Miembros de la Junta Directiva del Colegio de Periodistas de la Región de Murcia han estado presentes
hoy en la ceremonia de inhumación de los restos mortales de Francisco
Martínez García y han depositado un ramo de flores en su nueva tumba de la capilla catedralicia del Beato Andrés Ibernón. La Eucaristía ha sido oficiada al efecto por el obispo de Cartagena, monseñor José
Manuel Lorca Planes.
Francisco Martínez García fue el primer presidente de la Asociación
de la Prensa de Murcia tras su refundación en 1929. En aquella primera
reunión, tal y como recoge la prensa de entonces, Martínez García fue
nombrado presidente por aclamación de la totalidad de los asociados.
Sus pinitos como escritor comenzaron en el periódico ‘La Huerta de Levante’, ocupando, en 1919, el cargo de director del periódico La Verdad, al ser comprado por el Obispado.
La mayor parte de su vida y su trabajo transcurrió en Murcia. Francisco Martínez García fue letrado del Ilustre Colegio de Abogados
de Murcia, letrado del Tribunal Eclesiástico de la Diócesis de
Cartagena, catedrático de Filosofía del Instituto de Enseñanza Media "Alfonso X El Sabio", de Murcia, director del periódico La
Verdad (en sus páginas publicó numerosos artículos, centrados muchos de ellos en la falta de consideración que se tenía a los obreros, y en la necesidad de unos salarios dignos, vacaciones, y de descanso los domingos), concejal del Ayuntamiento de Murcia y finalmente alcalde.
Con 47 años, el 5 de agosto de 1936 fue ejecutado al anochecer junto con otros hombres del pueblo prisioneros en la iglesia de Tribaldos (Cuenca), donde residía en esas fechas estivales junto a su esposa y cinco hijas. El cadáver fue recogido por su sobrino al día siguiente y enterrado en el cementerio del pueblo. La ciudad de Murcia le dedicó durante el Franquismo una calle en el barrio de Vistabella. El pasado año, el grupo municipal de C's en el Ayuntamiento de Molina de Segura propuso
nombrarle Hijo Predilecto de la villa.
Biografía
Francisco Martínez García nació en Molina de Segura (Murcia) en 1889
en el seno de la familia tradicional y profundamente cristiana, con diez hijos más, de Juan y Francisca, originales de Pliego; no en vano, su tío, sacerdote, le bautizó en la parroquia de La Asunción. Estudió Bachillerato con los padres Agustinos en
Uclés (
Cuenca), licenciado en Filosofía y Letras y Derecho por la Universidad Central de
Madrid, poco después se inició en la práctica jurídica como abogado especialmente dedicado a la defensa de pleitos de las clases populares y
ayudando a su padre, Juan Martínez Párraga, en la Notaría de este pueblo. Como prueba de su generosidad con los
necesitados, en su dietario de cuentas puede leerse con frecuencia la
advertencia: “
no cobrar”.
Llegó a opositar en 1912 por la vacante de la Dirección General de Registro y Notariado del Ministerio de Justicia, pero el puesto estaba destinado a Manuel Azaña; Francisco obtuvo un dignísimo tercer lugar. En
1919 contrajo matrimonio con
Carmen Morillas Quintero, de cuya unión nacieron cinco hijas, entre ellas María Francisca, que hoy pertenece a la Institución Teresiana. Gana las oposiciones a la cátedra de Psicología, Ética y Rudimentos del Derecho en 1922.
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la cátedra de Psicología, Ética y Rudimentos del Derecho, en 1.922 -
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En febrero de
1924
fue nombrado catedrático de Filosofía y Derecho del Instituto de
Orense, cargo en el que permaneció pocos meses. Profesor de Derecho en
la
Universidad de Murcia, es nombrado
alcalde de la ciudad, tomando posesión de la Alcaldía el
23 de marzo de
1926. Cesó en el cargo por orden del
gobernador civil de la provincia el
23 de febrero de
1928. Alfonso XIII le concede la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, mediante Real Decreto 1.568 de 1928, a propuesta del presidente a la sazón del Consejo de Ministros, el general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, marqués de Estella.
Desde 1919 a 1931 fue director del
diario
La Verdad, donde realizó una labor extraordinaria de
modernización del periódico, pero donde además publicó una serie de
artículos de temática social de una gran repercusión. Le sustituyó como director interino
José Ballester Nicolás.
De 1926 a 1928 fue
alcalde de Murcia mientras era secretario del ayuntamiento
Juan Guerrero Ruiz. Aprovechó y subió los sueldos de los empleados del Ayuntamiento, que consideraba ínfimos.
En tan solo dos años como primer edil realizó una
ingente labor para el desarrollo de la ciudad. Además, en la Fiesta de
Cristo Rey de 1926, consagró Murcia al Sagrado Corazón de Jesús (apoyó la construcción del monumento sobre el Castillo de Monteagudo). Desde
1927 a 1928 fue elegido por unanimidad miembro de la Asamblea Nacional
Consultiva de la Asociación Católica de Propagandistas. Había obtenido la cátedra de Filosofía por oposición en
1922, cargo que, tras diversas excedencias, desempeñó en el Instituto
Alfonso X el Sabio de Murcia.
Ingresó en el Carlismo al ver que la situación de la religión y de
España empeoraba cada vez más. “Estudió a fondo los programas de los
partidos (explica su hija María Francisca) y se decidió por la Comunión
Tradicionalista”. Pronto la consiguió reestructurar en la Región, llegando a constituírse Juntas Comarcales en casi todas las comarcas del antiguo Reino de Murcia.
Además llegó a ser jefe regional de la Comunión Tradicionalista en 1934 (no le persiguieron por ello, sino porque era, de forma manifiesta y activa, un defensor de la fe, según dijo después de su muerte otro miliciano a una de sus hijas:
«No había más remedio que matarlo, porque había pruebas de que era muy católico»)
y viceministro de la Venerable Orden Tercera Franciscana así como miembro de la Academia Hispano-Americana.
Era notable el celo que ponía en criticar la persecución religiosa en todas sus formas. No desperdiciaba ninguna forma de defender la fe, ya fuera como propagandista católico o en la Adoración Nocturna.
También se mostraba muy orgulloso de que, durante su mandato como alcalde, se hubiera entronizado al Sagrado Corazón de Jesús en la Diócesis de Cartagena, y coronado en Murcia a la Virgen de la Fuensanta en 1927; por este simple hecho de la Coronación canónica, la Corporación que él presidía, le quiso distinguir con la primera medalla de oro que la ciudad concedía, si bien él con mucha hidalguía renunció a ella.
La instalación del alcantarillado, el suministro de agua potable y pavimentación en el casco urbano de la capital son obra suya. Artífice del Salón de Plenos del Ayuntamiento, que también remozó, y de la construcción de una nueva cárcel, promovió bibliotecas públicas en las plazas y la rehabilitación de escuelas. Igualmente el embellecimiento de los jardines de la ciudad con las estatuas de Ricardo Codorníu y Sánchez Madrigal.
Cuando el laicismo de la II República
expulsó de la docencia a los sacerdotes, Francisco Martínez se ofreció a
impartir religión en la capilla del Instituto. En vísperas del 18 de julio de 1936, los carlistas murcianos como él se integraron en los preparativos del Alzamiento Nacional.
Por eso, el 5 de agosto, Francisco Martínez vio cómo un camión de milicianos
empezaba a rodear la casa de su esposa en Tribaldos. Hizo salir a su
mujer y a sus hijas, y esperó. «Servidor de ustedes», contestó a los
milicianos que preguntaban por él. Después de registrar la casa, lo
llevaron a la iglesia del pueblo, ya usada como cárcel.
Por carlista fue detenido y fusilado a los 47 años por un pelotón, sin dar mayores explicaciones, tras sacarlo de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos. Queda probado que dedicó sus cinco horas totales de cautiverio a rezar y, según testigos de aquellos momentos, a consolar y animar a los demás arrestados, más nerviosos y asustados que él, tras permanecer en oración en los primeros bancos.
Su causa de
canonización fue promovida inicialmente por el cardenal primado y
arzobispo entónces de Toledo, monseñor Antonio Cañizares Llovera y,
posteriormente, trasladada a la Diócesis de Cartagena-Murcia, donde monseñor José
Manuel Lorca Planes, clausuró la fase diocesana de la Causa, junto a la
de otros mártires murcianos, el 1 de diciembre de 2012 y en fase romana desde dicha fecha, según confirma su postulador, don León Chicote.
Curiosamente Francisco Martínez García es el abuelo materno del profesor universitario de
Derecho del Trabajo, José Enrique Serrano Martínez, que fuera jefe del
gabinete de Presidencia del Gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero,
antes con Felipe González, y considerado uno de los "cerebros" en todos
los gabinetes socialistas españoles desde 1982.