Empieza
oficialmente la campaña electoral de las nuevas elecciones
legislativas, que en realidad son la segunda vuelta de las de diciembre
pasado.
En
realidad no hemos dejado de estar en modo electoral desde que no fue
posible formar gobierno y resultó inevitable que los electores votaran
de nuevo. Los votos se convertirán en escaños con la peculiar forma de
asignar escaños, la regla d’Hont, que tiene nuestro sistema electoral, y
que es especialmente determinante del resultado en algunas pequeñas
circunscripciones.
Aunque
incorporado al equipo de Pedro Sánchez, pero sin ser candidato al
Congreso de los Diputados, el inicio de la campaña me coge en la ciudad
de Trento participando en el Festival de l’Economía, un magnifico
ejemplo de colaboración entre la universidad y las instituciones locales
y regionales para abrir a los ciudadanos el debate sobre las grandes
cuestiones de nuestro tiempo. Y en particular de los asuntos europeos,
de cuya importancia los italianos parecen ser más conscientes que
nosotros.
Con
una impresionante participación de figuras de renombre, hubo un lleno
total en las salas donde se celebraban las conferencias y debates sobre
los candentes temas de la actualidad política y europea. Y en las plazas
de la ciudad, la gente los podía seguir a través de pantallas gigantes
de televisión, mientras se tomaban un capuccino en
las terrazas. Lo que se estaba retrasmitiendo no eran partidos de
futbol, sino debates políticos sobre cómo hacer frente al problema de la
inmigración, de capital importancia para Italia, o a los tres
Presidentes de las regiones de Lombardía, Véneto y Trentino-Alto Adige
discutiendo de los problemas de financiación y de las tendencias
separatistas que en el Véneto no son menos intensas que en Catalunya.
Recientemente su Parlamento aprobó una Ley regional para convocar un
referéndum de autodeterminación, que el Tribunal Constitucional declaró
rápidamente inconstitucional.
La
potencial desintegración interna de algunos Estados europeos es uno de
los muchos problemas de la UE, porque ésta reconoce fronteras que
resultaron de la pasada guerra y en base a ellas la integridad
territorial de sus Estados miembros. Por eso en Italia se ha visto con
gran preocupación que en Austria haya estado a punto de ganar las
elecciones presidenciales un candidato de extrema derecha. Un personaje
que planteaba el rearme del país y las reivindicaciones territoriales
sobre el Sud Tirol, como le llaman los austriacos, o el Alto Adige como
le llaman los italianos, una tierra de fronteras que fue austriaca hasta
hace poco y que tiene una gran autonomía política y financiera dentro
de Italia.
En
las hermosas montañas del Trentino-Alto Adige se libraron batallas
terribles en la I Gran Guerra. No hay más que darse una vuelta por las
cimas de las Dolomitas para ver los restos del enfrentamiento entre
austriacos e italianos, que sufrieron decenas de miles de bajas en
terribles circunstancias, para comprender la trascendental importancia
que ha tenido la construcción europea para mantener la paz.
Pero
la referencia a la paz ya no es una fuerza movilizadora. Se percibe muy
claro cuando se ha estado en contacto con estudiantes universitarios en
España y fuera de ella. A nuestros jóvenes la paz les parece el estado
natural de las cosas, como si estuviese asegurada para siempre y el
horror que amarillea en las viejas fotografías no fuera sino un mal
sueño irrepetible. No es así desgraciadamente, sobre todo ahora que el
ideal de una Europa en paz interior y con fronteras seguras y
pacificadas, se desvanece con Putin por el Este y el fracaso de las
primaveras árabes por el Sur.
Hoy
la UE esta afectada por una crisis de populismo, terrorismo, inmigración
de masa y debilidad económica además de los problemas de los
euroescépticos británicos y su próximo referéndum sobre el Brexit
que mantiene en vilo a los mercados financieros. Tiene que legitimarse
por su capacidad de hacer frente a esas crisis, además de por asegurar
la paz entre europeos.
Ciertamente, una de las cuestiones claves que han surgido en Trento es el rumbo que debe tomar la UE después del Brexit o del Bremain (es decir, el remain del
Reino Unido en la UE.) ¿Qué hacemos con los 28 que ya somos y los que
todavía llaman a la puerta?. ¿Nos integramos más pero solo unos pocos, o
seguimos obstinados en seguir todos juntos a costa de una unidad cada
vez más limitada y frágil?
¿Cómo
hacemos del euro un instrumento de progreso compartido y sostenible,
que es de lo que trataba y cómo fue vendido a las opiniones publicas
europeas, algunas muy reacias como la francesa?
¿Cómo
abordamos conjuntamente el problema de la emigración a través del
Mediterráneo, que es hoy la frontera más desigual del mundo?. Son
cuestiones existenciales de una enorme importancia, de las que
convendría debatir mucho y proponer soluciones sabiendo que ninguna es
fácil aunque a algunos se lo parezcan.
Por
eso tendríamos que hablar mucho de Europa en estas elecciones. En las
anteriores, la supresión de las Diputaciones ocupó más atención que las
restricciones y oportunidades que implica nuestra pertenencia a la UE y
sobre todo al euro. No solemos hablar de Europa como tema de debate
electoral, quizás porque en el pasado ha habido un amplio consenso sobre
política europea entre los dos grandes partidos del bipartidismo. Y no
solo en España. En realidad la construcción europea se ha hecho sobre un
amplio consenso entre el centro derecha y el centro izquierda. Y este
consenso se esta rompiendo ahora como consecuencia de la creciente
polarización de la política en casi todos los países.
Por
ejemplo, aquí en Italia las elecciones municipales del pasado domingo,
que no se celebran en todos los municipios a la vez, otra particularidad
italiana, dieron un resultado que no debió gustar nada a Renzi porque
puede ser que Roma, después de la segunda vuelta, acabe teniendo un
alcalde, en realidad alcaldesa, del Movimiento 5 Stelle. El consenso
europeo se ha roto en casi todos los países, en particular con la
llegada de los países del Este, la mala respuesta a la crisis del euro,
los flujos migratorios incontrolados y la amenaza terrorista de raíz
islámica.
Nos
guste o no, las cuestiones europeas, quiero decir las exigencias y las
oportunidades de la pertenencia a la UE, condicionarán las políticas del
próximo gobierno. Mucho más de lo que se quiere reconocer.
¿Cómo
proponer una nueva rebaja de impuestos electoralista como hace el PP
cuando al mismo tiempo se ofrecen a la Comisión nuevos recortes para
evitar que se nos imponga la multa a la que nos hemos hecho acreedores
por nuestros incumplimientos en materia de déficit publico que nos deja
en herencia Rajoy?
¿Cómo
hacer posible una política expansiva de gasto dentro del actual sistema
del euro, o cómo cambiarlo?. Por razones políticas, y con gran enfado
de Alemania, la Comisión no nos ha multado todavía por el excesivo
déficit, pero habrá que hacer frente a esta cuestión después de las
elecciones.
No
hay mal que por bien no venga, y ese excesivo déficit ha contribuido a
la recuperación del 2015. Y el nuevo gobierno tendría que ser capaz de
aprovechar el creciente sentimiento de que el débil crecimiento en la UE
necesita más estímulos que sanciones. Hasta la OCDE está interviniendo
en nuestro favor pidiendo que no se nos apliquen sanciones, como tampoco
a Portugal. Son bien conscientes de que hacen falta más zanahorias y
menos palos, y sobre todo de que el sistema de piloto automático de
gobierno económico que ha impuesto el ordoliberalismo alemán, no
funciona en un mundo plagado de incertidumbres como el que no has tocado
vivir.
El Brexit es una de esas incertidumbres, aunque yo creo que los británicos van a votar por el Brimain, gracias
entre otras cosas a las intervenciones de lideres conservadores como
John Mayor, que esta jugando en este referéndum el papel que jugo Gordon
Brown en el de Escocia. En cambio, las divisiones entre los laboristas
son uno de los aspectos mas preocupantes y una de las razones por las que podría ganar el Brexit.
Pero
para nosotros, claro está, la principal interrogantes es cual será el
gobierno que salga de la segunda vuelta de las elecciones. Todas las
preguntas van dirigidas a saber quien pactará con quien, y muy pocas a
cuales son las propuestas de unos y de otros, que a fin de cuentas es lo
que debiera determinar la posibilidad de hacer pactos.
De
momento tenemos encuestas, pero creo que su capacidad predictiva es
escasa, como muestra el hecho de que más de un 30 % de los electores no
sepan todavía a quien votar. Hay tanta niebla en las perspectivas
electorales como en la cima de las Dolomitas. De momento la pelota esta
en el tejado de las urnas. La campaña debería contribuir a disiparla y a
esclarecer las opciones que se presentan, por segunda vez, a los
ciudadanos. Aprovechemos los próximos días para ello.
(*) Ex presidente del Parlamento Europeo