayoría blanca, mantener su
dominio político y económico, y que sus culturas sean las más
importantes.”
“BASURA BLANCA”
Por otro lado “basura
blanca” es un término despectivo usado principalmente en los
Estados Unidos que combina un componente étnico con la clase social.
Llamar a alguien “basura blanca” es acusar a esa persona de estar
en bancarrota a nivel cultural, de tener un bajo estatus social
y una perspectiva de pobreza, así como de excentricidad.
El llamado “blanco pobre” es uno de los
variados grupos sociales minoritarios en Estados Unidos.
Descendientes de europeos, tiene sus orígenes en el Sur de Estados
Unidos y en los Apalaches. Aparecen como una casta social, y consiste
en un grupo de obreros agrícolas rurales, blancos y sin recursos,
que aunque no sean esclavos, no poseen tierras, y llegan a
ocuparlas en algunos casos.
NACIONALISMO NEGRO
En el lado opuesto del extremismo se halla el llamado “nacionalismo
negro”, que es un movimiento político y social surgido en
oposición al multiculturalismo, y que busca la creación de una
nación negra. Nacido a mediados del siglo XIX, adquirió
singular fuerza en los años sesenta y principios de los setenta,
principalmente entre los afroamericanos de Estados Unidos.
El nacionalismo negro promueve el mantenimiento de la identidad
afroamericana, reconociendo los orígenes como pueblo de origen
africano. Algunos de sus lemas son “Poder negro” o “Lo
negro es bello”. Algunas personalidades asociadas con la
consigna fueron el famoso Malcolm X, las Panteras Negras y el
Ejército de Liberación Negro.
El ‘afrocentrismo’ es una visión de la historia del mundo
que enfatiza la importancia de los africanos, tomándolos como un
solo grupo, y a menudo transformándose en sinónimo de personas de
raza negra, en la cultura, la filosofía y la historia.
Por otro lado el “panafricanismo o pan-africanismo” es un
movimiento político, filosófico, cultural y social, que promueve el
hermanamiento africano, la defensa de los derechos de las
personas africanas, y la unidad de África bajo un único
Estado soberano, para todos los africanos, tanto de África como
de las diásporas africanas.
“NACIÓN DEL ISLAM”
En este contexto nació la llamada “Nación del Islam” que es una
organización religiosa y socio-política fundada en 1.930 en los
Estados Unidos por Wallace Fard Muhammad, con el fin de
resucitar la conciencia espiritual, mental, social y económica de
las mujeres y los hombres negros de Estados Unidos y del resto
del mundo dentro de los preceptos del Islam.
Pero las creencias y la teología de la Nación del Islam se
diferencian radicalmente del Islam tradicional, especialmente por
su concepto politeísta de Alá. La Nación del Islam
considera que existen diversos seres que alcanzan el estatus de
Dios (aunque nunca al mismo tiempo).
Otra teoría que difiere
radicalmente del Islam tradicional
es que “los negros son superiores a las demás razas”
(pero
el Islam oficial
establece la igualdad de todas las razas),
y que la raza blanca fue creada artificialmente por un
científico malvado llamado Yakub
(el bíblico Jacob, padre
de las doce tribus de Israel),
quien creó una raza de personas blancas para que dominaran
el mundo durante seis mi años.
Los blancos son interpretados como seres demoníacos, como
“diablos de ojos azules”.
El problema de algunos musulmanes
es que no se adaptan con facilidad a la sociedad que los
acoge, y quieren imponer a los demás sus costumbres y su religión,
incluso con violencia a veces en el caso de los islamistas.
Otro problema es que se
reproducen tanto, que a veces superan en número a la población
autóctona, aunque no tengan
recursos para criar a tantos hijos.
Esta actitud
no se da en otras culturas como la hindú o la budista, que son más
tolerantes y pacifistas, pero sí se dio en la cultura cristiana en
el pasado, aunque ya lo hemos superado afortunadamente, y nos
hemos vuelto campeones en la defensa de los derechos humanos.
¡TAMBIÉN LOS CHINOS!
Por otro lado el
‘Sinocentrismo’
es la perspectiva etnocéntrica que considera a China como
el centro del mundo,
y pone en relación a ese centro cualquier otra zona, que ser
considera ‘periferia’. Antes de la era contemporánea, ésta
era la forma en que China se veía a sí misma: como la
única civilización en el mundo;
siendo las naciones extranjeras u otros grupos étnicos considerados
como bárbaros. En la
época contemporánea, tras verse sometida China al imperialismo
europeo y japonés, esta consideración se reduce a la búsqueda
de la supremacía china frente
a otras naciones.
RESPETO MÁXIMO
No voy a hablar del miedo al forastero, porque es un
problema psiquiátrico, ni mucho menos del delito de agresión
física o de asesinato, porque es un problema de derecho penal.
Tampoco voy a hablar de la supuesta ‘superioridad’ cultural
del mundo occidental llamada ‘eurocentrismo’, con la que no
estoy de acuerdo, porque nadie es superior ni inferior a nadie,
ya que cada cultura aporta unos valores humanos maravillosos y
diferenciados al patrimonio cultural de toda la humanidad, por lo que
todos podemos aprender de todos.
Más bien me apunto a la teoría del relativismo cultural
que defiende la validez y riqueza de todo sistema cultural, y
niega cualquier valoración absolutista moral o ética de los mismos.
Se opone al etnocentrismo y al universalismo cultural que
afirma la existencia de valores, juicios morales y comportamientos
con valor absoluto y de carácter universal.
El multiculturalismo que promueve el mantenimiento del
carácter distintivo de las culturas múltiples se contrasta a
menudo con otras políticas diferentes de asentamiento como la
integración social, la asimilación cultural y la segregación
racial. El multiculturalismo ha sido descrito como una
"ensaladera" y un "mosaico cultural"
en contraste con el crisol de razas.
Siempre he propugnado una síntesis cultural entre la
espiritualidad de oriente y la tecnología de occidente, es
decir, nuestro sentido práctico de la vida para sobrevivir mejor, y
el sentido espiritual de lo trascendente que abunda en las culturas
asiáticas. Sólo propugno un valor universal y absoluto que es el
RESPETO a los derechos humanos y sociales de cada ser humano y
de cada comunidad.
MUNDIALISMO
Por eso yo quiero hablar de utopía, de realidad y de sentido común.
Mi utopía es el mundialismo bien entendido,
definido como el conjunto de ideas, sentimientos y actos que
propugnan y expresan la solidaridad entre los pueblos de la Tierra
y que tienden a establecer una ley y unas instituciones de carácter
supranacional que les sean comunes.
Para nosotros los hispano-hablantes es muy fácil ser mundialista,
porque ya compartimos un idioma y una identidad cultural común.
Pero el mundialismo no es partidista, ni política ni
confesionalmente. Es también la corriente de pensamiento que
adoptan las personas que se identifican como ciudadanos del mundo.
Siete puntos que piden los mundialistas:
-
Creación de un legislativo mundial con una cámara del pueblo
mundial.
-
Reforma de la Carta de las Naciones Unidas.
-
Creación de una policía mundial integrada por agentes
independientes de los Estados soberanos para evitar el monopolio.
-
Creación de un tribunal mundial para juzgar a los criminales de
guerra.
-
Creación de una autoridad mundial del medio ambiente.
-
Creación de una autoridad mundial para velar por el respeto a
los derechos y deberes humanos.
-
Creación de una autoridad mundial para garantizar, con carácter
de prioridad absoluta, la autosuficiencia alimentaria.
Todo ello se basaría en el bien común, un concepto que se
puede entender como aquello de lo que se benefician todos los
ciudadanos, o como los sistemas sociales, instituciones y medios
socioeconómicos de los cuales todos dependemos que funcionen de
manera que beneficien a toda la gente.
GLOBALIZACIÓN
Esto está relacionado con la llamada ‘globalización’,
que es un proceso económico, tecnológico, político, social,
empresarial y cultural a escala mundial que consiste en la creciente
comunicación e interdependencia entre los distintos países del
mundo uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de
una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas
que les dan un carácter mundial gracias a la revolución
informática. Pero a mi juicio lo que hay que globalizar es
la solidaridad, y no el egoísmo, la explotación ni el capitalismo
salvaje.
El problema de la globalización es el fomento de la competencia
como valor económico universal, que por un lado aumenta la cantidad
y calidad de los productos, y por el otro amenaza las condiciones
de trabajo como salarios y derechos laborales. Esta eterna
competencia entre empresas multinacionales favorece a la depredación
del medio ambiente en plena crisis climática global.
Además, el acceso a los mercados internacionales de las élites
oligárquicas de países ricos en recursos naturales, pero poco
desarrollados industrialmente, lleva al abandono de intentos
políticos de promover progreso y justicia social en dichos
países, ya que dichas élites destinan su producción a una
exportación mucho más lucrativa, a corto plazo, que a establecer un
tejido industrial local nacionalizando su producción. (Me acuerdo
de los países árabes del Golfo Pérsico.)
Además de produce una creciente privatización de los sectores
económicos públicos como la sanidad, la enseñanza y las
administraciones públicas (además de otras empresas públicas),
por parte de gobiernos de corte neoliberal, junto al auge de la
empresa multinacional y el adelgazamiento de empresas y estados
nacionales. También se produce una sobrevaloración de
lo material y del consumismo sobre lo social o moral y sobre lo
ético, así como el fomento de la tecnificación industrial por
encima de la eficiencia productiva.
MOVIMIENTO ANTIGLOBALIZACIÓN
Las críticas al proceso globalizador configuran lo que se denomina
“movimiento antiglobalización” o ‘altermundismo’ y
sus cabezas mediáticas generalmente están ubicadas en un contexto
nacionalista.
El punto en común mayoritario que tienen estas críticas es que
equiparan globalización a imperialismo y neocolonialismo,
todas se oponen a lo que han denominado fundamentalismo de mercado
y acusan a la globalización de fomentar un estilo de vida
consumista y postmaterialista.
Como solución más generalizada todas estos credos ideológicos
apuntan a la necesidad de un Estado fuerte y regulador para la
sociedad y proponen el resurgimiento del desarrollismo, el
dirigismo y el proteccionismo en las políticas económicas de
las naciones, a la vez que reclaman reeducar a la sociedad en
torno a valores solidarios que contrarresten las
costumbres individualistas.
¿FRONTERA ABIERTA?
Ligado al mundialismo está el concepto de “frontera abierta”,
que es una frontera que permite la libre circulación de personas
entre diferentes jurisdicciones con pocas o ninguna restricción en
el movimiento, es decir, que carece de un control fronterizo
sustantivo.
Los defensores de las fronteras abiertas argumentan que “la
emigración libre es la forma más efectiva de reducir
la pobreza mundial”. Los migrantes de países en desarrollo
pueden ganar salarios más altos después de mudarse a un país más
desarrollado, si encuentran trabajo, cosa muy difícil.
Sin embargo, la inmigración a gran escala de los países más
pobres a los países más ricos puede crear una "fuga de
cerebros" en el país de origen, donde los profesionales
educados dejan su país de origen para vivir en otro lugar, privando
a sus países de origen de una fuerza laboral formada. Por ejemplo,
en 2.010 había más médicos etíopes viviendo en Chicago que
en Etiopía.
Además, las fronteras controladas fomentan políticas
responsables en relación con las tasas de población y de nacimiento
de los países, mediante la prevención de una alta población
y evitar que los países con alta tasa de natalidad despojen a
personas de otros países de baja población y de baja tasa de
natalidad.
SENTIDO COMÚN
En conclusión, lo que me dicta el sentido común es un No
absoluto a la xenofobia y a todos sus derivados, y sí a la
emigración controlada según las necesidades del mercado laboral de
cada país, y según los méritos profesionales de cada inmigrante,
tal y como hace Canadá que es el país más abierto del mundo con
los emigrantes.
Por ejemplo, Alemania está saturada de inmigrantes en situación
ilegal, y encima necesita 1,2 millones de trabajadores cualificados
para cubrir las necesidades de su mercado laboral abundante, ya que
tiene una industria monstruosa. El problema es que los inmigrantes
que ya tiene no están cualificados para cubrir dichos
empleos, y sus gastos de mantenimiento se tienen que pagar con
impuestos de todos los ciudadanos que trabajan.
Por lo tanto el meter a gente sin oficio ni
beneficio sólo puede conducir al aumento del desempleo, la
marginalidad, la creación de guetos, los conflictos étnicos y
sociales, el racismo no deseado, el auge de partidos de extrema
derecha y la pérdida de identidad cultural de cada país. Para
abrir fronteras sin control tendría que haber primero un
equilibrio económico de prosperidad en todo el mundo que no existe
actualmente excepto dentro de Europa, ya que la
desigualdad económica entre países es abismal.
Por ejemplo, si Suiza abriera sus fronteras, toda Europa emigraría a
Suiza en busca de su riqueza, y si Europa abriera sus fronteras, toda
África emigraría a Europa en busca de trabajo, lo que generaría un
caos, que ya se está produciendo por cierto. Lo que hay que hacer
es un Plan Marshall para desarrollar a los países pobres de modo que
no tengan necesidad de emigrar para sobrevivir, porque nadie es
feliz lejos de su tierra y de sus raíces. Yo por lo menos no lo
sería. Deseo no haber ofendido a nadie y agradezco su paciencia por
leerme o escucharme.
(*) Periodista