MADRID.- Las
entidades financieras que ya han ajustado en los últimos meses sus plantillas,
descartan mayor presión sobre las mismas y las aplicaciones de
nuevos expedientes de regulación. Al menos el presidente de
Bankia y el consejero delegado de Ibercaja se pronuncian en este
sentido. Pero el temor de los trabajadores se mantiene. Desde el
inicio de la crisis, casi 100.000 profesionales han perdido su
trabajo, según cifra de Capital Madrid.
La
banca española parece haber entrado en una tregua laboral a tenor de
las recientes declaraciones de sus máximos directivos. No obstante, el
goteo constante de salidas de empleados de banca de sus puestos de
trabajo, como consecuencia de alguna fusión o por los objetivos de
eficiencia, se podría reanudar ante el escenario de tipos de interés a
cero hasta 2019.
Por el momento, las plantillas de Bankia y de Ibercaja pueden encarar
el futuro más inmediato con mayor tranquilidad. El presidente de la
entidad nacionalizada, José Ignacio Goirigolzarri, ya descartaba en la
presentación de su nuevo plan estratégico hasta 2020 un nuevo ERE como
el acometido en los últimos meses y que ha afectado a un millar largo de
empleados de los servicios centrales de su entidad y de la absorbida
BMN.
El consejero delegado de Ibercaja, Víctor Iglesias, también ha
descartado un nuevo ajuste de la plantilla de su grupo, después de haber
pactado la salida de 590 empleados, un 11% del total. Iglesias ha
indicado que aún quedan por salir unos 250 "compañeros" a lo largo de
este ejercicio, una cifra suficiente para poder mejorar su eficiencia
por debajo del 55% desde el 70% actual.
El Santander también ha ajustado la dimensión de sus servicios
centrales por la integración del Popular. Eso sí, el banco presidido por
Ana Botín aún tiene por delante la configuración de la red de ambas
entidades hasta que, hacia 2019 o 2020, se conviertan en una marca
única.
El BBVA de Francisco González (FG) ha venido aplicando, de una manera
más sibilina, una reducción de unos 2.000 empleos anuales en los
últimos tiempos. Su apuesta pura y dura por el mundo digital lleva al
presidente de este grupo a prescindir, cada vez más, de la presencia
física ante los avances tecnológicos.
Desde el inicio de la crisis, la banca española ha prescindido de
cerca de 100.000 empleados, casi un tercio de la plantilla previa, y ha
acometido el cierre de unas 20.000 oficinas, prácticamente la mitad de
la red con la que se contaba antes de que estallara una burbuja
inmobiliaria que se ha llevado por delante al sector de las cajas de
ahorros y algún banco significativo como el Popular.
Al mismo tiempo que algunos directivos descartan nuevos ajustes de
plantilla, al menos en el corto plazo, muchos de ellos consideran que ya
no hay margen para más fusiones o integraciones entre entidades, ya que
se podría incurrir en el riesgo de un oligopolio, como hace unos días
advertía el presidente de Ibercaja, José Luis Aguirre.
Esos mensajes no parecen calar en ámbitos sindicales, ya que temen la
presión de los supervisores (Banco de España y Banco Central Europeo)
para que se acometan nuevas integraciones para ganar en eficiencia,
solvencia y, sobre todo, rentabilidad, uno de los puntos más débiles de
los bancos españoles.
La esperada subida de los tipos de interés, aunque no sea muy
significativa, será una de las claves para que los bancos descarten de
manera más sólida nuevos ajustes laborales. Algunos planes estratégicos
hasta 2020, como el de Bankia, están más ligados a ese repunte de los
tipos oficiales para la mejora de su eficiencia y del margen de interés.
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