MADRID.- La directora general del Agua, Liana Ardiles, aseguró que el
abastecimiento ante la actual sequía en el sureste peninsular español "está
garantizado", pero precisó que España es un país "vulnerable" a la
sequía, un efecto que se sufre de manera cíclica y que "afecta a la
economía y al bienestar de los ciudadanos".
Ardiles señaló que las proyecciones de cambio climático, la escasez
de precipitaciones en el este peninsular, las sequías y también las
inundaciones convierten a España en "vulnerable" a los efectos de la
sequía. Por ello, en el marco de la planificación, afirmó que España
tiene el compromiso de revisar sus planes de sequía antes del 31 de
diciembre de 2017, de modo que incluirán una previsión de los efectos
del cambio climático.
No obstante, la directora confirmó que en la actualidad el
abastecimiento está "plenamente garantizado" y que la próxima campaña de
riego se realizará "con total normalidad", ya que las cuencas más
afectadas, las del Júcar y el Segura -sobre las que el Gobierno ha
declarado la situación de sequía- "se están recuperando, aunque de forma
lenta". En concreto, dijo que "hay que ir paso a paso, pero se
descartan los cortes de suministro de agua para el abastecimiento y para
el regadío todas las cuencas pueden dar respuesta".
Así, indicó que la sequía se produce tras un periodo de
precipitaciones inferiores a las normales (sequía meteorológica) durante
un periodo prolongado de tiempo (hidrológica), es decir que una sequía
meteorológica no implica necesariamente una sequía hidrológica. "En
España hay episodios de sequía porque es un país semiárido", añadió.
En este contexto, recordó que las sequías son cíclicas y que las
últimas se produjeron entre 1995 y 1999, de 2004 a 2007 y la última, que
comenzó en 2014. Ardiles subrayó que la primera de estas fue "muy dura"
y 12 millones de personas sufrieron restricciones de agua potable en
ciudades como Sevilla, Cádiz o Palma, al tiempo que la producción
agrícola experimentó importante descenso.
"En esos cuatro años España aprendió que no se puede gestionar una
situación cíclica como si fuera de emergencia, porque la respuesta no es
adecuada", valoró.
Esto, según relató, condujo al primer Plan Hidrológico Nacional, que
se aprobó en 2001 y que introdujo el establecimiento de un sistema
global de indicadores con el fin de reducir los efectos tanto de
inundaciones como de sequías. Este plan concluyó en la necesidad de
elaborar planes de sequía, que se aprobaron en 2007.
Asimismo, años después comenzó en 2004 una sequía que se prolongó
hasta 2007 y que afectó sobre todo a las cuencas del Guadiana, Júcar,
Segura y, al final también llegó al Tajo y al Guadalquivir.
Para la directora, la evolución en el aprendizaje y la experiencia
adquirida en esta materia en España permitieron que los planes
hidrológicos aprobados en la pasada legislatura incluyan los planes de
sequía como una herramienta más. De este modo, en 2014 se produjeron
inundaciones en el norte y centro del país y sequía en la zona
mediterránea.
Por ello, explicó que desde mayo del año pasado se pusieron en marcha
los planes de sequía "antes de que las reservas indicaran una bajada
sustancial" en las cuencas del Júcar y del Segura, que a día de hoy
están vigentes y lo estarán, "al menos" hasta el 30 de septiembre,
cuando termine el presente año hidrológico.
Respecto a la cuenca del Segura, recordó que el sistema del Trasvase
Tajo-Segura estuvo en alerta en 2014 -cuando los indicadores ponen de
relieve la necesidad de adoptar medidas preventivas para retrasar la
posibilidad de entrar en situación de emergencia-. Posteriormente, a
partir de 2015 llegó a estar en situación de emergencia, que es un
estadío superior, en el que los indicadores de sequía están en sus
mínimos porque las reservas de agua están muy bajas, lo que implica
adoptar medidas mucho más restrictivas en cuanto al empleo del agua y a
la gestión de las reservas.
De hecho, apuntó que en enero de este año no hubo trasvase del Tajo
al Segura porque, de acuerdo con las reglas de explotación del trasvase
los niveles en los embalses de cabecera no lo permitían.
En la actualidad, Ardiles afirmó que "el trasvase sigue mejorando
pero no está aún en los límites de fase anterior a la emergencia",
aunque confía en esta primavera que está siendo muy lluviosa y podría
recuperar los sistemas.
"Vamos mejor, pero no estamos recuperados", admitió la directora
general, porque en las cuencas del Júcar y del Segura, la precipitación
acumulada en lo que va de año hidrológico (1 de octubre de 2015 a 30 de
septiembre de 2016) es un 60% menor que la media de los últimos 50 años.
En cuanto a las posibilidades de cubrir las demandas, valoró la
reciente culminación de una tubería para dar un mayor abastecimiento
desde la desaladora de Águilas a los regantes, algo que también permite
reducir la presión sobre el sistema general, mediante el agua de la
desaladora. También se ha referido a los 30 hectómetros cúbicos de agua
desalada procedentes de la planta desaladora de Torrevieja.
En total, resumió que en el marco de los reales decretos de Sequía se
han puesto en funcionamiento distintas medidas con las que se lograron
70 hectómetros cúbicos adicionales de agua desalada y otros 220
hectómetros cúbicos adicionales en esa cuenca.
En definitiva, Liana Ardiles destacó que "en España, con una escasez
crónica, todos los recursos suman y se pueden integrar al sistema. A su
juicio, "ese es el gran logro de esta última sequía", junto con el
aprendizaje adquirido desde la de 1995.
Por último, defendió que de las 17.700 desaladoras existentes en el
mundo, España cuenta con unas 700, entre públicas y privadas. De estas,
explicó que las 50 más importantes se encuentran en el Mediterráneo y
Canarias y producen cerca del 80% del total del agua desalada. En la
actualidad, cada día se producen unos 3,5 millones de metros cúbicos de
agua al día, lo que convierte a España en el quinto país con capacidad
instalada, que destina entre el 15 y el 20% del total al uso agrícola.