Después del mayor atentado yihadista realizado en Barcelona en plenas
Ramblas, que por el momento ha ocasionado 14 muertos, un centenar de
heridos, cinco terroristas abatidos y cuatro detenidos y, reivindicado
con toda rapidez por el Estado Islamico, se ha celebrado un acto de
solidaridad y un minuto de silencio en la Plaza de Cataluña, en el que
han participado miembros del Gobierno español y de la Generalitat,
presididos todos por el Jefe del Estado, el Rey Felipe VI, el jefe del
Gobierno español Mariano Rajoy y el presidente de la Generalitat Carles
Puigdemont. En un ambiente de absoluto silencio y entre lágrimas de
muchos, la ciudadanía ha respondido ante el terror y ante la muerte, con
solidaridad con los que sufren, gritando “No tinc por!” (“¡No tengo
miedo!”).
Minutos más tarde de ese acto, se celebraba la primera reunión
conjunta de las máximas autoridades del Gobierno español y de la
Generalitat, que no se celebró este Jueves ya que, tanto las autoridades
centrales, como las autonómicas, tuvieron cada uno por separado, sus
respectivos gabinetes de crisis. Desde que estalló el desafío
independentista no se había celebrado una reunión de este tipo. Una
reunión que debería tener, aparte de labores de coordinación, porque no
hay que descartar que vuelvan a repetirse nuevas acciones terroristas,
la finalidad de suspender el referéndum del 1 de Octubre, un referéndum
que tiene dividida a la sociedad catalana.
Es la gran oportunidad de
Puigdemont: sustituir ese referéndum que supone un autentico golpe de
estado, por unas nuevas elecciones autonómicas que vuelva a restablecer
la unidad entre los catalanes en unos momentos en los que más la
necesita .Como escribe en este mismo periódico Rafael Halcón, el
presidente de la Generalitat de Cataluña, debería poner punto final al
proceso secesionista catalán y suspender el referéndum del 1-O ante la
gravedad de la situación catalana tras los ataques terroristas de dos
comandos del ISIS en Barcelona y Cambrils. Esa decisión de suspensión
del referéndum debe estar soportada en la necesaria unidad de los
catalanes ante el brutal ataque del terrorismo islámico y, porque, entre
otros cosas, un gobierno que se coloca fuera de la ley no puede luchar
contra el terrorismo ni coordinarse con el Estado y la policía
internacional.
Es evidente que la capital catalana era uno de los objetivos del
yihadismo desde hacía tiempo y el peligro había subido de nivel en los
ultimas meses y en las últimas semanas. Tras los atentados perpetrados
en grandes ciudades europeas como París, Londres, Berlín o Estocolmo,
Barcelona estaba en el punto de mira de los terroristas y así se lo
había advertido la CIA a los Mossos d’Esquadra, según ha informado ‘El
Periódico de Cataluña’. Hace dos meses, la agencia central de
inteligencia estadounidense trasladó su aviso a la policía autonómica
catalana, según ha podido saber este diario.
Incluso alertó del riesgo
en las Ramblas, donde este jueves ha tenido lugar el atentado masivo con
una furgoneta alquilada por el menor de 17 años Mussa Oukabir , el
conductor de la misma que ha huido y se encuentra en paradero
desconocido. Además, en las redes sociales, hace apenas dos semanas, el
30 de julio, una cuenta de Twitter asociada al Estado Islámico anunciaba
un atentado inminente en Al Ándalus. “Vamos a implantar el califato en
España y vamos a recuperar nuestra tierra. Ataque inminente en Al
Andalus. Si dios quiere”, se escribió en una serie de mensajes en esa
cuenta.
Por eso, no puede comprenderse como las autoridades catalanas no
habían tomados las medidas elementales que se han tomado en las
principales ciudades españolas, especialmente desde la pasada Semana
Santa, en la que se blindaron todos los recorridos procesionales con
grandes maceteros de cemento y bolardos. Las Ramblas, un paseo siempre
poblado de turistas y paseantes locales (de ahí que entre los muertos y
heridos hayan víctimas de más de veinte nacionalidades), era un objetivo
que reunía todas las condiciones para las redes radicales porque además
esas redes radicales tienen en Cataluña una de sus principales bases
según todos los informes de los servicios de Información y de
Inteligencia. Además, desde 2013 el mayor numero de detenciones de
radicales que hacían proselitismo o preparaban acciones terroristas se
han producido en Cataluña.
La inmensa mayoría de los detenidos puestos a disposición judicial en
España desde 2013 por actividades terroristas relacionadas con el
Estado Islamico se hallaban implicados en compañía de otros y no
aislados o en solitario. En concreto, como integrantes de células,
grupos o redes, más de nueva formación y alcance transnacional que
regeneradas y confinadas en sus actividades al territorio español.
En el seno de dichas células, grupos o redes, los detenidos
contribuían sobre todo a funciones de radicalización, reclutamiento,
envío de combatientes terroristas extranjeros a Siria e Irak, difusión
de propaganda o financiación para cubrir las necesidades derivadas de su
implicación yihadista. Una amplia mayoría de los mismos se habían
desplazado a Siria e Irak, lo habían intentado o tenían intención de
hacerlo. Pese a lo cual un tercio de ellos pertenecía a células, grupos o
redes con capacidades operativas y que tenían voluntad de atentar en
España.
La radicalización de los detenidos en España, según el Instituto
Elcano, que iniciaron dicho proceso tras el auge del DAESH, en 2013 se
desarrolló sobre todo en entornos mixtos, que combinan ámbitos offline y
online. Ahora bien, el número de individuos radicalizados solo offline
es marcadamente superior al de los radicalizados únicamente online.
Domicilios privados, lugares de culto y centros culturales islámicos,
espacios al aire libre, así como centros penitenciarios, destacan entre
los ámbitos de radicalización offline.
Hay dos factores de asociación
diferencial que ayudan a entender por qué determinados individuos se
radicalizaron en cierto lugar mientras otros de similares rasgos
sociodemográficos, en el mismo o diferente sitio, no hicieron suya la
ideología de EI: por una parte, la existencia de contacto físico directo
con un agente de radicalización al que generalmente se atribuye cierto
carisma y, por otra, los lazos sociales preexistentes basados en
vínculos de vecindad, amistad o parentesco.
(*) Periodista y economista