Varios autores (2016) Anticapitalistas en Podemos. Construyendo poder popular. Barcelona: Sylone, 153 págs.
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Podemos,
el fenómeno partidista más notorio de los últimos años, es una
organización laxa, compleja, incierta, en la que confluyen proyectos
distintos y distintas mentalidades y temperamentos. En cierto modo, una
organización in fieri. Surge al rebufo de la crisis actual, la
que empezó en 2008, y trae en buena medida su razón de ser del
movimiento 15M. La experiencia que este dejó, sobre todo, fue la idea de
que sería necesario articular un movimiento político que canalizase las
energías de contestación manifestadas de un modo espontáneo. El intento
sería el de Podemos. Pero este no partiría solamente del 15M, sino que
acogería en su seno otros impulsos, otras tendencias y sensibilidades,
gentes de las mareas, de los movimientos nacionalistas, exmilitantes de
IU, del PSOE, verdes, ecologistas de Equo y, sobre todo, lo que más
importancia ha tenido, los militantes de Anticapitalistas.
Así
se configuró, casi a uña de caballo, en las premuras de sucesivas
consultas electorales, esta organización atípica que comenzó
conquistando los medios de comunicación antes de cristalizar en un
conjunto de diputados, cargos electos, gestores de distintos niveles de
gobierno que, si bien no han cambiado el sistema político español tanto
como creen, sí han contribuido a darle un aspecto relativamente nuevo.
Su mera presencia suscitó una verdadera oleada de ensayos y libros, al
calor de la oportunidad. La "ventana de oportunidad" de que hablaban sus
organizadores trasladada a la aventura editorial. En menos de un año
apenas quedaba periodista que no hubiera probado su suerte con un ensayo
sobre el fenómeno. La visión más o menos canónica presentaba un
experimento de organización y articulación novedosa y radical que se
atribuía casi por entero a la labor directiva del puñado de profesores
de la Facultad de Políticas de la Complutense, muy en especial, Pablo
Iglesias e Íñigo Errejón. Prácticamente nadie mencionaba la importancia
decisiva de los militantes de Anticapitalistas que, sin embargo,
hicieron aportaciones fundamentales, sin las cuales Podemos no
existiría: entre otras, la estructura material de una organización de
partido coordinada y un fondo de experiencia política y densidad teórica
que los de Podemos ni vislumbraban. Entre la miriada de libros
oportunistas sobre el fenómeno justamente hacia falta uno que explicara
este dato tan importante.
Tal
es el mérito del trabajo en comentario: un libro coral, un conjunto de
entrevistas a una serie de diputados, cargos electos, alcaldes,
concejales, activistas de Anticapitalistas, todas ellas trabajando
dentro de Podemos, pero con una obvia intencionalidad y conciencia de
comunidad, una unidad de acción que refleja ideas muy claras y plantea
una curiosa situación dentro de la organización morada, especialmente
ahora que esta parece escindirse ya en la tradicional divisoria de todas
las organizaciones entre un sector más reformista y posibilista y otro
más revolucionario y dogmático.
Insisto:
libro coral. Se entrevista a una serie de personas: Miguel Urbán, Jaime
Pastor, Teresa Rodríguez, Jesús Rodriguez, Román Sierra, José María
González "Kichi", Paula Quinteiro, Rommy Arce, Carmen San José, Laia
Facet, Laura Mingorance, Daniel Albarracín y Raúl Camargo. Pero el
discurso que elaboran todas ellas, desde muy diferentes perspectivas,
tiene un leitmotiv, que habla de un trabajo colectivo, de una
fuerza organizada, con años de experiencia a la espalda y una visión
absolutamente moderna y al día de la dinámica de las sociedad
contemporánea, el capitalismo en general y la situación española en
concreto.
A
diferencia de Podemos, que es una organización de aluvión en donde,
como puede verse hoy día, hay de todo, el proyecto anticapitalista viene
de lejos. Se origina en la LCR de tradición trotskista. Tras su fusión
fallida con el Movimiento Comunista, se transforma en Espacio
Alternativo dentro de IU hasta que en 2008 lanza Izquierda
Anticapitalista, hoy "Anticapitalistas" con gente de la Universidad, el
movimiento antiglobalización y veteranos de LCR (p. 11). Todos ellos se
integran en Podemos con su propósito específico, consistente en crear un
Podemos "desde abajo", en el espíritu abierto, asambleario, casi
libertario (p. 61) que los trotskistas han ido elaborando a lo largo de
muchos años de experiencias y derrotas.
Para
Urbán, Pastor, etc, el 15M fue una revolución que dio al traste con la
"cultura de la transición", entendida como una "correlación de
debilidades" (p. 51). Podemos es una muestra de la crisis del régimen
manifiesta en la muy profunda del sistema de partidos de la transición,
dentro de la que se incluye a IU. Debe observarse que, aunque Podemos
surgió con la idea de dinamizar IU, pronto vio que no había modo de
conseguirlo desde dentro. De aquí que la idea defendida por los
Anticapitalistas sea la de convertirlo en un "partido-movimiento" y
parece obvio que, a pesar de ser minoritarios en el seno de la formación
morada, lo están consiguiendo, incluso en contra de la voluntad de
muchos de los dirigentes de aquella, que tienen una visión jerárquica,
monolítica, incluso autoritaria de partido.
Los
anticapitalistas cultivan una especie de autoconciencia de motor
teórico y moral de Podemos. Son y no son parte de él. En su día se les
exigió disolverse en la organización pero no lo han hecho y se mantienen
como un grupo cohesionado, dinamizador y con una capacidad especulativa
y riqueza conceptual muy superior a las de Podemos. Este presenta un
peligro de hiperliderazgo, que no rinde cuentas y que se añade al que
supone la falta de costumbre de gente que pasa de ingresos muy bajos a
tener nóminas de 3.000 euros en sus cargos públicos. Se da un riesgo
cierto de un cambio de elites y no de régimen, cosa que se echa de ver
en la recurrente tendencia de los sectores más autoritarios de convertir
Podemos en una "máquina de guerra electoral" (p. 37), a lo que todos
los anticapitalistas se oponen denodadamente.
Hay
puntos en los que los trostkistas insisten a base de aportar
experiencias y hacer elaboraciones de considerable calado: José María
González, "Kichi", alcalde Cádiz, aporta interesantes reflexiones sobre
el municipalismo en la vertiente práctica y la teórica. Paula Quinteiro
hace lo propio con lo que considera la nueva ola de feminismos y abunda
en el criterio por el que la acción emancipadora solo puede avanzar a
base de feminizarse. Los economistas Daniel Albarracín y Raúl Camargo,
ambos en la tradición de la Economía Política marxista que se remonta a
Ernest Mandel y cuenta hoy con exponentes como Anwar Shaik. Los dos son
consistentes y precisos, sin rehuir las cuestiones más problemáticas de
la disciplina, como hace en general Podemos, cuyos postulados en asuntos
económicos son difusos o absurdos por su afán de no perder votos.
Albarracín no rehúye la cuestión de la nacionalización de los medios de
producción. A su vez, Camargo crítica cómo, a causa de sus obsesión
electoral, Podemos ha ido moderando su programa económico en materia de
impago de la deuda (y la auditoría ciudadana) y la nacionalización de
los sectores estratégicos (p. 148).
Por
supuesto, los Anticapitalistas tienen elementos en común con Podemos,
como el objetivo de democratizar la política y la economía. Pero también
hay sus diferencias. Una de las más llamativas es el derecho a decidir
de Cataluña y otras naciones del Estado que Anticapitalistas defiende en
las convicción de que los discursos populistas sobre la "patria" no han
funcionado (p. 39). En realidad, para ellos Podemos no entiende la
cuestión nacional catalana, lo que los obligará a hacer mucha pedagogía
(p. 52).
En
Anticapitalistas quieren repensarlo todo. Su propuesta es un
partido-movimiento, articular fuerzas sociales y populares vivas,
construir comunidades desde abajo, no una alianza de partidos o un
"aparatillo mediático-electoral". Se conciben como una organización de
vanguardia, que dinamiza procesos más amplios, en concreto Podemos, en
donde compite con otras corrientes, entre ellas la dominante jerárquica,
autoritaria, de raigambre comunista/estalinista procedente de IU, bajo
la advocación de Iglesias, inspirado por referentes intelectuales como
Anguita y Monereo. Frente a ella, otra más flexible y democrática a
medio camino entre el neopopulismo y la socialdemocracia, representada
por Errejón y que cuenta más o menos con los mismos apoyos. No deja de
ser gracioso que el fiel de la balanza lo tenga este más o menos 10 por
ciento de Anticapitalistas, imbuidos de espíritu crítico, sin
prejuicios, convencionalismos ni servidumbres. Lo cual no implica que
este crítico esté de acuerdo sin más con los postulados de
Anticapitalistas. A su parecer son los más elaborados, inteligibles y
concretos en el conjunto de un discurso general de la organización
morada bastante vacuo e incoherente, centrado en imponer su visión de sí
misma como intérprete privilegiada de la realidad. Una pretensión de
exclusividad que la izquierda teóricamente más consistente había
abandonado hace algún tiempo. Ese afán de comprender la realidad en
lugar de hablar de sí mismos como depositarios de la razón es lo que
convierte a los anticapitalistas en los más respetables e interesantes
pero también en los más conscientes de la dificultad de un empeño para
el que todavíua falta muchísimo.
Si
personalizamos las tres opciones en sus cabezas más representativas,
Urbán (y Jaime Pastor en un discreto segundo plano), Errejón e Iglesias,
veremos la paradoja de que haya una relación inversamente proporcional
entre el valor intelectual del personaje y su visibilidad mediática. El
más sólido, con mayor amplitud teórica, más audacia intelectual, ingenio
y sentido de la innovación es Urbán (y, por supuesto, Pastor, hombre de
rara coherencia) a quien no es frecuente ver en los medios. También
intelectualmente valioso, aunque no tan original ni profundo, aparece
Errejón, a su vez, rostro muy frecuente en los televisores. Por último,
el dueño absoluto del ámbito mediático, el rostro que casi monopoliza el
símbolo de Podemos, Iglesias, es el que carece de todo discurso
original, ingenio o audacia conceptual y solo es capaz de articular
ideas en apariencia rompedoras pero manidas y sistemáticamente copiadas.
El poder de la imagen tiene sus límites.
Ramón Cotarelo