viernes, 27 de abril de 2018

Asco / José Antich *

Sentencia número 000038/2018
(Abusos sexuales, no violación)

Páginas 16 y 17:
"Cuando la denunciante accedió al primer rellano, la puerta de acceso estaba abierta, tenía delante de ella a uno de los procesados y detrás a otros. De este modo fue dirigida por los procesados al habitáculo que se acaba de describir donde los acusados la rodearon.

Al encontrarse en esta situación, en el lugar recóndito y angosto descrito, con una sola salida, rodeada de cinco varones de edades muy superiores y fuerte complexión, conseguida conforme a lo pretendido y deseado por los procesados y querida por estos, 'la denunciante' se sintió impresionada y sin capacidad de reacción. 

En ese momento notó como le desabrochaban la riñonera que la llevaba cruzada, como le quitaban el sujetador sin tirante abriendo un clip y le desabrochaban el jersey que tenía atado a la cintura; desde lo que experimentó la sensación de angustia, incrementada cuando uno de los procesados acercó la mandíbula de la denunciante para que le hiciera una felación y en esa situación, notó como otro de los procesados le cogía de la cadera y le bajaba los leggins y el tanga.

'La denunciante' sintió un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados.
Los procesados conocieron y aprovecharon la situación de la denunciante en el cubículo al que la habían conducido, para realizar con ella diversos actos de naturaleza sexual, con ánimo libidinoso, actuando de común acuerdo.

En concreto y al menos 'la denunciante' fue penetrada bucalmente por todos los procesados, vaginalmente por (...) y (...), este último en dos ocasiones, al igual que (...) quien la penetró una tercera vez por vía anal, llegando a eyacular los dos últimos y sin que ninguno utilizara preservativo".

Páginas 72 y 73:
"No se puede apreciar ninguna actividad de la denunciante; apreciamos que el gemido agudo refleja dolor y fue emitido por ella. Estimamos que los tres gemidos agudos que reflejan dolor fueron emitidos.

La denunciante en estos últimos vídeos está agazapada, acorralada contra la pared por dos de los procesados, expresó gritos que reflejan dolor y no apreciamos ninguna actividad de ella; estas imágenes evidencian que la denunciante estaba atemorizada y sometida de esta forma a la voluntad de los procesados.

(...) En concreto observamos que el procesado tiene apoyados sus glúteos sobre la cara de la denunciante situada en un plano inferior.

(...) En este escenario, valoramos que la situación que muestran las fotos, revelan el episodio final en que se manifiesta la situación de sometimiento y sumisión de la denunciante a la voluntad de los procesados. De otra parte no podemos dejar que subrayar la actitud que apreciamos en dichas fotografías de (...), quien con su gesto manifiesta jactancia, ostentación y alarde, por la actuación que está realizando con desprecio y afrenta a la dignidad de la denunciante".

Juez Ricardo González, voto particular pidiendo la absolución:
"De mayor relevancia me parece el hecho de que, en ninguna de las imágenes percibo en su expresión, ni en sus movimientos, atisbo alguno de oposición, rechazo, disgusto, asco, repugnancia, negativa incomodidad, sufrimiento, dolor, miedo, descontento, desconcierto o cualquier otro sentimiento similar. 

La expresión de su rostro es en todo momento relajada y distendida, y precisamente por eso, incompatible a mi juicio con cualquier sentimiento de miedo, temor, rechazo o negativa. Tampoco aprecio en ella esa "ausencia y embotamiento de sus facultades superiores" que se afirma en la mayoría de la Sala; por el contrario, lo que me sugiere (sic) sus gestos, expresiones y sonidos que emite es excitación sexual".

 El fuego amigo y las cloacas de Interior

Decía Giulio Andreotti, seguramente el político que protagonizó más vendettas en la política italiana del siglo XX, que, en este oficio hay "amigos, enemigos y compañeros de partido"; y que estos últimos siempre eran los más peligrosos. 

La carrera política de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, estaba en coma irreversible desde hacía semanas. Lo sabía todo el mundo en la capital española por el cúmulo de mentiras y falsedades alrededor del máster ficticio de la Universidad Rey Juan Carlos.

Un muy buen trabajo periodístico de Eldiario.es había ido acorralando a Cifuentes hasta dejarla sin oxígeno político y había puesto patas arriba la carrera de la aspirante a suceder a Mariano Rajoy en competencia con su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y el líder gallego, Alberto Núñez Feijóo. Cifuentes picaba alto, muy alto, y ahí debe estar también una de las claves de su muerte política súbita de este miércoles.

En un país serio, el tema del máster hubiera sido suficiente para su dimisión. Pero en la España de hoy, abierta en canal por el descrédito en el exterior que le ha proporcionado la invención de todo el denominado dossier judicial de Puigdemont, y con múltiples agujeros por la corrupción del PP, en que unos se aguantan las vergüenzas a los otros, por lo visto no era suficiente.

Han tenido que venir a rematar la faena las cloacas de Interior rescatando un vídeo de hace siete años en que Cifuentes aparece robando en un supermercado unas cremas de 40 euros. No era suficiente. Faltaban las cremas. Demasiada vergüenza ya acumulada para quien era a todas luces un cadáver político.

En definitiva, la prueba de cómo se aparta a los compañeros de partido. Hay que tomar nota.
Y, a todo esto, Rajoy, granítico, presidiendo el duelo: “Ha hecho lo que tenía que hacer. Era obligado que dimitiera”. Una vez más, el método Mariano: Alea jacta est.



(*) Periodista y ex director de La Vanguardia


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