Ese pacto necesitado de "buena" explicación ha servido para que ayer todas las portadas de los periódicos trajeran la foto de los dos líderes en ese momento histórico
y no los gráficos del paro, con un aumento de este de 78.000 personas
en enero, que es la noticia importante, la que desmiente rotundamente la
propaganda del gobierno sobre la salida de la crisis.
¿Qué
hay que explicar de este pacto perfectamente inútil y cuyo contenido
quiere anular uno de los firmantes por medio del Tribunal
Constitucional? Nada salvo que se trata de un intercambio de
legitimaciones: la oposición mayoritaria legitima a un gobierno con el
índice de aceptación popular más bajo de la historia y el gobierno
legitima como su alter ego a una oposición que siente el
aliento de los galgos de Podemos en su cogote electoral. ¿Quién gana
más? El tiempo lo dirá.
De momento queda abierta la hipótesis de la gran
coalición como se demuestra por el interés de los barones en que se
repudie expresamente. Y, por supuesto, para el gobierno, el pacto ya ha
cumplido su función esencial: que los socialistas ayuden a ocultar a la
opinión pública los desastrosos datos del paro y, al contrario,
prediquen como doctrinos la patraña de la recuperación económica. Hace
falta ser tonto. Hubiera bastado una demora de 24 horas para que todo
esto quedara en evidencia..
Pasadas
las elecciones griegas Sánchez explicó, por si había dudas, que "Grecia
no es España". Quizá quisiera decir que el PASOK no es el PSOE. Y no lo
es. O no debiera serlo. El PASOK oficial se quedó en un 4,2% del voto y
la escisión de Papandreu ni siquiera consiguió representación
parlamentaria. El PSOE, en cambio, aspira a mucho más; a la mayoría. O
eso dice. Pero le aterra la perspectiva del PASOK. Y los rumores en la
corte sobre el próximo barómetro del CIS apuntan en esa dirección
descendente. El pase a la irrelevancia.
¿Es
justo? El PASOK se fundó en 1974. El PSOE es más que centenario, el
partido más antiguo de España y ha sido esencial en diversos momentos de
su historia. Fue importante en el último decenio de la Restauración,
durante la dictadura de Primo, en la IIª República, con abundancia de
ministros y hasta presidencias del gobierno, por supuesto en el exilio,
ha tenido el gobierno más prolongado de la segunda Restauración y ha
repetido más brevemente en las legislaturas de Zapatero. En tan larga
vida hay luces y sombras más o menos admitidas por unos y otros. El
balance de los gobiernos de la segunda Restauración, globalmente
positivo para Palinuro, aunque las sombras se hicieron tinieblas en la
segunda legislatura del Zapatero y, con ellas, el PSOE pareció haber
perdido el Norte.
Además,
llegó la crisis y lo desbarató todo. Con la crisis, el 15M y del 15M,
directo, Podemos. Una sacudida tremenda del hasta entonces plácido
sistema de partidos, que enfilaba como enemigo el bipartidismo.
La crítica, sin duda, era a los dos partidos dinásticos pero el que se
resiente más es el PSOE. La prueba, el PP mantiene la base de sus
votantes mientras el PSOE teme la desbandada de los suyos.
La
crítica al bipartidismo, al ignorar a IU, tuvo el efecto colateral
probablemente no querido de dinamitarla. Y con IU va otro histórico, el
Partido Comunista, por cuyo futuro nadie apuesta gran cosa. Al final, la
candidatura de convergencia popular de Madrid contará con
Podemos o no, pero, si no lo hace, se formará por su cuenta con Ganemos,
Equo y los escindidos de IU de Madrid, que han procedido a quemar sus
naves para evitar todo retroceso, como Juliano el Apóstata en la guerra
persa. Esto tiene su miga y merece la pena seguirlo, pero la bronca en
firme viene por el lado del PSOE.
En efecto, ¿por qué se hundió el PASOK? Porque se achantó ante la troika
y se comió su propuesta de referéndum. Inútilmente porque, al final, el
referéndum se ha celebrado en forma de elecciones. Lo mismo que pasa en
Cataluña: se impide el reférendum de los catalanes y estos no solamente
hacen uno oficioso el 9N sino que ahora tienen otro convocado en forma
de elecciones en septiembre. Y el PASOK se hundió. Y subió Syriza, que
son los del referéndum y, mira por donde, no cediendo, sino envidando
fuerte, Bruselas se ablanda, la Troika se disuelve en humo verde como la
bruja mala del Oeste del Mago de Oz y puede llegarse a una solución
satisfactoria, un win-win, que celebra hasta la bolsa.
Todo
esto habla a favor de Podemos, la Syriza española, y en contra del PSOE
que no será el PASOK pero cedió igual que él con la reforma del art.
135 y la convocatoria de elecciones anticipadas en lugar de someter el
asunto a referéndum. Aquí eso ni se mencionó. La pasokización del PSOE es una posibilidad. Justa o injusta es cosa de juicio de parte.
¿Cómo
puede evitarla? En principio parece haber dos vías, lo cual es molesto,
porque es fuerza elegir. O el PSOE se orienta al centro o se orienta a
la izquierda. Si se va al centro hace bien en firmar acuerdos con el
Gobierno, cuantos más, mejor. Y en hacerse fotos con el poder. Pero
corre el peligro de que lo confundan no con un aliado sino con un rehén y
sus votos sigan yéndose bien al PP, que es the real thing o a Podemos, seducidos por su melopea populista del ni izquierda ni derecha.
Si
se va a la izquierda hace bien en seguir por las asambleas abiertas en
mangas de camisa, predicando el retorno del Estado del bienestar como la
segunda venida del Mesías, cuando todos los derechos y libertades
difuntos resucitarán a la voz de la Justicia. Pero corre el riesgo de no
resultar verosímil frente a un discurso más radical de Podemos que,
además, tiene una actitud frente a Europa más estilo Syriza, esto es,
triunfante.
Son
ventajas e inconvenientes. Y la elección, inevitable. Lo que no
conviene es tener a Pedro Sánchez predicando la izquierda puño en alto
en Valencia el domingo, e identificando al PP como el "adversario", y
firmando un pacto inútil, innecesario e inconstitucional en La Moncloa
con el gobierno del PP el lunes. Parece una forma de disociación
patológica de la personalidad.
Hay,
sin embargo, algo que el PSOE puede y debe hacer tanto si opta por
presentarse como partido de centro como de izquierda y es tomarse en
serio su tarea de oposición. Oposición a un gobierno que carece de
legitimidad (no de legalidad, desde luego) de origen y de ejercicio.
Sobran motivos para presentar una moción de censura. Se pueden firmar
pactos y presentar una moción de censura. Se puede formular un programa
de izquierda y presentar una moción de censura. Censurar es un deber de
una oposición a la que no se permite el ejercicio de su derecho a
controlar, pedir rendición de cuentas y exigir responsabilidades.
Es también lo único que puede hacer el PSOE sin temor a que le gane Podemos.
Quizá por eso no lo hace.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED