martes, 30 de agosto de 2016

Rajoy durmió al Congreso / Pablo Sebastián *

Hemos asistido en el Congreso de los Diputados al primer acto de una Ópera Bufa donde el tenor, en este caso Mariano Rajoy en el rol de candidato a una investidura que nunca existirá, hizo gala de su desidia habitual con un discurso romo y aburrido a cuyo término agradeció la atención prestada por los diputados de la Cámara sin percatarse que se habían dormido mientras el les cantaba una nana.
 
Ayer ninguna novedad, ni épica, ni carácter, ni llamamiento al PSOE cerril en pos de una España soberana- hizo bien al aludir a las Cortes de Cádiz- unida y decidida a salir de la crisis institucional, económica y social en la que estamos inmersos. Rajoy lo daba todo por perdido, y si en la noche del 26-J de su victoria electoral fue incapaz de articular un discurso frente a sus militantes entregados, pues imaginen la desgana con la que preparó su discurso de investidura cuando se sabe abocado al fracaso.

Incluso siendo malo el armazón de su disertación, Rajoy podía haberla adornado con humor -‘vengo sonriente a este patíbulo’- o con pasión. Y si ese no es su estilo para eso de escribir bien y barnizar los discursos deberían de estar las decenas de asesores que tiene en la Moncloa. Y si no tiene ninguno que le sirva pues que Rajoy este mismo fin de semana le pida a Barack Obama uno de sus escribanos, que son muy buenos, en la cumbre del G-20 en Hong Kong.

¿Qué ha dicho Rajoy? Pues que agradece mucho a C’s y CC sus apoyos, pero sin entrar en detalle en cuestiones tan serias como la reforma del Poder Judicial. Y ¿que le ha dicho a Sánchez? Casi nada, que se inmola en la investidura porque no hay alternativa mientras le pregunta si hay en la Cámara alguien que busca unas terceras elecciones. Eso fue todo al margen de una arenga sobre la unidad de España para que el sopor no invadiera los escaños del PP.

La decepción sobre el discurso de Rajoy fue generalizada. Algunos de sus colaboradores lo justificaban diciendo eso de ‘Mariano es así’, lo que no explica semejante actuación que puede ser una de las últimas de alcance en su carrera política. Sin embargo en su ‘claque’ los mas aduladores confían que Rajoy mejore durante el debate en cara a cara con Sánchez e Iglesias. Aunque eso resulta difícil de imaginar, al menos en lo que se refiere a Sánchez, porque si hoy los portavoces del PP presumían de un discurso ‘conciliador’ ello les impide imaginar que Rajoy saque carácter con Sánchez. Salvo que el líder del PSOE lo vuelva a insultar, como ocurrió en aquel debate electoral.

Ya sabemos que esta investidura está fracasada y que el debate no va a servir para nada y por lo tanto no se debió celebrar, ni el Rey -visto lo que pasó con la investidura de Sánchez- nunca debió encargar a Rajoy ni a ningún otro candidato sin apoyos someterse a una investidura que no conduzca al éxito. Un procedimiento anormal que nadie entiende en Europa ni en ninguna democracia consolidada del mundo occidental.

Pero ya que estamos en semejante y absurda situación los políticos al menos deberían esforzarse por ofrecer un espectáculo de calidad y un horizonte de esperanza o entreabrir las puertas del pacto para una no lejana ocasión.

Eso es lo que pretende hacer Rivera con un discurso que, como le gusta decir, querrá ser ‘de Estado’. Mientras Sánchez irá con saña a justificar su ‘no es no’ sobre todo ante su partido y después ante el conjunto de los españoles, porque si además del no, Sánchez no presenta ahora una alternativa o salida a este infernal laberinto acabará siendo el malo de esta opereta en la que Pablo Iglesias hará lo imposible por inundar las pantallas de la televisión.


(*) Periodista


Rajoy no tiene quien le escriba / José Oneto *

Viendo y oyendo el discurso de investidura de Mariano Rajoy Brey este martes desde la Tribuna de Prensa del Congreso de los Diputados, atento a la más de media docena de interrupciones por los encendidos aplausos de la bancada popular, en una tarde calurosa que amenazaba tormenta desde la mañana, la única conclusión que ha podido sacar este cronista, es que el señor Presidente del Gobierno en funciones, cuatro años en el poder con mayoría absoluta, es que no tiene quien le escriba.

Es más, a quien le ha escrito ese discurso de treinta y seis páginas, leída de forma monótona, con desgana y un cierto punto de cansancio, durante más de hora y media, habría que suspenderle de empleo y sueldo. Que un discurso como el que tenía que pronunciar este martes Mariano Rajoy en el Parlamento, para iniciar lo que era el debate de investidura, algo que debió haber hecho hace meses cuando declinó la oferta que le hizo el Jefe del Estado, haya resultado, hasta cierto punto, un fiasco, no sólo es responsabilidad del señor Presidente del Gobierno, sino también de su equipo de colaboradores y de la falta de lo que en Estados Unidos se conoce como speech writers o ghost writers, un equipo de escritores encargados de reelaborar, reescribir, dar vida y conexión con el público, a los discursos presidenciales.

Probablemente los dos Presidentes norteamericanos que más han cuidado a sus speech writers hayan sido John Kennedy y Barack Obama. Kennedy contó con Robert Schlesinger, autor de un libro de referencia sobre el tema, titulado White House Ghosts (Presidentes and Their Speechwriters), nieto del historiador Arthur Schlesinger, uno de los hombres que más influyeron en el clan de los Kennedy. Por su parte, Barack Obama tiene, en estos momentos, un equipo de nueve escritores que día y noche, intenta buscar el mensaje perfecto, la palabra adecuada, el término conmovedor, el tono y la cadencia, con que el Presidente de Estados Unidos, le hablará a su país, especialmente en las ocasiones más solemnes como por ejemplo el del Estado de la Unión.

Probablemente si Rajoy, que no tiene quién le escriba, hubiese contado con un “escribidor de discurso” (no, con lo que vulgarmente se conoce como un “negro”), el discurso con el que iniciaba su investidura, algo que debería tener previsto desde hace meses, porque tarde o temprano, eso iba a llegar, hubiera carecido de la simplicidad y de la falta de brillantez como el que se tuvo que oír este martes en el Parlamento. Un discurso que ha girado sobre lo que Rajoy ha bautizado como “Gobierno fuerte en una España unida”, poniendo más el acento en la fortaleza de ese Gobierno y no en esa hermosa cita final de la Constitución de Cádiz, cuando por primera vez, en nuestro país, el poder de legislar, es decir, la soberanía que hasta entonces correspondió exclusivamente al Monarca, fue asumida por los españoles, que dejaron de ser súbditos y se convirtieron en ciudadanos.

Cicatero con Ciudadanos y con Rivera, y generoso con UPN, el PAR, Foro Asturias y Coalición Canaria, el candidato reflejó en su discurso que se presentaba como perdedor, convencido de que estaba ante un acto fallido y ocultando, además, lo más importante del Pacto con Ciudadanos, todo lo que suponía de intento de regeneración, de modernización y de mejora para ciertos sectores sociales.

Probablemente dado el estado de ánimo con el que el candidato subió al estrado, era muy difícil darle la vuelta a todo. Pero, por lo menos el discurso no hubiera sido tan soporífero y, en cierto modo, tan poco atractivo y generoso, para quienes había que convencer de que apoyaran la investidura.


(*) Periodista y economista


Especulaciones apocalípticas / Guillermo Herrera *

Desde que Ángela Merkel aconsejó la acumulación de agua y comida, y otros países han dado el mismo consejo, se ha desatado una oleada de especulaciones sobre lo que se esconde detrás de tal anuncio.

Al mismo tiempo se recuerda la extraña frase que el Papa Francisco pronunció en diciembre: “Disfruten de la Navidad porque quizás sea la última”.

Esto me recuerda el siniestro título de un libro “No os preocupéis por el año 2.000; quizás no lo veáis”. También hubo otros libros desafortunados: “La gran catástrofe de 1.983” por el astrólogo argentino Borís Cristof, “Fin del mundo 1.992”, y la falsa alarma creada por el final del calendario maya el 12 de diciembre de 2.012.

El fin de los tiempos, juicio final, Apocalipsis o fin del mundo es una hipotética situación en la que un evento podría causar la destrucción de la especie humana. Los posibles resultados de este acontecimiento pueden variar entre una interrupción importante de la civilización humana, la extinción de los seres humanos, la destrucción del planeta Tierra o la aniquilación de todo el universo.

Por otro lado los llamados Testigos de Jehová han anunciado el fin del mundo en numerosas ocasiones y se han columpiado.

Luego está un general ruso que se ha ido de la lengua y ha dicho que en noviembre el mundo será muy diferente al que vemos ahora.

Pero yo creo que no se puede hablar de fin del mundo sino del fin de una civilización, de un sistema de creencias con muchas mentiras que es un gigante con pies de barro, para dar paso a otra Humanidad más auténtica y conectada con su Creador.

Es evidente que todos los países ocultan información para no alarmar a sus ciudadanos pero nos tratan como si fuéramos menores de edad. Lo único que han conseguido con este consejo es meternos el tramojo en el cuerpo. Quizás ese era objetivo, pero lo peor que se puede hacer es asustarse, porque el miedo nos vuelve vulnerables e indefensos, nos roba la energía.

Hipótesis

Entre las muchas especulaciones apocalípticas están las siguientes:
  • El desplome del dólar por el ingreso del yuan chino en el FMI, que está previsto a finales de septiembre.
  • Un atentado islamista que provocaría una gran contaminación radiactiva.
  • Un atentado terrorista de falsa bandera que provocaría la tercera guerra mundial.
  • Un enfrentamiento directo entre EE.UU. y Rusia en Siria, que también provocaría un conflicto mundial.
  • Una bomba de pulso electromagnético que provocaría un apagón mundial.
  • Una pandemia global producida por un virus.
  • Un evento geológico como terremotos, maremotos o volcanes.
  • Colisión de un gran meteorito, asteroide o cometa contra la Tierra.
  • Una brusca reorientación del eje de rotación de la Tierra.
  • Un cambio de polaridad magnética de la Tierra.
  • Un drástico aumento de la intensidad del Sol.
  • Una tormenta solar que bloquearía todos los sistemas electrónicos.
  • Ataques de rayos gamma u otra devastadora explosión de radiación cósmica.
  • El paso del sistema solar a través de una nube de polvo cósmico, como la nube de Oort.
  • Una intervención divina directa para ajustar cuentas con los malvados. Sería lo mejor.
Providencia divina

Está claro que estamos viviendo un momento extraordinario en la historia de la Humanidad pero prefiero ser optimista y pensar que todo será para bien porque creo en la providencia divina, en el aspecto maternal de Dios. La mejor definición que me enseñaron en el catecismo católico: 

Es el cuidado amoroso de Dios por la Humanidad, por sus criaturas y por toda su creación. Siempre es a favor del ser contra la nada, a favor de la vida contra la muerte, a favor de la luz contra las tinieblas, en una palabra: a favor de la verdad, del bien y de la belleza de todo lo que existe.

Por lo tanto no hay nada que temer para el que tenga la conciencia tranquila de no haber cometido ninguna tropelía contra sus semejantes; pero está claro que vienen tiempos de prueba con los cuatro jinetes del Apocalipsis: la guerra, la pobreza, la enfermedad y la muerte.


(*) Periodista

Váyase de una vez, hombre / Ramón Cotarelo *

No se humille más. Deje de gimotear y arrastrarse. Deje de llorar. No haga más el ridículo. No se rebaje más ante el partido al que trataba con desprecio hace un par de lunas. No siga sacrificando el país a sus intereses o, mejor dicho, su interés, que solo consiste en mantenerse aforado. No siga abusando de la paciencia de los españoles. Deje de chantajear, de hacer jugarretas de colegio de monjas. Deje de retorcer el calendario. Deje de esconderse detrás de sus subordinados y de cualquier advenedizo, presto a servirle de bayeta, como Rivera. Deje de prolongar la agonía de un país que trata de salir del hoyo en donde lo ha metido usted. 
 
¿No ve que la prensa internacional no da crédito al abuso de esta situación? Ya sé que no es el Marca y que usted no lo leerá pero el New York Times lleva meses hablando de la "parálisis de España". Por último, deje de destruir su propio partido en el que es imposible que no haya corrientes de resistencia a su absurdo empecinamiento en gobernar un país que no lo quiere a usted ni como conserje. Y deje de creer que el Rey es usted, en el fondo su verdadero problema, como siempre pasa con los espíritus de dictadores.

Porque ¿qué significa esa afirmación suya de que seguirá intentándolo después de la segunda votación negativa? ¿Se cree usted el Rey? Con sus segundas calabazas debajo del brazo, usted tiene que ir a La Zarzuela a reconocer que ha fracasado y devolver la iniciativa al monarca que ya verá a quién designa, después de una nueva ronda de conversaciones. ¿Qué es eso de que "lo seguirá intentando" como si se tratara de una heroicidad suya y servicio a la Patria frente a los empecinamientos de sus adversarios?

De heroicidad, su comportamiento de garrapata no tiene nada. Escondido, parapetado, aferrado al sillón se ha tirado usted más de sesenta días desde las elecciones sin hacer nada porque, entre que es usted un incapaz y no hay nada que hacer, su margen es más bien escaso. Usted pretende seguir gobernando como si aquí no hubiera pasado nada. Como si usted no estuviera bajo sólida sospecha de corrupción de haber cobrado 400.000 € de la caja B y aparecer cuarenta y tantas veces en los "papeles de Bárcenas", como si su partido no fuera una presunta organización de malhechores. Usted no quiere saber nada de eso y su socio ciudadano, que tantos grititos daba contra la corrupción, tampoco. Es lógico. Se trata de un verdadero mar, un océano de corrupción y ustedes se pierden en ella. Vamos a ordenarles algunos datos:

El PP está acusado por diversos conceptos o investigado en cinco procesos penales.

Tiene imputados, procesados y/o condenados a: 4 ex-ministros de Aznar y usted mismo; 4 expresidentes de Comunidades Autónomas; 6 ex-diputados y ex-senadores; 17 ex-consejeros de CCAA; 9 ex-diputados autonómicos; 7 ex-presidentes de diputaciones; 11 ex-alcaldes; 4 tesoreros nacionales del partido; 3 gerentes territoriales. Hay que añadir algunos otros casos como el de la corporación municipal de Valencia en pleno con la inenarrable señora Barberá a la cabeza. Quien quiera confirmar o contrastar datos o saber más de esta pocilga que acuda al documentado reportaje del El Plural ¿Nos merecemos un presidente como este?

Sale una muchedumbre. Una muchedumbre de sinvergüenzas. El PP es un partido de neofranquistas sinvergüenzas. Usted no puede imponer que el país siga desgobernado por esta gente, por utilizar un nombre suave. Y hasta los timoratos y gazmoños que se escudaban en el superior interés de España y su estabilidad (muchos de ellos socialistas) para pedir la abstención del PSOE se han callado abrumados por la evidencia. Un no-gobierno es mejor que un gobierno de esta tropa.

Y luego, elecciones, el normal procedimiento en democracia de resolver estas situaciones.

Diz que hay otras opciones. Sobre eso, el post siguiente.
 
 
La única alternativa a Rajoy son las elecciones
 
 
Retornan los de Podemos, hasta ahora silentes por si el PSOE, al abstenerse y facilitar un gobierno de Rajoy, les sacaba las castañas del fuego. ¿No era el PSOE la misma mierda que el PP? Pues le correspondía abstenerse, según el manual de marxismo-leninismo, para que Podemos brillara como la "verdadera" y la "auténtica" oposición. El NO es NO del PSOE no se lo esperaban. No les dio tiempo a cambiar su discurso y, al retorno del bronce, hace un par de días, Iglesias hacía una de sus habituales declaraciones en las que va de sobrado y muy siete machos, diciendo que en el PSOE había tres o cuatro corrientes internas y que se dejara de marear, supongo que la perdiz.

Hoy, con la votación de investidura ante las narices, está ya todo claro. NO es NO. Y Podemos viene, como siempre, hablando de mano tendida y "alternativa de izquierdas" para convencer a un secretario general contra cuya candidatura votó hace unos meses junto al PP. Se entiende que salga Errejón a echarle voluntad al asunto, a ver si convence. Pero no sirve de nada porque el que manda en Podemos es Iglesias, tanto que Anguita ha decidido abandonar la política, habiendo dejado, eso sí, a su discípulo Monereo de intelectual orgánico de guardia para que no haya sucias componendas con la banda de la cal viva. La pregunta es obvia: ¿qué crédito tiene Iglesias? Y la respuesta no lo es menos: ninguno. El hombre no es leal, no es claro, dice una cosa y hace otra y está siempre animado del revanchismo de los viejos comunistas frente a los socialdemócratas aburguesados y poltrones.

Además, como siempre, vende la piel del oso antes de cazarlo. Afirma Errejón que hay una alternativa de izquierdas, pero no es cierto. Sus votos tampoco dan. Solo lo harían contando con los indepes catalanes. Pero estos exigen un referéndum que los socialistas no van a autorizar en ningún caso. Por eso, Tardá, de ERC, ha anunciado ya su voto "no" a Sánchez. ¿De dónde saldría la alternativa? De que creyéramos que Podemos podría convencer a los indepes, dado que admite el referéndum. Cualquiera que tenga idea de política catalana sabe que los indepes desconfían igual de Podemos que del PSOE.

En consecuencia, la solución más cómoda y democrática es ir a terceras elecciones. Palinuro se pasó meses desgañitándose por la unión de la izquierda, PSOE y Podemos (con muchos listos de Podemos diciéndole que era de bobos considerar al PSOE de izquierdas) con los indepes catalanes. Pero ya no lo considera viable, vista la mala fe de Podemos. La mejor alternativa son las elecciones que no tienen por qué ser en Navidad si el Parlamento se pone de acuerdo en reformar la LOREG, según iniciativa del PSOE y celebrarlas el 18 de diciembre.

Esas elecciones prometen ser muy reveladoras. Es del dominio común que serían un fracaso para los dos partidos emergentes y consolidarían a los dinásticos, dejando una situación más favorable a un posible gobierno de coalición. ¿De que coalición? Eso es lo que decidirán los  ciudadanos en su momento.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED