sábado, 1 de noviembre de 2014

El alcance de la podredumbre / Ramón Cotarelo *

De la corrupción, de la peste de la corrupción, está indignado, harto, escandalizado todo el mundo. Hasta los corruptos. Y, desde luego, sus responsables políticos. Vaya exhibición de gestos contritos, miradas implorantes, muecas de dolor y profunda decepción de diversas líderes y lideresas en los últimos días. Todos cantando la palinodia. ¡Cuánta amarga reflexión! Cuánto "no eran dignos", "esas cosas", "pedimos perdón", "disculpas", "no se repetirán", "quién iba a decirlo", "estamos abochornados". Pero ni uno dimite.  No dimite Rajoy, ni Aguirre, ni Cospedal, esa señora que no ha mucho se daba por automáticamente dimisionaria si se demostraba que un baranda del PP tenía cuentas en Suiza.

Y no se trata de un hecho repentino, inesperado, sorprendente. Es la última manifestación, por ahora, de un proceso de podredumbre, de encanallamiento, que arranca de muy atrás, tan atrás que muchos de los delitos ya han prescrito. Un proceso con hitos como Matas, Camps, Fabra, Gürtel, Urdangarin, EREs, Bárcenas, caja B y hasta parece que C, sobresueldos, comisiones, Pujoles,  blackcards, Blesa, Rato, Acebes. Un proceso en el que están directa o indirectamente implicados todos los dirigentes del PP, especialmente su presidente. Parece obvio, ¿no?

Pero como el caso es tan colorido, pintoresco, celtibérico y animado, la atención pública se concentra en los aspectos más espectáculares, incluso circenses: los choriceos de los consejeros, sus onerosos secretillos; las declaraciones de los villanos no hace tres lunas, mostrando horror ante el fraude; Cospedal afirmando anteayer que el PP lucha sin descanso contra la corrupcion, de la que es causa y efecto y en la que ella chapotea con mantilla y peineta. Todo ello alimenta la afición de los españoles por tomarse las cosas a pitorreo. Residencian la granujería entre algunos políticos y empresarios y tienden a perder de vista la esencial.

La corrupción lo ha invadido y lo ha machacado todo. Y es bueno sacar consecuencias. Comiéncese con los medios. El PP compró Libertad digital. Literalmente. Al margen de si después alguien pilló o no pasta adicional, cosa nada de extrañar entre mangantes, el medio fue el más feroz abanderado de la teoría de la conspiración del 11M que formuló el ministerio del Interior del PP con la muy razonable pretensión de engañar al mundo entero. Es decir, cabe defender causas, ideas políticas por dinero; a tanto la mentira. Y hay gente que da crédito a esa basura. En RTVE nombran director de informativos a un hombre que procede de La Razón, un pasquín progubernamental cuya viabilidad económica es similar a la de Libertad Digital. El sistema mediático español está corrompido. Mantiene algo de integridad y salud en el ámbito digital.

Continúese con las instituciones más elevadas del Estado. El Parlamento, por ejemplo, al servicio del gobierno. En él se habla de lo que el gobierno quiere, como quiere y cuando quiere; que no quiere casi nunca. Y no solamente se resigna la cámara a no controlar nada sino que no hace ni amago de conseguirlo. En mitad de un desgobierno absoluto, con cincuenta responsables políticos en los calabozos, pueblos sin alcaldes ni funcionarios, con media cúpula del PP entrando y saliendo de los juzgados, el PP, o sea, el gobierno, impide la comparecencia del presidente a dar cuentas. Y la oposición en pleno sigue disciplinadamente sentada, legitimando la perversión de la democracia en una autocracia. No digo que ejerza el derecho al pataleo pues la cámara es lugar de respeto, pero ¿por qué no se presenta ya de una vez una moción de censura? ¿Hay que creer que la corrupción afecta también al Congreso y convierte a los diputados en cómplices al modo en que la cúpula de Caja Madrid tenía atrapados a todos los consejeros, respiraran como respiraran?

Y el gobierno mismo. Pásense por alto los últimos dislates ministeriales, protagonizados por los ministros Mato y Gallardón, que podrían considerarse episodios de ópera bufa de no ser porque provocan verdadero sufrimiento en inocentes. Váyase al ministerio de Hacienda. Según parece, ese fenómeno de la picaresca madrileña postmoderna, Granados, especie de Dr. Magoo con gomina, se acogió a la amnistía fiscal de Montoro
 
 Estaba, pues, en la lista de amnistiados cuya publicación ha pedido repetidas veces la prensa, habiéndose negado siempre a ella el ministro con no muy claras razones. He aquí una de ellas: ¿no estaba obligado Montoro a comunicar al juez ese dinero que Granados quería blanquear? ¿O aquí se amnistiaban fortunas que venían en talegos, sin indicación de su procedencia? Sin embargo, ha sido preciso un chivatazo de la fiscalía suiza para que, años después, se ponga en marcha la justicia española. Entre tanto, el ministro Montoro, callado, alimentando la sospecha de que, en España, la legislación vigente se aplica solo a los catalanes y a los pobres. Y el presidente también callado o "ya tal".

Como callado está cacique delincuente Fabra, que sigue en la calle, tres o cuatro meses después de que se ordenara su ingreso en prisión, en espera de un indulto que depende de un gobierno cuyo presidente lo consideraba, un ciudadano y político ejemplar, sin duda con muy sana base de juicio y dando buena idea de su escala de valores. Una situación que no ayuda en nada a refutar las opiniones según las cuales también el poder judicial está corrompido. Bien claro debe decirse, sin embargo, que en ese poder judicial se encuentran jueces que, en condiciones sumamente adversas, con periodistas dispuestos a vilipendiarlos a cambio de dinero, honran su profesión y son acreedores al reconocimiento de los ciudadanos.

Y el sistema financiero. Bankia como ejemplo del alcance de la podredumbre. Las cifras astronómicas, las cantidades malversadas, indebidamente apropiadas, saqueadas y el espectáculo de esos pillastres fundiéndose la pasta ajena en vicios casi obscurecen la gran estafa de las preferentes, merced a la cual, esta banda de delincuentes despojó de sus ahorros de toda la vida a miles de personas, pequeños ahorradores, ancianos. Ahora parece que los abogados del 15MpaRato tienen listo un medio por el que los estafados pueden demandar a la entidad y recuperar la aportación inicial con un cuatro por ciento de interés. Genial. Ojalá lo consigan. El modo de resolver la crisis de Bankia no es hacérsela pagar a la gente, sino recuperar los miles de millones que se llevó una banda de mangantes en connivencia con los políticos del partido popular.
 
Esto no se regenera con un par de nuevas leyes aprobadas al galope por la mayoría absoluta del gobierno, con la oposición de los demás partidos e impulsadas por un presidente y una vicepresidenta acusadas ambos de haberse embolsado sobresueldos de la caja B. 
 
Hay que dimitir y convocar elecciones.
 
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED

De la primavera al asalto de los cielos / Andrés Pedreño *

La Primavera de la protesta de los últimos años ha dibujado una geografía mediterránea que se extendió por el Norte de África (las llamadas 'revoluciones árabes') y el Sur de Europa. Por ello, también en España hemos podido experimentar ese devenir con el que algunos analistas han caracterizado el transcurso de las revoluciones árabes: De la primavera de las revoluciones al invierno de nuestro descontento» (afortunada frase de Bryan Palmer en la revista Sociología Histórica). Pues aquí también tuvimos nuestra Primavera: aquella inmensa ola de deseo político y de democracia que fue el 15M. Pero después vino su reverso tenebroso, el invierno de nuestro descontento: el continuum de corrupción política que, día sí día no, salpica los medios de comunicación (el penúltimo episodio, la denominada Operación Púnica).

Pudimos dejarnos arrastrar por el invierno de la descomposición del actual régimen de bipartidismo (PP y PSOE), pero afortunadamente no fue así€ La irrupción de lo imprevisible, de un acontecimiento inesperado como ha sido la emergencia de Podemos ha creado una maravillosa y fecunda línea de fuga que nos ha sacado de la larga y gélida noche de la corrupción neoliberal, para resituarnos en un escenario que nos posibilite «el asalto a los cielos» (por repetir la afortunada expresión marxiana utilizada por Pablo Iglesias en el discurso de apertura del Primer Encuentro Presencial de la Asamblea Constituyente de Podemos, el pasado 18 de octubre). De nuevo la pasión política, pero esta vez con el objetivo preciso de tomar el poder a través del ciclo electoral que se abre esta primavera del 2015.

En este país, nunca se había concebido que las discusiones propias de la Asamblea Constituyente de un movimiento político se estén realizando de la forma en que las ha realizado Podemos, esto es, con el máximo grado de apertura al espacio público, visibilidad y transparencia. De tal forma que cualquier ciudadano o ciudadana ha podido participar y discutir en la conformación ética, política y organizativa de este movimiento político que quiere ganar democráticamente las instituciones para recuperar la democracia y ponerla de nuevo al servicio de la colectividad. ¿Por qué se ha hecho así?

Podemos leyó el 15M como un acontecimiento revitalizante del espíritu de los movimientos europeos de revolución democrática desde al menos 1789. Las plazas de aquellos meses de mayo y junio de 2011 se llenaron de pasión política y entusiasmo. Podemos se propuso recrear una política de las emociones. Cualquiera que se haya acercado a las asambleas de los círculos, cualquiera que se haya asomado a ese vibrante espacio virtual de discusión colectiva que es Plaza Podemos, como cualquiera que haya querido participar en las votaciones para las Primarias Abiertas de las elecciones europeas o para votar los estatutos (ético, político y organizativo) constituyentes de Podemos, habrá podido experimentar esa política de las emociones que hace de Podemos un auténtico torrente, metáfora geofísica que quiere enfatizar lo que de imparable y arrollador tiene esa energía.

Las apuestas no han sido fáciles. En la cultura política española de los movimientos sociales siempre existió un prejuicio hacia el liderazgo político. También hubo que vencer el apego casi religioso a ciertas identidades „´ser esto o aquello´„ o inclusive a determinados esquemas analíticos. Siendo más laicos con nuestras identidades políticas, hemos conseguido evidenciar que uno no se casa con símbolos, sino con contenidos programáticos que hasta hace bien poco han formado parte de nuestras conquistas civilizatorias: la sanidad y la educación pública, los servicios municipales de agua o la fiscalidad progresiva.

Las anteojeras ideológicas siguen en muchas ocasiones actuando para no ver que Podemos es un freno de emergencia a una situación alarmante de corrupción política y de degradación de las condiciones de vida de la gente. Todos, absolutamente todos, independientemente incluso de nuestras filiaciones partidistas, estamos llamados a protagonizar esta necesaria revolución ciudadana democrática. En Podemos se están dirimiendo cuestiones de supervivencia colectiva básicas.

Vienen unas elecciones municipales. Tal y como establece su recientemente aprobado documento político (el pasado lunes 27 de octubre), y una vez se instituyan los denominados Consejos Ciudadanos, Podemos se unirá o impulsará en muchos municipios Candidaturas de Unidad Popular. Una de las fórmulas posible es la que proporciona la Ley Electoral con las llamadas Agrupaciones de Electores: es un conjunto de ciudadanos que se asocia temporalmente con el único fin de presentar una candidatura a unas determinadas elecciones, necesitando para ello presentar ante notario un número mínimo de firmas (en municipios del tamaño de Murcia o Cartagena la Ley establece al menos 5000 firmantes). 

Personalmente me resulta atractiva esta fórmula pues implica hacer del propio proceso de recogida de firmas entre la ciudadanía una forma de generar en el tejido social esa energía emocional a la que hacía referencia anteriormente y que me parece básica si queremos ganar. Participar emociona ¡y de qué manera politiza! De barrio en barrio, de pedanía en pedanía, convocaremos a la ciudadanía a que se agrupe en candidaturas de unidad popular con el fin de recuperar los ayuntamientos para la democracia. Con cada firma, refrendada ante notario, se expresará un deseo ciudadano de cambio político: cada firmante será un «no al AVE sin soterramiento», será un «no a los cortes de agua», será un «no a los desahucios», un «no a la destrucción de la huerta», un «basta de corrupción», etc.

En las elecciones autonómicas, el documento político aprobado establece que Podemos estará con sus propias siglas (aunque se contempla la posibilidad de en casos excepcionales ir en confluencias más amplias previa solicitud de un 10% de los inscritos y posterior referéndum mediante voto directo del conjunto). Seguiremos horadando transversalmente las fronteras que compartimentan a los electorados según los esquemas Derecha-Izquierda que tan funcionales les han sido al corrompido régimen bipartidista (PP-PSOE). Consideramos que la configuración del Estado español como un Estado autonómico hace necesario que Podemos, en cuanto movimiento de lucha por la democracia, esté presente tanto en las elecciones autonómicas de mayo de 2015 como en las elecciones generales del otoño. En ambas escalas territoriales, la autonómica como la central, Podemos puede vertebrar una mayoría social alejada del viejo esquema Derecha-Izquierda y que se proponga usurpar el poder a la casta oligárquica (política y económica) que nos ha llevado al actual invierno de la corrupción y el desempleo de masas.

Me permito acabar con las palabras de un viejo profesor, Jesús Ibáñez, a quien estoy seguro le hubiera gustado vivir este milagroso acontecimiento social: «No se profundiza la democracia profundizando sólo su expresión (los dispositivos electorales). Pero, ¿una profundización de su expresión puede ayudar a la profundización de su contenido? Probablemente, sí. El camino que profundiza la democracia es el camino que descubre lo político que hay debajo de todas las prácticas. El mayor enemigo de la democracia es la despolitización» (en A Contracorriente, 1997).

(*) Profesor titular de Sociología de la Universidad de Murcia