Estoy cansado de ver vídeos en Youtube que cuestionan la limpieza de las últimas elecciones generales de España, y sospechan del ministro Fernández Díaz y de la empresa Indra que contabilizó los votos.
Algunos vídeos califican de tontos a los seguidores de ‘Podemos’: “¿Creen ustedes que el sistema se va a dejar cambiar por las buenas?” Y afirman que vivimos en una dictadura económica disfrazada de democracia.
Otros critican al sistema electoral por no ser estrictamente proporcional, ya que un voto en Soria vale como cuatro votos en Madrid. Pero un sistema de circunscripción única dejaría marginadas a muchas provincias poco pobladas. O sea, que no hay soluciones mágicas. Pero no creo que hayan necesitado hacer algo tan burdo como un pucherazo en la contabilidad de los votos, porque el ‘Brexit’ creó un estado de pánico que condujo a votar "lo malo conocido".
PARTIDOS CRITICABLES
‘Podemos’ tiene propuestas sociales muy interesantes, pero cuestiona la integridad territorial de España, que es algo muy sagrado para cualquier país del mundo.
También tiene propuestas interesantes ‘Ciudadanos’, pero es el partido favorito de los banqueros, porque no se enfrenta a los poderosos. Por su parte el PSOE se ha convertido en una caricatura de sí mismo, antes con Zapatero y ahora con Pedro Sánchez, campeón del bloqueo institucional.
Por lo tanto no seré yo quien defienda a ningún partido, excepto quizás a los animalistas de PACMA, porque me da mucha pena el sufrimiento de los animalitos. El respeto a todas las criaturas (incluidas las humanas) forma parte de mi filosofía budista y cristiana.
CONSPIRANOIA
Yo también me defino ‘conspiranoico’, pero moderado, para no caer en extremismos. La palabra ‘conspiranoico’ fue acuñada por mi amigo Enrique de Vicente, exdirector de la revista “Año Cero” y significa “paranoico de la teoría de la conspiración” aunque también se aplica cariñosamente sin carácter peyorativo.
De todos modos esta palabrita le viene muy bien al sistema para ridiculizar a los que creen en las conspiraciones, y tacharlos de enfermos mentales obsesionados con el tema. Dicen que el mayor poder del diablo es convencernos de que no existe.
El término también se usa peyorativamente para desestimar aseveraciones que se consideran mal concebidas, paranoicas, sin fundamento, extravagantes, irracionales o no merecedoras de consideración seria. Por ejemplo, los términos “chiflado conspirativo” y “teorizador conspirativo” se usan en ocasiones peyorativamente.
Como diría un político oficial: “Esto es absurdo. Es bien sabido que no existen las conspiraciones. Más bien al contrario, los gobiernos son siempre buenísimos y nunca mienten ni cometen fraudes ni conspiran. Como las conspiraciones no existen, todos los que han sido condenados por los tribunales por conspiración han sido víctimas de un error judicial.”
TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN
Una teoría conspirativa puede definirse como la tentativa de explicar un acontecimiento o una cadena de acontecimientos, sucedidos o todavía por suceder, ya sea percibidos o reales, comúnmente de importancia política, social, económica o histórica, por medio de la existencia de un grupo secreto muy poderoso, extenso, de larga duración y, generalmente, malintencionado.
La hipótesis general de las teorías conspirativas es que sucesos importantes en la Historia han sido controlados por manipuladores que organizan los acontecimientos desde «detrás de escena» y con motivos nefastos.
El hecho de que una aseveración conspirativa particular pueda tildarse de teoría conspirativa de forma imparcial o neutral genera controversia. La teoría conspirativa se ha vuelto un término de alta carga política, y la fuerte crítica de los «teorizadores conspirativos» por parte de académicos, políticos, psicólogos y medios supera las líneas políticas tradicionales de derecha e izquierda.
EL ARTE DE LA GUERRA
Creo que la mayoría de los ‘conspiranoicos’ cometen errores de libro, y me refiero a “El arte de la guerra” de Tsun Zu.
"El arte de la Guerra" es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Este libro de dos quinientos mil años de antigüedad, es uno de los más importantes textos clásicos chinos, en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada, ni hay un solo consejo que hoy no sea útil.
Pero la obra del general Sun Tzu no es únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación.
No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución. “la mejor victoria es vencer sin combatir”, nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre le hombre prudente y el ignorante”.
ERRORES DE LIBRO
El error más frecuente es subestimar la inteligencia de tu enemigo. La llamada camarilla oscura lleva trece mil años en el control de este mundo, y por lo tanto son extremadamente astutos. No necesitan barrotes de hierro para controlarnos, porque han conseguido crear cárceles mentales en cada uno de nosotros.
Léase si no “El discurso de la servidumbre voluntaria” de Étienne de La Boétie (1.530-1.563). El texto plantea la cuestión de la legitimidad de cualquier autoridad sobre un pueblo y analiza las razones de la sumisión (relación dominación/ servidumbre). De este modo, el Discurso prefigura la teoría del contrato social e invita al lector a una minuciosa vigilancia siempre con la libertad como punto de mira.
El segundo error de libro es volverse vulnerables. Es decir, convertirse en dianas para que hagan prácticas de tiro informativo para desprestigiarles.
BUENA NOTICIA
La buena noticia es que los hermanos oscuros están perdiendo su control poco a poco, gracias a una una mayor conciencia de la sociedad. Por eso el miedo está cambiando de bando, del bando de las víctimas al bando de los tiranos.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.” Así sea y así es porque es la voluntad divina. Los malos tienen los días contados. Está hecho.
(*) Periodista
