En el tercer mensaje de Nochebuena que Su Majestad el Rey FelipeVI
dirige a los españoles desde la abdicación de su padre el Rey Juan
Carlos , ha centrado sus palabras en cómo debe ser la convivencia entre
todos, refiriéndose a un nuevo talante político, en unos momentos como
los actuales de una tensión política interna y territorial. Aunque el
Rey en ningún momento se ha referido a Cataluña por su nombre, el
contencioso catalán, que ha sido la constante política y territorial de
todo este año, ha estado presente en las palabras del Jefe del Estado.
En ese contexto, el Jefe del Estado ha calificado de “inadmisibles”
las actitudes y comportamientos contra “los derechos que tienen y
comparten todos los españoles para la organización de la vida en común”.
“Vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad solo
lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven
nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad”.
Frases claramente destinadas a quienes no quieren respetar lo que
significa la Constitución como norma de convivencia, en unos momentos en
que hay un desafío a la misma Constitución con un intento de Referéndum
que, por lo menos, como se decidió en la Cumbre de este Viernes en
Barcelona, se va a intentar que sea un Referéndum pactado con el Estado,
algo en lo que no cree ni Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), pero
sí la formación en la que tanta influencia tiene la Alcaldesa de
Barcelona Ada Colau.
El Rey no ha querido ignorar estos diez meses de bloqueo político ni
la situación actual donde nada es posible sin el acuerdo, el pacto y el
entendimiento, y por eso, el Jefe del Estado ha advertido en distintas
ocasiones a los representantes políticos de la necesidad de un “diálogo
permanente”, para resolver los problemas de los ciudadanos. Casi todo el
mensaje ha girado sobre la convivencia y el respeto a las ideas ajenas,
así como a la necesidad de que “el diálogo y el entendimiento entre los
grupos políticos permita impulsar los consensos básicos para el mejor
funcionamiento de la sociedad”, o “la convivencia democrática basada en
el respeto a la ley”, o evitar “fracturas y divisiones internas y poner
el acento en aquello que nos une”.
Este discurso ha sido el más breve y junto al del año pasado, han
sido sus discursos más difíciles de Navidad, por las especiales
circunstancias políticas en las que han tenido que ser pronunciados. El
del año pasado porque se producía cuatro días después de las elecciones
del 20D y con un panorama político complicado con la práctica
desaparición del bipartidismo, con lo que era difícil, como se demostró a
lo largo de diez meses, encontrar apoyos suficientes como para formar
un gobierno estable y después de que las principales ciudades del país
(Madrid, Barcelona, Valencia, Santiago de Compostela, Zaragoza y Cádiz)
estaban en poder de plataformas de izquierdas, al margen de que el país
estaba ante una crisis institucional de la que se intentaba salir con un
Gobierno que fuese capaz de hacer frente a importantes retos políticos,
económicos y sociales.
Y el de este año porque es la primera vez que el Rey se pronuncia
tras diez meses de bloqueo político y dos elecciones, un proceso en el
que el Jefe del Estado ha tenido que desempeñar un papel fundamental,
entre otras cosas, forzando una primera investidura (la de Pedro
Sánchez) sin la cual no se podría haber puesto en marcha el artículo 99
de la Constitución o el nombramiento de un Presidente de Gobierno.
Don Felipe en su discurso del año pasado, y en un cierto clima de
pesimismo, quiso transmitir el Mensaje de que estamos ante una gran
Nación, una Nación con una gran Historia que en parte estaba
representada en el Palacio Real desde el que hablaba, y que escogió como
escenario de su discurso de Nochebuena.
Este año el discurso ha sido realizado desde su despacho, ha sido el
más breve y aparte de las referencias que ha hecho a los más
desfavorecidos y a la necesidad de que los españoles recuperen el nivel
de vida perdido por la crisis económica, ha mostrado un especial talante
sobre cómo debe desarrollarse la vida política, apelando a la
tolerancia y respeto al adversario político, que debe ser lo normal en
la práctica democrática de todos los españoles, “expresada a través de
la Ley, el fundamento de nuestra vida en libertad”.
(*) Periodista y economista
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