La
habitual campaña de alarmismo climático hiberna como los osos para
resurgir con fuerza cada verano aprovechando las olas de calor propias
de la estación (verano: «época más calurosa del año»).
Sin embargo, este
año las hordas climáticas andan perplejas: la sequía (que ningún
meteorólogo supo predecir) pareció acabar con los muy húmedos meses de
marzo y junio (lluvias que tampoco supieron predecir) y este mes de
junio también ha sido frío[1],
como fría aparenta haber sido la primera mitad de julio, mal comienzo
para un verano para el que la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) española pronosticaba (¿basándose en qué?)
temperaturas «muy altas»[2].
Pues bien, los mismos meteorólogos que no tienen ni la más remota idea
de qué tiempo va a hacer la semana que viene o de cuándo empiezan o
acaban las sequías pretenden hacernos creer que saben cómo será el clima
del planeta dentro de 100 años.
El gran engaño es hacernos creer
que vivimos una emergencia climática por nuestra culpa con temperaturas
jamás vistas, aunque en ocasiones el timo quede en evidencia cuando el
derretimiento de un glaciar deja al descubierto restos arqueológicos de
una senda utilizada por romanos y vikingos[3],
lo que demuestra que tanto en el Período Cálido Medieval como en el
Romano (hace unos 800 y 2000 años, respectivamente) no existían dichos
glaciares.
Debo añadir que nunca he comprendido la adoración totémica de
algo tan carente de vida e inútil como un glaciar (al menos hasta que
se derrite).
Otro ejemplo es el reciente descubrimiento de restos
fósiles de gatos salvajes, cánidos, osos pardos y urogallos más allá del
Círculo Polar Ártico, lo que sugiere una época más cálida en el Máximo
del Holoceno (hace unos 8.000 años)[4]. De hecho, incluso el IPCC duda («nivel medio de confianza») que la temperatura actual será superior a la de aquel entonces[5].
Asimetría informativa
No
es casualidad que el globalismo utilice la meteorología como arma, pues
tenemos una memoria muy corta y nos limitamos a reproducir creencias
populares: “el tiempo ya no es el de antes”, es el mantra. No es así. De
hecho, llaman ciencia a lo que no es más que propaganda, como pone de
manifiesto la asimetría informativa con la que se denominan fenómenos de
distinto signo, pero idéntica naturaleza: si hace frío y llueve nos
encontramos ante un fenómeno meteorológico pasajero («aislado»), sea una
DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) o una BFA (Borrasca Fría
Aislada), pero si hace calor o hay sequía siempre es cambio climático.
¿Ya no hay anticiclones?
No obstante, el instrumento más eficaz
para promover el miedo al apocalipsis ha sido ligar al cambio climático
los fenómenos meteorológicos extremos. El primero en comprenderlo fue Al
Gore, que utilizó las impactantes imágenes del huracán Katrina (2005)
como base de su conocido documental propagandístico (2006). Estas
supuestas relaciones de causalidad, sin embargo, nunca estuvieron
basadas en la ciencia o en la observación, sino en el trabajo de
agencias de publicidad contratadas ad hoc para encontrar las palancas que más pudieran mover a la opinión pública.
La caída de los iconos del cambio climático
El
paso de los años ha puesto de manifiesto que todos los iconos de la
propaganda climática eran puras invenciones: la población de osos
polares sigue creciendo[6], los corales de la Gran Barrera de Coral alcanzaron máximos de los últimos 40 años en 2024[7], la superficie quemada por incendios forestales ha disminuido un 25% en las últimas décadas[8] y los fenómenos meteorológicos extremos no han aumentado en frecuencia o severidad.
Así lo reconoce hasta el IPCC en los capítulos científicos del AR5[9] y del AR6[10],
donde deja claro que «la evidencia es limitada o no hay señal» de que
hayan variado significativamente las precipitaciones, ni las
inundaciones, ni las sequías, ni los huracanes, ni la cobertura de nieve
ni la acidez del océano, otorgando una «baja confianza» a las
afirmaciones que se hagan al respecto.
Naturalmente, los medios de
comunicación continúan ligando cada huracán, cada sequía, cada fuego
forestal y cada inundación al cambio climático a pesar de que incluso la
Organización Meteorológica Mundial advierte de que «ateniéndonos al
estado actual de conocimiento de la ciencia, ningún huracán u otro
evento concreto puede atribuirse al cambio climático inducido por el
hombre»[11].
Las
noticias sobre el supuesto derretimiento de los hielos tampoco tienen
fundamento. La temperatura media de la Antártida (-57ºC), reservorio del
90% de hielo del planeta, se mantiene estable desde 1979[12], como lo está su hielo continental y flotante[13], que incluso podría haber aumentado en la última década[14].
Asimismo, la capa de hielo de Groenlandia (reservorio del 9% del hielo
del planeta) es hoy superior al que había en el Holoceno Medio, hace
6.000 años[15], cuando probablemente la temperatura del planeta era superior a la actual[16].
No olviden que Groenlandia («Tierra Verde») fue bautizada así por sus
pastos cuando fue habitada durante el Período Cálido Medieval.
La polémica con la AEMET
En
España, la AEMET, cuyas publicaciones y servicios sigo desde hace
muchos años, no se ha librado de la contaminación política, y su
instrumentalización para promover la agenda climática se ha vuelto tan
patente que ha ido atrayendo el escrutinio creciente de analistas.
Algunos de ellos denunciaron recientemente que la Agencia había tildado
la primavera de 2024 de «cálida» cuando en 2016 la había tildado de
«fría» con idéntica temperatura. Esto estaría en consonancia con los
meteorólogos que pintan los mapas del tiempo de un alarmante color fuego
por temperaturas que antaño pintaban de colores más normales (¿cambio
climático o cambio cromático?).
Aplaudo el seguimiento crítico de
los datos de la AEMET, aunque en este caso el hecho tenga explicación.
En efecto, la Agencia cambió en 2020 la metodología utilizada para
calcular las temperaturas medias en España y modificó las series
numéricas, pero no el texto de sus informes ya publicados.
El sistema
anterior calculaba la temperatura de España mediante una media de 42
estaciones ponderada por la superficie resultante de aplicar los
polígonos de Thiessen, sencillos diagramas de Voronoi que son un método
geométricamente elegante, pero arbitrario y demasiado simple[17].
La
nueva metodología se basa en la utilización de 1.800 estaciones de
medición a las que se ha añadido datos interpolados en pequeñas rejillas
con modelos de regresión múltiple que tengan en cuenta latitud, altitud
y distancia de la costa. Como consecuencia del cambio metodológico, las
temperaturas de la serie histórica han bajado una media de casi 1,5ºC.
¿Ha dejado de ser fiable la AEMET?
Sin
embargo, aunque la AEMET no sea culpable de aplicar adjetivos
diferentes a temperaturas idénticas, su actuación plantea muchos
interrogantes. Que un simple cambio metodológico haga variar la serie
histórica de temperaturas en casi 1,5ºC demuestra una vez más que la
medición de temperaturas es siempre aproximada y que no puede inferirse
ningún cambio climático de diferencias de décima de grado.
En segundo
lugar, el nuevo sistema implica que la inmensa mayoría de datos son
estimaciones estadísticas y no mediciones directas de temperatura. Animo
a la AEMET a publicar la serie histórica de las temperaturas medidas
por las actuales 1.800 estaciones sin interpolaciones (500 estaciones en
1961, y un número creciente desde entonces).
Asimismo, las
correlaciones entre los resultados de dos metodologías tan diferentes
son demasiado elevadas como para no sospechar la existencia de sesgos
confirmatorios, a pesar de la cercanía de las estaciones entre sí[18],
y las verificaciones estadísticas no garantizan ni mucho menos el
funcionamiento del modelo en el futuro (como ocurre con todo backtesting).
La
nueva metodología gana cuatro años a la serie histórica anterior, que
empezaba en 1965. Ahora nos podemos remontar a 1961, pero ¿por qué no se
remonta la AEMET a 1940 o 1950? Tiene entre 300 y 500 estaciones para
elaborar una buena media, así que le animo a hacerlo, porque quizá
veríamos que las temperaturas actuales son similares a las de aquel
entonces.
En efecto, entre 1945 y 1975, aproximadamente, el planeta se enfrió, el «bien conocido enfriamiento térmico»[19],
en palabras de la AEMET, que sin embargo no explica la caída de
temperaturas en España hasta el mínimo de 1972 ni parece preguntarse por
qué se produjo tal enfriamiento si el CO2 ya estaba aumentando en ese período. Una correlación negativa excluye la posibilidad de una relación de causalidad.
Tampoco existe correlación entre el aumento de CO2
y la conocida como «la Pausa» o el Hiato, ese período entre 1998 y 2015
en el que la temperatura terrestre no aumentó a pesar del constante
aumento del CO2.
Este fenómeno fue silenciado por los medios y negado por los patéticos fact-checkers
a pesar de que el propio IPCC mencionaba «la Pausa» en 53 ocasiones en
su Quinto Informe (AR5) y le dedicaba un artículo entero titulado «Los
Modelos Climáticos y la Pausa en el Calentamiento Global en los últimos
15 Años»[20].
La AEMET reconoce la «ralentización del calentamiento observada en las
décadas de 1990 y 2000, durante las cuales el calentamiento daba
muestras de haber cesado»[21], aunque sorprendentemente esta «época en que el calentamiento parece estancarse»[22] no le parece merecedora de comentario alguno.
Sesgos climáticos
Otro
ejemplo del sesgo de la AEMET es que, al comentar que a partir de 1991
se sucedieron tres años fríos consecutivos (siendo 1993 el cuarto año
más frío desde 1961), menciona la coincidencia temporal con la erupción
del volcán Pinatubo dando a entender que ésa fue la causa. Sin duda, las
erupciones de volcanes en superficie tienden a provocar un enfriamiento
temporal del planeta, pero ¿por qué sólo se buscan explicaciones
naturales a los años fríos y no a los cálidos?
¿Por qué la AEMET no liga
el calentamiento de los dos últimos años a otros fenómenos concretos
como El Niño 2023-2024 (el cuarto más fuerte de la historia) o la
erupción del volcán submarino Hunga-Tonga en 2022, que lanzó a
la atmósfera un ingente volumen de vapor de agua (el mayor gas
invernadero), lo que «podría calentar temporalmente la superficie
terrestre»[23], según la NASA?
La
AEMET también obedece fielmente las consignas del IPCC en su forma de
presentar los datos para manipular a la opinión pública. Así, compara la
temperatura actual con la que llama la época preindustrial, que data en
1850.
Casualmente, 1850 marca un mínimo en las temperaturas de los
últimos 700 años y coincide con el fin de la Pequeña Edad de Hielo, que
comenzó alrededor del 1300 (cuando terminó el Período Cálido Medieval) y
supuso un severo enfriamiento de la Tierra por causas naturales, cuyos
detalles, como tantas cuestiones sobre el clima, aún se ignoran.
La
pregunta es: ¿por qué no toman el año 1300 como origen de la
temperatura “preindustrial”? Porque el s. XIV es tan “preindustrial”
como el s. XIX, ¿no? Sencillamente, porque si tomaran ese año veríamos
que las temperaturas actuales no difieren mucho de las de aquel entonces
y el relato apocalíptico se derrumbaría como un castillo de naipes.
Lo
mismo ocurre con los datos por satélite, que comienzan a darse en 1979,
justo después de 30 años de enfriamiento de la atmósfera. Ya saben, si
quieren manipular un gráfico y dar a entender una tendencia, elijan bien
el origen e coordenadas y, sobre todo, t0.
Asimismo,
la AEMET nunca habla de temperaturas absolutas, sino de «anomalía» de
temperaturas respecto de una media móvil. Naturalmente, ésta es la
práctica estándar de toda la literatura científica sobre el clima, pero
semejante utilización del lenguaje resulta relevante, puesto que el
término «anomalía» da a entender que existe una anormalidad, una rareza,
una desviación, un defecto.
Sin embargo, el único modo de que no
existiera anomalía alguna sería que la temperatura de la Tierra fuera
siempre constante, y eso sí que sería raro.
Centrar la atención en
las supuestas «anomalías» tiene una enorme importancia a la hora de
presentar gráficamente los datos, pues no es lo mismo presentar un
gráfico de anomalías de décimas de grado (en el que variaciones muy
pequeñas parecen enormes) que un gráfico de temperaturas como el
siguiente, que muestra la temperatura media de España desde 1961 hasta
2023 según la nueva metodología de la AEMET:
Islas de calor urbano
Según la AEMET, la temperatura media de España ha aumentado a un inapreciable ritmo de 0,31ºC por década
desde 1961. En parte, este aumento se debe al llamado efecto de isla de
calor urbano (UHI), causado por termómetros antaño situados en un
pueblo o en mitad de un prado que hoy se encuentran en plena ciudad, con
tráfico, aire acondicionado y calefacciones, o, peor aún, cerca de esos
adefesios llamados huertos solares, capaces de elevar la temperatura
circundante hasta 4ºC[24].
Este efecto hace que las series históricas de mediciones de superficie
deban ser tomadas con cautela y explica por qué los satélites medían un
aumento de temperaturas muy inferior al que medían los termómetros de
superficie hasta que, en 2017, curiosamente, se modificó la
interpretación de los datos satelitales[25].
De hecho, en su primera década en el espacio (1979-1989) los satélites
no detectaron calentamiento alguno de la Tierra a pesar del aumento de
CO2.[26]
La
Agencia menciona que con su nueva metodología el efecto de isla de
calor urbana se atenúa, pero le resta importancia citando al AR5 (y AR6)
del IPCC para afirmar que no cree que afecte en más de un 10%.
Sin
embargo, reconoce que en regiones en rápido desarrollo (como España
desde 1961) esta cifra pueda ser mayor, e investigaciones recientes
afirman que el efecto de isla de calor urbano es muy superior al
estimado por el IPCC, de modo que, si se utilizan sólo las temperaturas
medidas por estaciones rurales, el supuesto ritmo de calentamiento del
hemisferio norte desde 1850 sería un 40% inferior[27].
Animo a la AEMET a publicar las temperaturas históricas de sus estaciones rurales exclusivamente.
La mayor estafa de la Historia
Dada
la ingente cantidad de dinero que depende del catastrofismo climático,
la aplastante presión y censura sobre los científicos y el significativo
número de caraduras que viven de ello, probablemente nos encontremos
ante la mayor estafa de la Historia.
Sin embargo,
no debemos olvidar que ante todo nos encontramos frente a una agenda de
poder con la que el globalismo sueña alcanzar su distopía: una sociedad
controlada, sin libertad ni prosperidad y sometida a todo tipo de
prohibiciones y restricciones por miedo a un apocalipsis inventado.
Mencken lo describió hace más de un siglo: «El único objetivo es
mantener a la población asustada (y, por tanto, clamando por su
salvación) amenazándola con una interminable serie de temores, casi
todos imaginarios[28]». Amén.
(*) Economista
[1] Resumen mensual climatológico de España (aemet.es)
[2] Una
primavera más cálida de lo normal dará paso a un verano con
temperaturas muy altas – Agencia Estatal de Meteorología – AEMET.
Gobierno de España
[3] Melting Ice Reveals an Ancient Thriving Trade Route – State of the Planet (columbia.edu)
[4] Ancient
DNA and osteological analyses of a unique paleo-archive reveal Early
Holocene faunal expansion into the Scandinavian Arctic | Science
Advances
[5] IPCC AR6, WG 1, TS 112.
[6] 50 years after hunting ban polar bears are thriving, new report shows – The Global Warming Policy Foundation (thegwpf.org)
[7] Bjorn
Lomborg en X: «Doesn’t fit the narrative, but 2024 record coral cover
for Great Barrier Reef Based on official data for all 11 sectors of GBR,
Last three years, 2022-2024, have been unprecedented Data:
https://t.co/MQ0qkITsby https://t.co/Ru0rZGwytS https://t.co/F5EH0hjaL3»
/ X
[8] A human-driven decline in global burned area | Science
[9] IPCC AR5, WG 1, Chapter 2.6, p.214-220
[10] IPCC AR6, WG 1, Chapter 12, p. 1770-1856
[11] Citado por S. Koonin, El Clima: no todo es culpa nuestra, La Esfera de los Libros, 2023.
[12] The State of the Climate in 2023 (thegwpf.org)
[13] Understanding climate: Antarctic sea ice extent | NOAA Climate.gov
[14] TC – Change in Antarctic ice shelf area from 2009 to 2019 (copernicus.org)
[15] IPCC AR6, WG 1, 9.6.2.
[16] NOAA
National Environmental Satellite, Data, and Information Service:
Mid-Holocene Warm Period, Penultimate Interglacial Period and Early
Eocene Period
[17]
Los polígonos de Thiessen se crean uniendo entre sí los puntos del
plano que marcan la localización de cada estación, trazando las
mediatrices de los segmentos de unión y estableciendo distintas áreas de
influencia de cada estación con las intersecciones de dichas
mediatrices.
[18] Hansen y Lebedeff, 1987
[19] NT_31_1_Analisis_temp_rejillas.pdf (aemet.es) p. 48
[20] IPCC AR5, WG 1, Box TS 3, p. 61-63
[21] NT_31_1_Analisis_temp_rejillas.pdf (aemet.es)
[22] Análisis
de las temperaturas en España en el periodo 1961-2018. Volumen 2.
Series de temperaturas medias en España a partir de estaciones de
referencia (aemet.es)
[23] Tonga Eruption Blasted Unprecedented Amount of Water Into Stratosphere – NASA
[24] The Photovoltaic Heat Island Effect: Larger solar power plants increase local temperatures | Scientific Reports (nature.com)
[25] The State of the Climate in 2023 (thegwpf.org)
[26] Satellites Find No Sign of Global Warming in 80’s – The New York Times (nytimes.com)
[27] Climate
| Free Full-Text | The Detection and Attribution of Northern Hemisphere
Land Surface Warming (1850–2018) in Terms of Human and Natural Factors:
Challenges of Inadequate Data (mdpi.com), citado por José Gefaell (@ChGefaell)
[28] Citado por S. Koonin, El Clima: no todo es culpa nuestra, La Esfera de los Libros, 2023.