“Los
nuestros nos han sacrificado”, escribió en un washap Carles
Puigdemont, ex presidente de la Generalitat, a su colega Comín,
mientras un cámara del programa de Ana Rosa Quintana para Tele5,
hacia su trabajo periodístico de captar las indiscreciones de
unos mensajes que han hecho saltar por los aires los pactos
soberanistas entre Junts per Catalunya y Esquerra Republicana.
Queda
claro que Puigdemont acepta que no puede aspirar a ser elegido
presidente, aunque el tiempo dirá si se convierte, o no, en un “cadáver
político”. Para muestra hay que recordar los “cadáveres políticos” de
Mariano Rajoy, tras las elecciones de diciembre de 2015, o de Pedro
Sánchez, cuando fue liquidado como líder del PSOE, para, como Ave Fenix,
renacer de sus cenizas.
La diferencia entre Puigdemont, Rajoy y Sánchez, en materia de
supuestos difuntos políticos, radica en que el ex presidente de la
Generalitat tiene pendiente un juicio – al igual que unas treintena de
políticos pro independetistas, cuatro de ellos aún en la cárcel – y que
puede ser detenido si regresa a España. O, quizás, si se reactiva la
Eurorden de detención por parte del Tribunal Supremo.
Pero, no cabe ninguna duda que Puigdemont pasa a ser un “mártir” para
la causa soberanista, cuyos dos millones de seguidores, según las
pasadas elecciones autonómicas del 20 de diciembre, quedan lejos de ser
un “soufle” como se analiza, en general, desde las esferas del
gobierno. Un asunto que no podrá resolver la justicia, pero sí los
políticos.
Cuando el pasado lunes el president del Parlament de Catalunya, Roger
Torrent, anunció aplazar el debate de investidura, ante la
imposibilidad de aceptar a Carles Puigdemont a riesgo de enfrentarse a
los tribunales, se abrió un plazo de diez días para pactar. Pero, todo
se precipitó con la exclusiva de Tele5 que desvelaba la decepción de
Puigdemont que daba la partida por perdida.
Una decepción que, naturalmente, apuntaba las decisiones judiciales
que pesan sobre él, pero, también, las llegadas una vez más de ERC,
cuando el diputado Joan Tardà ya declaró el pasado domingo que “si hay
que sacrificar a Puigdemont, habrá que hacerlo”. Es decir, ERC – que
perdió el liderazgo ante JxCat por un solo diputado, en contra de todas
las previsiones – sabe que no podrá presidir la Generalitat.
Sin embargo, tampoco quiere iniciar una legislatura con mal pie, a
riesgo de repetir las causas judiciales que ya sufre su líder en
prisión, Oriol Junqueras, sin olvidar el listado de otros más que
estarán implicados en la causa general del Supremo. Una causa en la que,
como mínimo, se predice que saldrán inhabilitados para ejercer cargos
públicos.
Abierta la veda para la Presidencia, tras el realismo expuesto en los
mensajes de Puigdemont, lo más probable es que haya finalmente un
compromiso entre los partidos pro independentistas para proponer un
candidato sin causas judiciales pendientes.
Algo que excluye a los ex consellers del PDECat, aunque algunos iban
en la lista del president Puigdemont, la que arrasó a ERC. De ahí que
Elsa Artadi, que fue la artífice para crear Junts per Catalunya (JxCat),
tras haberse dado de baja del PDECat y que se considera la mano
derecha de Puigdemont, gane fuerza entre unas quinielas que la Mesa del
Parlament, presidida por Torrent, deberá resolver en los próximos
días…a riesgo de ir si no hacia unas nuevas elecciones.
No hay que olvidar que el aparente cadáver político de Mariano Rajoy
resucitó, precisamente, en aquella segunda vuelta electoral de junio de
2016. Y es que en política, hay que ver para creer, aunque sea ver
washaps gravados desde una cámara indiscreta.
(*) Periodista
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