China se
ha convertido en el mayor adversario de Estados
Unidos en el marco de la política exterior de la Administración
Trump, que percibe a Pekín como una amenaza no sólo
en el campo militar, sino también en el económico.
La mayoría de los analistas describen la relación chino-americana
como compleja y polifacética. Los Estados Unidos y China,
habitualmente, no son ni aliados, ni enemigos; el gobierno
estadounidense no considera a China como un adversario, sino como un
competidor en ciertas áreas, y como socio en otras. Ambos países
son los más grandes consumidores de vehículos de motor y de
petróleo, y los dos, los emisores más grandes de gases de efecto
invernadero.
Si bien hay tensión en la relación chino-americana, también
hay importantes factores estabilizadores. La República
Popular China y los Estados Unidos son socios comerciales y
tienen intereses comunes en cuanto la prevención y supresión del
terrorismo, y el control de la proliferación nuclear.
China es también el mayor acreedor extranjero de los Estados Unidos.
AMENAZA MILITAR
El presidente de China, Xi Jinping, ha transformado al Ejército
Popular de Liberación en una fuerza que está cerrando rápidamente
la brecha en la potencia de fuego de EE.UU., y en algunas áreas
vitales la ha superado. China está desarrollando una amplia gama
de sistemas de armas capaces de amenazar los intereses de Washington
en la región del Pacífico.
Por otra parte, EE.UU. tiene actualmente 44 interceptores
terrestres para proteger el territorio continental de Estados
Unidos, localizados en Fort Greely, en Alaska y en
California, pero los funcionarios del Pentágono consideran que
estas defensas son demasiado escasas para contrarrestar un ataque
sustancial contra el continente americano por el creciente poder de
ataque militar de China. Pero China no está interesada en la guerra
sino en el comercio.
GUERRA COMERCIAL
La política monetaria ha sido uno de los problemas más grandes
dentro de las relaciones entre Estados Unidos y China en la última
década. En el centro del problema se encuentra la pregunta de si la
moneda de cada país tiene o no el valor adecuado, aunque cada país
ha culpado al otro de esto, pero la moneda de China está
infravalorada según los
expertos.
En julio del año pasado Estados Unidos comenzó a aplicar aranceles
sobre cientos de productos chinos. China acusó a Estados Unidos de
iniciar la mayor guerra comercial en la historia económica de
la humanidad y Pekín tomó medidas de represalia.
Numerosos productos chinos se vieron afectados por aranceles del 25%,
y esto provocó que fueran un 25% más caros para los consumidores
estadounidenses. Esto incluye productos tecnológicos como chips
semiconductores utilizados en la fabricación de muchos aparatos.
Como represalia, China atacó a la industria agrícola
estadounidense y al sector automovilístico. Pero la mentalidad
de "ojo por ojo" entre Pekín y Washington podría conducir
a ambas partes a no querer bajarse de sus posiciones hostiles por
temor a perder. Tendrán que ponerse de acuerdo tarde o temprano para
no perjudicarse ambos.
RUTA DE LA SEDA
Esta semana, los representantes de 150 naciones, incluidos
líderes mundiales de alrededor de cuarenta países, se reúnen en
Pekín para el Segundo Foro de Cooperación
Internacional en el enorme proyecto comercial chino conocido como
la Nueva Ruta de la Seda.
China ha firmado 173 documentos de
cooperación, en su proyecto Ruta de la Seda, con 125 países y 29
organizaciones internacionales. Este proyecto que pretende
conectar Europa, Asia del Sur y Oriental, Asia Central, Oriente Medio
y también América Latina.
El mes pasado, Italia se convirtió en el primer país del G-7 en
unirse a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, y otros
miembros de la Unión Europea indicaron que seguirán su ejemplo.
Austria y Portugal participarán en el próximo foro.
También
se rumorea que el Reino Unido, Suiza, Francia, España y Australia
están lo suficientemente intrigados como para firmar acuerdos
inspirados por la Nueva Ruta de la Seda, aunque no respalden
formalmente el proyecto. Varios países de la Unión Europea
firmarían el acuerdo de manera conjunta, y no como Estados
individuales.
Justo esta misma semana, el ministro de Relaciones Exteriores de
España y ex-presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell,
declaró que las actuales propuestas comerciales y de infraestructura
de China reflejan el nuevo estado de la nación, que se ha convertido
en una potencia mundial, lo cual es una obviedad.
FORO MUNDIAL
El presidente de China, Xi Jinping, ha aprovechado este viernes la
apertura del Segundo Foro para la Cooperación Internacional Cinturón
y Ruta de la Seda para intentar calmar las inquietudes de sus
potenciales socios internacionales, hasta ahora recelosos con el
proyecto y con los elevados costes económicos que conlleva la
participación en sus infraestructuras. En el encuentro se han dado
cita 37 jefes de Estado y representantes de 150 países.
El mandatario chino, que ha insistido en que su intención no es
cargar de deuda a ningún país socio, aprovechará esta cumbre
para ajustar sus propuestas y abordar abiertamente las preocupaciones
de sus potenciales colaboradores.
Por su parte, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha
declarado durante la sesión inaugural que la cooperación entre
Rusia y China se está desarrollando en todos los ámbitos, y
continúa creciendo de manera constante. En concreto, Putin señaló
que el volumen de comercio entre ambas potencias ha experimentado un
crecimiento del 24,5%.
Las autoridades chinas también han querido subrayar el aspecto
sostenible y ecológico del proyecto, destacando que, con el
verde como color de fondo, se harán valer los criterios ecológicos
en la construcción de infraestructuras, inversión y financiación.
PROYECTO CONTROVERTIDO
Lanzado en el 2013, el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda
involucra inversiones en más de 150 países en Europa, Asia, Oriente
Medio, América Latina y África con el fin de impulsar
significativamente el comercio mundial y reducir los costos
comerciales a la mitad para los países participantes.
Pero al mismo tiempo, la iniciativa del Cinturón y la Ruta de la
Seda se ha convertido en un nuevo punto de división entre China y
EE.UU., ya que Washington intenta impedir que los países
europeos se unan al proyecto.
De este modo, el país norteamericano se ha posicionado como uno de
los más críticos con la iniciativa, llegando a acusar a Pekín de
querer convertir este proyecto en una trampa de deuda para
socios internacionales y aumentar de esta manera su influencia en el
contexto geoestratégico global.
Es decir, la iniciativa, que busca
conectar Asia, Europa y África como lo hizo la Ruta de la Seda
siglos atrás, se ha visto rodeada de controversia en relación con
la posibilidad de que China la utilice para cargar de deuda a los
países miembros y aumentar su poderío mundial.
(*) Periodista