MURCIA.- La Consejería de Agricultura y Agua, a través
del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y
Alimentario (IMIDA), trabaja para determinar cuál es la mejor época del
año para que los agricultores puedan conseguir la reproducción óptima de
moreras en la Región, sin necesidad de procedimientos complejos.
El director del IMIDA, Adrián Martínez, señaló que el interés de
los agricultores por el cultivo de moreras en la Región decayó junto al
descenso de producción experimentado en la industria asociada al gusano
de la seda, según han informado fuentes del Gobierno regional en un
comunicado.
No obstante, añadió, "en los últimos tres años este interés se ha
reactivado debido a los nuevos usos de esta especie". En este sentido,
apuntó que el Banco de Germoplasma del IMIDA tiene censadas en su
patrimonio fitogenético 53 variedades de moreras.
Según Adrián Martínez, "desde que se fundó la Estación Sericícola
en Murcia se viene trabajando para mantener y ampliar este patrimonio",
que también figura en el Inventario Nacional de Recursos Fitogenéticos
del Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA), con sede en
Madrid.
Por otro lado, el investigador Ignacio Padial, responsable del
apartado de moráceas en el mencionado Banco de Germoplasma, apuntó que
en el año 2012, con la ayuda, colaboración y conocimientos del anterior
responsable de las moráceas, Joaquín Rodríguez, se incluyeron en dicho
Banco cuatro nuevas variedades de árboles longevos, adaptadas a
distintos suelos, en ambientes más o menos fríos e, incluso, a lugares
donde el agua es salina.
Este último es el caso de un ejemplar que data del siglo XVIII
ubicado en las inmediaciones de Torrevieja, que sobrevive en perfectas
condiciones. Este material vegetal es clonado para obtener variedades
que son incorporadas a dicho Banco. A las variedades mencionadas se
agregaron otras cuatro en el año 2013, con origen en diferentes regiones
de España.
Básicamente el método hasta ahora utilizado para identificar las
variedades de morera se basaba en los caracteres fenotípicos. No
obstante, según Padial, la morera tiene una importante variabilidad
genética no siempre fácil de distinguir morfológicamente, se adapta bien
a muchos climas y entornos, por lo que a veces resulta complicado
mantener con seguridad una clasificación. Por ello, añadió, desde hace
un par de años se ha comenzado a realiza la identificación de las
variedades a través de su ADN.
Y es que, el interés por averiguar cuál es la mejor época del año
para que un agricultor pueda reproducir una determinada especie de
morera, sin el uso de instalaciones y aparataje complejo, reside, entre
otras razones, en la necesidad de reponer especies que ya son
centenarias y están a punto de fenecer, al estar contaminadas por hongos
y otras enfermedades.
Según Padial, en la Región hay cada vez más agricultores
interesados en el cultivo de las moreras para nuevos usos, tales como la
obtención de fruta para la elaboración de mermeladas, la extracción de
subproductos tanto de la corteza como de la raíz y las posibles
aplicaciones en Medicina y Farmacia.
Por otra parte, Padial destacó que la morera tiene un crecimiento
rápido y su madera es de una calidad extraordinaria. Al absorber muy
poco la humedad del ambiente, su volumen apenas varía, lo que la
convierte en una madera idónea para la fabricación de aparatos y
herramientas de precisión, o de toneles para conseguir el adecuado
proceso de maduración de productos como el vinagre de módena, entre
otras cosas.
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