Este segundo domingo de septiembre, se cumplen los primeros Cien Días
del Gobierno más débil de la reciente historia española. Un Gobierno
presidido por Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, apoyado por 84
parlamentarios socialistas, e, investido Presidente con esos votos
propios, de los de Unidos Podemos, de los independentistas de Esquerra
Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya (JXC), y del
Partido Nacionalista Vasco, Compromis, Bildu y Nueva Canarias. Unos
aliados a los que hay que ir contentando día a día, para poder llegar, y
es el objetivo, hasta las próximas elecciones generales del 2020. Una
meta difícil de alcanzar.
Por primera vez en la reciente etapa democrática española, una moción
de censura hacia caer al Presidente del Gobierno en el poder, Mariano
Rajoy Brei, y permitía el triunfo de un dirigente socialista que había
torcido la mano a los barones del partido y que, en unas primarias, tras
la dimisión forzada de la secretaria general, recuperaba el poder de un
partido sumido en una crisis que parecía imparable.
En pocos meses,
recuperaba el control del partido y, por sorpresa, llegaba a La Moncloa
ante el desconcierto de su antecesor que decidía, algo que queda por
explicar, no dar batalla disolviendo el Parlamento y colocando en el
puesto de salida la candidatura de su vicepresidenta, Soraya Sáenz de
Santamaría (o, por lo menos, es la versión que ella ha vendido a los
suyos). Rajoy tira la toalla, sin dar batalla y se incorpora a su puesto
de Registrador de la Propiedad en Santa Pola (Alicante), sin explicar
por qué decide no disolver y convocar nuevas elecciones.
Durante su discurso de censura, Sánchez, en dos ocasiones, le pide a
Rajoy que disuelva con lo que la censura quedaría desactivada. Pero no,
Rajoy desaparece, se esconde toda la tarde, con algunos de los suyos, en
un restaurante de la calle Alcalá, le cuentan como Santamaría intenta
convencer al PNV de que le pidan a Rajoy la disolución (con ella de
candidata) y, la censura sale aprobada con el compromiso de celebrar
unas elecciones generales a la que no le pone una fecha concreta.
A
partir de ahí el nuevo Presidente, con un Ciudadanos desconcertado y un
Partido Popular en plena búsqueda de un sucesor de Rajoy, toma la
iniciativa forma un Gobierno, con mayoría de mujeres, recibido con
sorpresa y expectación por la opinión pública nacional e internacional;
intenta recuperar protagonismo en Europa ocupando un puesto
privilegiado, al lado a la canciller Merkel y el Presidente francés
Macron, con una Italia que comienza a jugar a la extrema derecha; y, se
coloca en el foco mediático con la acogida en el puerto español de
Valencia, del buque “Aquarius” , en lo que califica de acción
humanitaria para 600 migrantes abandonados en el Mediterráneo, y…
empieza a ejercer el poder como si siempre lo hubiera ocupado.
Con la mayor naturalidad del mundo comienza a utilizar el avión de
las Fuerzas Aéreas para ir a un Concierto (justificado como actividad
cultural); pasa parte de sus vacaciones en el Coto de Doñana al que
invita a la canciller Angela Merkel a la que convierte en su mejor
aliada, junto al francés Macron y al portugués, Antonio Costa, y dedica
la finca de Quintos de Mora (el rancho de Aznar, según la prensa
norteamericana), como casa de retiro espiritual para él y su Gobierno.
Y, ante su debilidad parlamentaria, comienza a gobernar con Decretos
Leyes para escándalo de la oposición popular que, en momento de
dificultades, hizo lo mismo. Promete la exhumación inmediata del Valle
de los Caídos, de los restos del general Franco y, ante las
dificultades legales que van surgiendo, opta por aprobar un Decreto Ley
que tiene que ser convalidado por el Parlamento y que, en estos
momentos, no tiene fecha fija de aprobación.
Usa, también, el Decreto Ley para cambiar la situación en Televisión
Española, no consigue la aprobación del nuevo Consejo de Administración
que pretendía y, al final, se nombra a una administradora única, a Rosa
María Mateo, una profesional de prestigio, para dirigir los destinos del
Ente Público, hasta que se nombre un Consejo definitivo y un máximo
responsable de la Radio Televisión Públicas.
El decreto ley también ha
servido, dicen los socialistas, para fortificar el estado de bienestar,
intervenir en el tema de las Becas, volver a la universalidad de la
Sanidad, y, a las sucesivas ofertas de empleo público.
Ayer la vicepresidenta Carmen Calvo en declaraciones al “Economista”,
aseguraba, con gran seguridad que no sólo habrá Presupuestos Generales
del Estado para el año que viene, sino que no habrá adelanto electoral
ya que, asegura “hay que recomponer derechos y mejorar el Estado del
Bienestar y, para eso necesitamos un tiempo”. Piensa que si no es
posible, se tendrá que utilizar la anterior senda de gasto, y tener una
horquilla en la que nos movamos.
“Pero- insiste- tenemos instrumentos
vía real decreto para modificar los Presupuestos en la dirección que
nosotros consideramos prioritaria. Por lo tanto, habrá Presupuestos y no
habrá elecciones anticipadas, porque hay asuntos importantísimos que
abordar, como la crisis de Cataluña. Hay una mayoría en el Congreso que
puede cambiar el techo de gasto, y nosotros seguiremos intentando que se
apruebe”.
Mientras tanto, ante la imposibilidad de aplicar ningún Decreto Ley
(y sólo el artículo 155 de la Constitución según ha empezado a pedir la
oposición) se intenta “desinflamar” el contencioso catalán, con
reuniones bilaterales entre Generalitat y Gobierno central, encuentro en
La Moncloa con el Presidente Quim Torra, reunión, por primera vez, de
la Junta de Seguridad para encauzar la “guerra de los lazos” amarillos
(hasta ahora sigue sin estar encauzada) y retiradas de recursos ante el
Constitucional contra determinadas leyes, ignorando, eso si, las
provocaciones y salidas de tono de Torra, las amenazas de Puigdemont y
la persecución nacionalista por tierra, mar y aire del juez del Supremo
Pablo Llarena, pendiente de una grave demanda contra él, ante la
justicia belga.
(*) Periodista y economista