MURCIA.- Unas 1.300 mujeres y niñas están mutiladas genitalmente o en
riesgo de sufrir esta práctica en la Región de Murcia, la mayoría
procedentes de Senegal o Nigeria, según avanzó la consejera de Sanidad,
Encarna Guillén, que presentó este lunes, con motivo del Día
Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, el
Protocolo de prevención y actuación sanitaria ante la mutilación genital
femenina.
Dicho protocolo se ha incorporado al Plan Estratégico
Regional de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres, que
abarca las actuaciones del Gobierno regional en este área en el periodo
2016-2020, con el objetivo de que "no sea una costumbre en la Región la
mutilación genital femenina".
Acompañada de la directora general de Asistencia Sanitaria
del Servicio Murciano de Salud (SMS), Mercedes Martínez-Novillo, la
consejera explicó que dentro de los países que realizan esta práctica,
Senegal y Nigeria "son los que tienen a un mayor número de mujeres
mutiladas o en riesgo de que las niñas se desplacen a los mismos de
viaje y se le practique".
Por este motivo, la Comunidad, a través de las consejerías
de Sanidad y de Política Social y Familia, va a extender a todos los
servicios sanitarios regionales la puesta en práctica de un protocolo de
prevención y actuación sanitaria ante la mutilación genital femenina.
Y es que, resaltó Guillén, "tres millones de niñas al año
sufren esta mutilación y 200 millones de mujeres están mutiladas". Se
realiza principalmente en unos 28 países de África Subsahariana, así
como en otros de Oriente Medio y asiáticos o zonas musulmanas.
En la Región de Murcia, un 2,4 por ciento de la población
femenina procedente de estos países sufren esta práctica y aunque la
incidencia no es tan elevada como en Madrid, Comunidad Valenciana,
Andalucía o Cataluña "se ha puesto en marcha dicho protocolo".
"Más del 50 por ciento de las niñas entre 5 y 14 años suelen
ser mutiladas", comentó la consejera de Sanidad, quien abogó por
detectar estas situaciones y ayudar a que el impacto sea el menor
posible para aquellas mujeres que ya han sido mutiladas.
El protocolo articula políticas públicas para promover el
valor profesional, cultural, científico y deportivo de las mujeres de la
Región como elemento clave en el desarrollo y transformación de la
sociedad.
Así, el plan abarca ocho áreas de actuación: empleo,
emprendimiento y empresas, conciliación, educación, cultura y deporte,
medios de comunicación, salud, participación y violencia de género.
Guillén manifestó que el objetivo es "proporcionar
herramientas y circuitos a todos los profesionales sanitarios,
especialmente desde Atención Primaria, de modo que contarán con
indicaciones para abordar situaciones de riesgo".
De manera que la Consejería de Sanidad va a realizar
acciones formativas destinadas a los profesionales para aplicar este
repertorio y trabajará en estrecha colaboración con las organizaciones
sociales que tienen relación directa con estas familias.
El documento incluye actuaciones preventivas generales y se
especifican cuáles son las principales situaciones de riesgo para que el
profesional las pueda identificar y el circuito que debería seguir para
cada caso. Le indica cómo debe actuar y realizar el seguimiento
dependiendo de la edad de la paciente, si es niña, adolescente o mujer,
si está mutilada o no.
Los ámbitos asistenciales donde se pueden detectar y atender
casos son consultas en los centros de Atención Primaria, incluidas las
de trabajo social, servicios de urgencias hospitalarias y extra
hospitalarias, servicios de obstetricia, ginecología, urología y salud
mental.
Para los casos en los que puede existir riesgo de mutilación
genital y la familia vaya a viajar a su país de origen, donde crece
este riesgo, se ha previsto una 'Carta de compromiso', en la que los
progenitores se comprometen a preservar la salud de sus hijas, previa
información por parte de los profesionales del riesgo que conlleva esta
práctica para la salud.
Las consecuencias en mujeres y niñas mutiladas genitalmente
son muy importantes, tanto psicológica como físicamente, ya que llegan a
poner en riesgo su vida y se pueden generar grandes complicaciones
durante los partos.
Esta práctica, que se realiza por cuestiones culturales y de
creencias, la realizan personas que no tienen conocimientos médicos y
que utilizan, además, utensilios no esterilizados, sin anestesia y en
malas condiciones higiénicas.
La consejera ha agradecido el trabajo de más de una veintena
de profesionales sanitarios que han participado en la elaboración de
este protocolo y la colaboración de organizaciones sociales, y
especialmente la de Demusa, por sus aportaciones.