viernes, 19 de enero de 2018

Fomento tensa relaciones con los fondos de las concesionarias rescatadas / José Hervás *

Fomento y el sector de la ges­tión de au­to­pistas man­tienen sus di­fe­ren­cias res­pecto de cuándo y cuanto será el coste que tendrá que asumir la Administración por el res­cate de las au­to­pistas de peaje en quie­bra. Pese a que en di­ciembre de 2016 el mi­nistro Íñigo de la Serna an­ti­cipó que el Estado se que­daría con las au­to­pistas en pe­ligro de quie­bra, no se ha avan­zado nada desde en­ton­ces. 

Iñigo de la Serna quiere empezar a resolver este problema que le dejó su antecesora la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor. La dura posición de su antecesora, que preveía una quita sobre los créditos del 50% y el pago del resto en un plazo de 30 años mediante titulización, no fue aceptado por los acreedores.

Fomento iniciará en febrero proceso de rescate de las nueve autopistas de peaje en quiebra. El coste que tiene estimado es de 1.000 millones de euros para los recursos públicos. El sector afectado lo quintuplica.

Los bancos que prestaron los fondos a las concesionarias que construyeron las autopistas acumularon una deuda de 3.400 millones de euros. Varias de las entidades, ante el coste de recursos propios que le suponía decidieron deshacerse de esos pasivos. Aunque el descuento llegó en algún caso hasta el 70%, teniendo en cuenta las nuevas exigencias de capital, les resultó rentable hacer la operación.

Pese a que la deuda bancaria rondó los 3.500 millones de euros, la patronal de las grandes constructoras, SEOPAN, estimó ya en 2015 el importe del coste que puede suponer la nacionalización en alrededor de unos 5.500 millones de euros. De momento el Gobierno sigue sin ofrecer datos precisos de cuanto pueda costar a las arcas públicas. La decisión de que se tengan que liberar las garantías ha supuesto una sorpresa para el sector.

En el último programa enviado a Bruselas incluido en las obligaciones del plan de estabilidad, el Ejecutivo de Mariano Rajoy cifró en 2.000 millones el coste del rescate. Aunque como se trata de una actuación puntual, el ejecutivo considera que no tendrá que incluirlo en sus previsiones de déficit excesivo.

Es el mismo caso que se ha debatido con Bruselas con otras muchas operaciones concretas y puntuales, por ejemplo con el Metro de Madrid, durante el mandato de Esperanza Aguirre. Aunque la Comisión Europea lo rechazó inicialmente, al final admitió la operación sin penalizar a España.

La nacionalización de las autopistas es una consecuencia de la cláusula de la Responsabilidad Patrimonial de la Administración, por la que el Estado tiene que asumir una infraestructura en caso de quiebra, y abonar a las empresas concesionarias el importe de la inversión que aún no han recuperado.

Pese a que el Gobierno aseguró inicialmente que el rescate no tendría un coste para las arcas, esta alternativa parece poco menos que imposible. Será difícil explicar al contribuyente que los beneficios de las inversiones privadas se queden en el ámbito privado cuando se consiguen beneficios y se contabilicen como un quebranto público cuando generan pérdidas.

De nada sirve saber que hemos llegado a esta situación porque las proyecciones de los ingresos por tráfico de vehículos fueron muy superiores a los reales, en algún caso ni llegaron al 16 %, y que los gastos de las expropiaciones han sufrido desviaciones superiores al 600%. Hay además muchos casos pendientes de los tribunales.

El rescate de las autopistas es otro ejemplo más de aquella etapa de despilfarro económico en el que contribuyeron de forma tan decisiva los gestores sin escrúpulos del sector financiero, sobre todo de las cajas, como tan claro está quedando en la comisión de la crisis financiera.

Hace bien el ministro en empezar exigiendo los avales de quienes participaron en estas autopistas. De no ser así parecería que se justifica que los beneficios se privatizan y las pérdidas se socializan.



(*) Periodista

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